Estoy durmiendo muy incómoda, apenas siento que estoy regresando de un profundo sueño y puedo notar que estoy acostada sobre algo plano, no debí de dormir boca abajo.
Tampoco debí de tomar anoche, no sabiendo lo que me esperaba el día de hoy.
Siento que alguien me habla, pero no puedo responder, en serio parece que estoy muerta, quiero ordenarle a mi cuerpo que responda y se levante pero no puedo ni abrir los ojos.
No puede ser, ¿me morí?
De repente siento algo frío bajar por mi cara y parte de mi espalda, lentamente voy abriendo mis ojos y puedo reconocer en frente de mí mi cama, debí suponer que me puse lo bastante ebria como para terminar durmiendo en el piso.
Bueno, al menos creo que no morí.
—Hasta que despiertas—reconozco la voz de Darien y me levanto con poca agilidad.
Me duele todo, especialmente las piernas. Tal vez por ello vuelvo a caer pero él no me ayuda, empiezo a creer que está un poco enojado.
Con mi poca fuerza de voluntad me arrastro hasta mi cama y me acuesto en ella.
—Ni pienses en volver a dormir, Adela. Tienes media hora para recomponerte para ir a ver a mi madre—vuelvo a sentir la cosa fría sobre mí de nuevo.
— ¿Acabas de tirarme agua?—volteé a verlo.
Mi cerebro está algo lento.
Él no dice nada, solo tiene sus oscuras cejas fruncidas y sus ojos avellana cargados de frustración, se mantiene mirándome con odio unos minutos y sale de la habitación, definitivamente está enojado, lo último que me faltaba.
Mi vida ha sido un completo caos este último mes y esta fue la gota que derramó el vaso; de hecho creo que una escritora frustrada está jugando con lo que debería de ser mi maravilloso año.
Eso o cualquier divinidad le gusta mucho la manera en cómo arruino las cosas y sigue dándome más motivos para mandar todo al desagüe. Pero la verdad es que solo es mi culpa por dirigir mi vida así, no hay necesidad de culpar a alguien más por mis errores.
Mi frase favorita del mes es: La vida es una fiesta y yo soy la piñata.
En vez de seguir pensando en mis desgracias decidí levantarme de la cama y fui directo al baño a darme una ducha con agua muy caliente a pesar de que el dolor de cabeza empiece a darme. Me gusta el agua casi a punto de ebullición a pesar de que haga calor allá afuera.
Saliendo tiré el vestido que traía puesto a la ropa sucia y escojo ponerme algo sencillo. Solo iremos a ver a la mamá de Darien a su casa por ser domingo, no es nada especial así que prefiero amarrar mi cabello por hoy dejando mi flequillo y ponerme solo un poco de maquillaje para esconder mi cara de "anoche salí a beber y bailar hasta las cuatro de la mañana y estoy a punto de vomitar lo que sea que entre a mi organismo".
Salgo de la cocina y voy directo por un vaso de agua, nada parece más apetitoso que lo que Darien tiró en mi cara para despertarme.
Me senté incómoda frente a la barra mientras él comía cereal.
— ¿Estás enojado?—tonto de preguntar, pero necesario para convivir adecuadamente en esta diminuta casa.
—No, qué va. Solo van dos veces en la semana que terminas dormida en cualquier parte de la casa por salir de fiesta con tus amigas.
No debí de haber preguntado. Es más que obvio que está enojado conmigo.
—Lo siento—bajé la cabeza.
—Adela, tienes veintitrés años y te comportas como alguien de dieciocho que acaba de salir de bachillerato.
—Solo son cinco años de diferencia—solté un chiste tratando de aligerar el ambiente.
—No te hagas la graciosa—sacó del cajón de la cocina una caja con aspirinas y la dejó en la barra—. Te espero en el auto.
No me hago la graciosa, soy graciosa.
Suelo evitar las conversaciones incómodas con mi gran sentido del humor, claro que luego eso me trae más líos pero igual me gusta burlarme de mis problemas en vez de afrontar las cosas con seriedad, así que todo bien hasta ahora.
Y así de enojado salió de nuestro departamento.
Hemos compartido vivienda desde que terminamos la universidad, fue por conveniencia ya que ninguno podría mantener una renta por su propia cuenta.
Él es maestro de historia en nuestra antigua universidad y el sueldo no es muy bueno ya que egresamos apenas hace medio año. En cambio yo vivo de trabajos espontáneos ya que hice una licenciatura en artes visuales; no es la profesión mejor pagada del mundo, pero vivo de fotografías de eventos y venta de mis pinturas o esculturas; aunque hacer fotografía es lo que más me gusta.
A veces puedo sobrevivir al mes y a veces tengo dinero como para gastar comprando cosas que no necesito, como un horno de juguete justo el mes pasado. Solo lo ocupe una vez y lo abandoné porque la pastelería y yo no llevamos una muy buena relación.
Me apuré a salir de la casa para alcanzar a Darien antes de que se enojara aún más.
El camino fue silencioso e incómodo, media hora llena de canciones de radio de la década pasada.