Adán

Capitulo 10 Carnaval

El silencio en el improvisado refugio era un manto pesado, solo interrumpido por las respiraciones medidas de dos depredadores entrenados para hallar descanso en la vigilia constante. El científico, con el rostro surcado por el agotamiento de una mente que no cesaba de escudriñar la oscuridad, finalmente quebró la tensa calma. "Tengo un plan..." Su voz, apenas un susurro, cargaba el peso de la información desenterrada.
"El archivero...", continuó, sus ojos brillando con una mezcla de fatiga y una tenue excitación, "...posee una debilidad, una grieta en su armadura de lealtad. Un gusto... pronunciado... por la efervescencia de la vida, el ritmo embriagador de la samba, el llamado tribal de la batucada. Y la fortuna nos sonríe con una ironía macabra: el Carnaval de Río se aproxima, un crisol de multitudes donde la vigilancia se diluye en la ciudad."
Una pausa cargada de significado flotó en el aire. "Él será una figura... casi una celebridad... para los habitantes de las favelas. La guerrilla, sus protectores feroces, lo mantendrán bajo su ala, sí, pero a una distancia estratégica, confiando en su aura de intocabilidad. Será vulnerable... en la proximidad inmediata. Ahí... en el corazón del frenesí... es donde ustedes podrán actuar".
El científico observó a los dos Adanes, su mirada penetrante. "Desconocemos la profundidad del lazo que une a Número 2 con este hombre. ¿Será la amistad un ancla más fuerte que la lealtad a esos paramilitares? Ellos son carne curtida en la violencia, sí, pero ustedes... ustedes son la sombra adiestrada, la precisión letal esculpida en años de disciplina. Esa... es su ventaja. Es todo lo que he podido desentrañar por ahora. Mi mente ya danza con los hilos para reclamar esos cofres de piedra una vez que el archivero esté bajo nuestro control. Él... posee un programa... una llave digital que desvelará la ubicación exacta de los pilares restantes. La muerte del Herodes ruso... su silencio forzado... nos otorga una ventaja inesperada. Sus secretos, sus redes de extorsión, todo fluye ahora hacia este archivero. Ya no danzaremos al son de la casualidad. Nuestra campaña... será mucho más directa... más... predecible".
El misterio se cernía sobre sus palabras, la promesa de un plan urdido en las sombras, donde la inteligencia y la astucia serían sus armas principales en el vibrante caos del Carnaval. La captura del archivero no era solo un objetivo, sino el primer movimiento calculado en una partida de ajedrez mortal contra una organización tentacular.
Adán 1 rompió el silencio, su voz firme pero con un matiz de urgencia. "Número 2, debemos actuar... y el Carnaval de Río es nuestra única ventana. No hay vuelta atrás. Podremos ser los agentes más letales del planeta, pero librar una guerra a dos contra una guerrilla atrincherada en su propio territorio es un suicidio, y tú lo sabes. Esta vez, la inteligencia debe ser nuestro filo, no la fuerza bruta".
Número 2 respondió con una burla helada, sus ojos centelleando con una rabia contenida. "Espera un momento, número 1. ¿No fuiste tú quien, con sorna, me recordó que 'para esto te pagaban'? ¿Y ahora pretendes dictarme cómo hacer mi trabajo? Recuérdalo bien, fui yo quien se movió en tu sombra sin que siquiera lo notaras. Sé cómo actuar".
Adán 1 solo observo a número 2 y el replicó con un tono igualmente burlón, aunque una sombra de seriedad oscurecía sus palabras. "Podrás insistir en que esta vez la astucia y la inteligencia deben guiarnos, pero quiero que me mires a la cara y me digas, con la mano en el corazón, que tendrás el valor de hacer lo que sea necesario cuando el momento lo exija".
"¿A qué te refieres?", inquirió Adán 1, con una punzada de inquietud.
Número 2 clavó sus ojos en Adán 1, su mirada cargada de una promesa oscura. "Me refiero a que una guerra se acerca, número 1. Y somos tres contra una organización que extiende sus tentáculos por todo el mundo. Esto no se resolverá solo con trucos y planes ingeniosos, como tú sugieres. Si tengo que reducir el mundo a cenizas para vengarme de esos bastardos que me usaron como un arma desechable, que intentaron arrojarme al abismo como basura inservible... lo haré. Y recuerda bien mis palabras, después... iré por ti".
Una pausa tensa se extendió entre ellos, cargada de una amenaza velada. Número 2 continuó, su voz era un susurro peligroso. "Así que usa ese cerebro privilegiado y planea una estrategia impecable, número 1. Porque si no lo haces... lo haremos a mi modo. Y ese será un carnaval que nadie olvidará. Haré lo que sea necesario para sacar al archivero de ese maldito nido de víboras".
El día del carnaval por fin llegó...
