Adael Luna de Sangre

CAPÍTULO VI Hechizo de olvido de amor

Capítulo VI

Hechizo de olvido de amor

 

Por otro lado Kantu ya estaba tranquila puesto que su abuelo estaba sano y salvo en su casa, Derick vino a verla en la tarde cuando los rayos del sol no podían afectarle, y Kantu le contó lo sucedido la noche anterior, sobre el monstruo que quiso atacarla y que se rebeló contra Adael.

—Además… cuando absorbí la energía negativa de ese ser no sentí que fuera a desmayarme, solo caí cuando Adael se interpuso, dijo que lo necesitaba vivo —dijo ella.

—Es raro que Adael proteja a sus sirvientes o creaciones, a no ser que este no sea uno de ellos y sea alguna otra criatura valiosa y poderosa que quiere dominar. —El rostro de Derick se tornó preocupado—. Además es como si siguiera tus pasos, sabe cuándo estás sola o cuándo sales del pueblo, aprovecha para atacarte cuando sabe que estás vulnerable y que absorberás sus criaturas por defenderte y a los demás.

—Eso es verdad, ¿crees que tenga algún espía o algo? —dijo ella.

—Es lo más seguro, tal vez hipnotizó a pobladores de aquí o no sé, pero debemos tener cuidado, al menos en las mañanas mientras brille el sol él no te atacará.

—Pero sus criaturas sí, ¿verdad?

—No lo creo, normalmente salen de noche. —Vio el rostro preocupado de Kantu—. No te preocupes. —La abrazó—. Te ayudaré en todo, y te protegeré con mi vida si es necesario, eso no lo dudes —le dijo mirándola a los ojos—, tú eres lo mejor que me ha pasado en siglos… te… quiero, Kantu…

—Tú también eres muy importante para mí. —Le dio un abrazo—. Gracias por estar a mi lado. —Ambos se quedaron así por un momento—. ¿Sabes?, hay algo que me estaba olvidando de decirte, y es que anoche después de que Adael se fue podía sentir como si el broche palpitara y brillara.

—¿Qué? —dijo exaltado Derick—. Eso quiere decir que el broche pronto necesitará descargar la energía y eso será aprovechado por Adael… trata en lo posible de no absorber ningún ser hasta saber cómo debes hacerlo correctamente.

—Está bien, esperemos que nada más ocurra. —Kantu se quedó mirando el broche.

En la habitación de Diana, ella estaba mirando fijamente la botella, ya había puesto la foto rota de Nikko como se lo había explicado el chamán, estaba esperando a que fuera medianoche. El reloj estaba frente a ella marcando los minutos, faltaban solo cinco para la medianoche. Diana estaba nerviosa… hasta que la hora llegó, abrió la botella y tomó un sorbo, pensó que sabría amargo pero era suave como un jarabe para la tos, en ese momento cuando iba dejar de tomarlo escuchó que alguien entraba a su habitación y si tiraba la botella corría el riesgo de echar el contenido, así que se tomó todo de golpe, se metió a la cama fingiendo estar dormida. Era su madre quien entró pensando que aún estaba despierta, al ver que estaba dormida cerró la puerta y se fue. Diana se levantó sobresaltada, ya que el chamán le había dicho que debía tomarla en tres tiempos, estuvo despierta un buen rato recordando todo lo que podía y vio que no había tenido efecto.

—Parece que el chamán exageró o tal vez me engañó, fueron quinientos lirios —bufó molesta, quedándose dormida a los pocos minutos.

—Diana, hija, tu papá, tu hermano y yo iremos a la ciudad, ¿quieres venir? —Ya había amanecido y Diana aún no se había levantado—. Parece que quieres descansar, ¿verdad? Te veré más tarde, tu hermana ya se fue. —Diana la miró sin decir nada.

—Hola, señora Adler —Dánae entró por detrás de la mamá de Diana.

—Dánae, hola —la saludó con una sonrisa—, qué bueno que viniste, así Diana no se quedará sola, nosotros iremos a la ciudad, en el horno dejé comida, así que disfrútenla. —Les dio un beso a ambas y luego todos se fueron.

—Diana  por qué estás aún con pijama, tú siempre te levantas temprano. —Dánae se acercó a ella y se sentó a su lado—. Vamos, Diana ¿por qué me miras así?

—¿Quién eres? —le dijo Diana, quien se veía confundida.

—Diana, no juegues, soy Dánae, ¿por qué haces esto?

—No sé quién eres ni qué haces aquí. —Se levantó con la intención de irse a lo que Dánae la detuvo, pero esta le lanzó uno de sus hechizos, empujándola contra el piso.

—Diana, ¿qué te sucede? —Dánae la miró asustada—. Diana… está bien… no voy a hacerte daño, soy tu amiga —trató de tranquilizarla, pero Diana la empujó y salió corriendo de su casa. Dánae llamó desesperada a Kantu contándole lo ocurrido, las dos amigas se encontraron y comenzaron a buscar a su amiga encontrándose con Nikko en el camino.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.