Adán

Capitulo 2 inicios...

El Legado de los Adanes

No puedo recordar exactamente el momento en el que todo comenzó a desmoronarse, pero sé que fue después de demasiadas misiones. Demasiadas muertes. Demasiados días en los que seguí órdenes sin titubear, como se suponía que debía hacer. A veces me pregunto si alguna vez fui humano, o si siempre fui una máquina esperando ser activada. Pero eso no importa ahora. Lo único que sé es que me están buscando, y no porque quieran protegerme.

Cuando salí del ejército, pensé que todo había terminado. Me habían premiado como uno de los mejores soldados de mi país, un reconocimiento que ahora me parece una burla. No porque no fuera cierto, sino porque esas habilidades, mi falta de empatía, mi habilidad para apagar cualquier emoción en combate, atrajeron la atención de la organización. Me ofrecieron una nueva vida, una oportunidad de ser parte de algo más grande.

“Adán”, dijeron. Ese sería mi nuevo nombre.... con risas como creyendose dioses.... Un comienzo limpio, sin pasado, sin futuro, solo el presente. Me prometieron que haría del mundo un lugar mejor. Y yo, perdido y sin rumbo, acepté. No sabía que estaba vendiendo mi alma.

El día que me dieron el número, sentí una extraña mezcla de orgullo y vacío. Adán 1. Me dijeron que era el primero, el inicio de algo revolucionario. Me entregaron un teléfono y un casillero en algún lugar del mundo. Esa sería mi conexión con ellos. Ese teléfono marcaría el comienzo de cada misión, cada muerte, cada mentira que tendría que vivir.

Recuerdo poco de mi entrenamiento. Fragmentos, como si mi memoria hubiera sido arrancada de raíz. Sé que fui llevado a un lugar aislado, donde todo era frío, clínico, y cada persona que conocí parecía una sombra. No había nombres, solo números. Ellos me moldearon, destruyeron cualquier rastro de lo que fui antes y lo reemplazaron con una máquina perfecta. Obediencia, precisión, eficacia. Eso era lo único que importaba.

Por mucho tiempo, nunca hice preguntas. Nunca cuestioné las órdenes que me daban, nunca dudé de mis objetivos. Cumplía cada misión como si fuera un acto reflejo, una extensión de mi instinto. Nuncae tembló la mano a mi a Adán 1. Cuando jalaba el gatillo, lo hacía con la certeza de que estaba cumpliendo con mi propósito. Las órdenes eran claras, precisas, y nunca se admitía un “pero”.

Sin embargo, llegó un momento en el que todo cambió. Fue después de la misión más cruel que jamás tuve. Todavía no entiendo cómo sobreviví. El trabajo implicaba infiltrarme en una facción rebelde y, bajo el pretexto de ser un aliado, destruirla desde dentro. Los detalles son difusos, quizás porque mi mente ha bloqueado partes de lo que hice. Pero recuerdo el caos, el derramamiento de sangre, los gritos. Recuerdo los rostros de las personas que eliminé, una comunidad entera borrada de la faz de la tierra.

Al final de esa misión, yo mismo estaba al borde de la muerte. Herido, desangrándome, sentí un vacío que nunca antes había experimentado. Siempre había creído que ese vacío era mi fortaleza, lo que me hacía ser el mejor. Pero ese día, ese vacío se convirtió en mi mayor tormento. Mientras me arrastraba para salir de los escombros, por primera vez en toda mi carrera como Adán, me pregunté si lo que estaba haciendo estaba bien.

¿Quién decide qué es lo correcto? ¿Quiénes son los Herodes para dictar el destino de las naciones y de las personas? ¿Y qué me hace a mí, a los Adanes, diferentes de las mismas personas que eliminamos?

Esa pregunta me ha perseguido desde entonces. Con cada nueva misión, con cada nuevo objetivo, la duda crece. Y ahora no puedo ignorarla más.

Los Herodes no son humanos. No en el sentido literal, pero tampoco en el sentido metafórico. Son algo más, una fuerza que parece estar por encima de todo, dictando las reglas del juego. Deciden qué países caen, qué gobiernos se levantan, qué vidas importan y cuáles no. Y nosotros, los Adanes, somos sus herramientas.

Nunca un Adán ha rechazado una misión. Ese es el pacto. Obediencia absoluta. Pero ahora, después de todo lo que he visto, todo lo que he hecho, me pregunto cuánto tiempo más puedo seguir. ¿Cuánto tiempo más puedo cargar con este peso antes de romperme?

Me dijeron que no debía tener un pasado, y que mi futuro no era mío. Pero el pasado no se queda enterrado, no importa cuánto lo intentes. Ahora, todo lo que quiero es descubrir la verdad. No solo sobre mí, sino sobre todos los Adanes. Sobre lo que realmente somos y por qué existimos.

Y cuando encuentre esas respuestas, haré lo que nunca antes se ha hecho. Por primera vez en la historia de nuestra organización, un Adán dirá que no.



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En el texto hay: misterio asesinato drama

Editado: 04.02.2025

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