El Carnaval de Río era una explosión de color, sonido y desenfreno. Una marea humana danzaba al ritmo frenético de los tambores, disfraces deslumbrantes ondeaban bajo el sol abrasador y la alegría contagiosa parecía envolver cada rincón de la ciudad. En medio de esta apoteosis del caos, Adán 1 y Número 2 se movían como depredadores invisibles en la jungla festiva.
"Olvida la sutileza del ratón, Número 2", murmuró Adán 1, con los ojos escaneando la multitud en ebullición. "Aquí somos dos gotas en un océano. La clave es la invisibilidad a través de la confusión".
Número 2, ataviado con un disfraz llamativo pero que permitía el movimiento ágil, sonrió con anticipación. "Me gusta tu cambio de ritmo, número 1. Siempre supe que tenías algo más que sombras en esa cabeza".
Según la información del científico, el archivero, un hombre discreto a pesar de su importancia, disfrutaría del anonimato que ofrecía el carnaval, observando el desfile principal desde un palco privado en una ubicación estratégica. La tarea de los Adanes era identificarlo, alcanzarlo y extraerlo sin alertar a la seguridad privada ni desatar el pánico en la multitud.
Adán 1, con su habilidad para mimetizarse con el entorno, se movía entre la multitud, absorbiendo el flujo de gente, identificando rutas de escape y puntos ciegos. Número 2, con su agilidad y su capacidad para leer el lenguaje corporal, rastreaba a los miembros de seguridad del palco, anticipando sus movimientos y debilidades.
"El palco está en el sector C3, nivel superior", informó Número 2 a través de un discreto comunicador. "Dos guardias en la entrada, al menos cuatro en el interior. Cámaras de seguridad, pero con ángulos muertos predecibles en este caos".
"El científico nos proporcionó un mapa detallado del palco y los accesos", respondió Adán 1, abriéndose paso entre una batucada ensordecedora. "Nuestro punto de encuentro será la calle lateral, después del tercer bloque".
La estrategia era precisa y dependía de la sincronización perfecta. Aprovechando el momento álgido del desfile, cuando la atención de la mayoría estaba centrada en las carrozas y los bailarines, Número 2 crearía una pequeña distracción controlada cerca de la entrada del palco, atrayendo la atención de uno de los guardias. En ese instante, Adán 1 se deslizaría por un acceso lateral menos vigilado, neutralizando al guardia restante.
Número 2, con una astucia felina, simuló un tropiezo aparatoso, derramando una bebida sobre un espectador cercano y generando un breve altercado que captó la atención del guardia de la entrada. En el segundo de confusión, Adán 1, como una sombra entre las sombras, escaló una estructura adyacente y alcanzó la entrada lateral del palco.
Neutralizar al guardia restante fue un ejercicio de eficiencia silenciosa. Adán 1 se movió con la precisión de un cirujano, dejando al hombre inconsciente sin derramar una gota de sangre ni alertar a los que estaban dentro.
Una vez dentro del palco, localizar al archivero fue relativamente sencillo. Era el único hombre con un aire de discreción en medio de la exuberancia festiva, observando el desfile con una expresión neutra.
"Nuestro invitado", susurró Adán 1 a Número 2, quien se unió a él discretamente.
La extracción fue la parte más delicada. No podían simplemente arrastrar al archivero a través de la multitud sin generar una alarma masiva. Su plan consistía en aprovechar el flujo constante de gente que entraba y salía de los palcos.
Número 2 se acercó al archivero con una sonrisa encantadora, simulando ser un conocido efusivo que lo invitaba a unirse a la fiesta en otro lugar. Confundido pero sin sospechar nada, el archivero se dejó guiar. Adán 1 los seguía de cerca, asegurándose de que no hubiera interferencias.
Aprovechando la densidad de la multitud y los disfraces elaborados, lograron sacar al archivero del palco y dirigirse hacia el punto de encuentro preestablecido en la calle lateral. El caos del carnaval actuaba como su mejor aliado, ocultando su movimiento a plena vista.
Al llegar al punto de encuentro, el científico los esperaba con un vehículo discreto. El archivero, ahora consciente de su secuestro, intentó resistirse, pero la firmeza de los Adanes no le dio opciones.
Mientras se alejaban del estruendo y el color del carnaval, dejando atrás la euforia colectiva, Adán 1 miró a Número 2 con un atisbo de respeto en sus ojos. "Inteligente, número 2. Muy inteligente".
Número 2 sonrió, la adrenalina del secuestro aún corriendo por sus venas. "En un mundo de bestias, a veces la astucia del zorro es más letal que la fuerza del león".
El carnaval seguía su curso, ajeno al pequeño pero significativo cambio de poder que acababa de ocurrir en sus entrañas. Los secretos de la organización ahora viajaban en el asiento trasero de un coche anónimo, lejos del bullicio y hacia un futuro incierto.



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En el texto hay: misterio asesinato drama

Editado: 17.05.2025

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