El camino a casa de Oliver no fue muy silencioso, esperaba que después de besarnos si lo fuera pero no, estábamos hablando ahora de lo despistada que era para olvidar todo en cualquier lado. Esto parecía a como si besarnos hubiera sido algo natural.
De hecho creo que estoy creando demasiado drama en mi cabeza por un simple beso, es más hay que hacerlo de nuevo.
Bueno no, pero si él quiere hacer como que no ha pasado nada entonces yo también.
—Me sorprende que digas que eres despistada, pareces ser muy responsable—dijo cuando íbamos entrando a su casa.
—Oh créeme que solo lo parezco. Incluso me he perdido en mi colonia.
Esa definitivamente no es una historia divertida.
—Empiezo a creer que lo de tus llaves fue una excusa para venir a mi humilde hogar—dijo quitándose el saco que tenía puesto.
Así que volvemos a lo del coqueteo. Me gusta.
—De hecho no es mala idea, la anotaré para el futuro.
— ¿Tienes sed?—preguntó yendo a la cocina y lo seguí.
—Ugh no, ya ingerí demasiada agua por hoy—dije arrugando la nariz, de hecho no tardaré mucho en asaltar su baño—. Pero creo que tengo un poco de hambre.
¿Un poco? Tengo mucha hambre.
—Qué bueno que lo dices porque yo también—me sonrió—. ¿Quieres ponerte algo más cómodo en lo que busco algo decente para comer?
—La verdad es que sí.
Los tacones me están matando y tengo demasiado frío en las piernas que casi ni las siento.
Me sorprende el giro inesperado de esta noche que creí que iba a ser aburrida.
Fuimos hasta su habitación y me dio un pantalón y una playera que dijo que le quedaban pequeños, luego salió para que me cambiara a gusto.
A él le quedarán pequeños pero a mí me quedan enormes, tengo que batallar para que no se me caiga el pantalón, no quiero que se me caiga.
Me quedé un poco husmeando rápido en su habitación pero la verdad es que era como el resto de la casa, era colorida pero no tenía muchos detalles o decoraciones a simple vista, pero todo olía a perfume masculino, no sé qué perfume usa Oliver pero me gusta mucho. Creo que estoy disfrutando esto más de la cuenta así que mejor salí para no sentirme aún más acosadora.
Oliver estaba sentado en la mesa con su celular, me acerqué a él haciendo algo de ruido para que me notara.
—La próxima vez que olvides tus llaves debes traer tu pijama—dijo al ver como batallaba con subirme los pantalones.
—Lo sé, parezco una botarga—suena triste pero divertido—. Y no me encantan las botargas.
—Al menos no es una de las feas que aterrorizan niños.
—Todas las botargas son feas, fin de la discusión.
—Está bien—sonrió y se levantó para traer sopas instantáneas—. Perdón pero esto es lo único que tengo.
—No te preocupes, amo la comida chatarra—dije en cuanto me dio una.
Darien no me deja comerlas porque dice que es plástico, y yo siempre le digo: bueno de algo me he de morir.
Claro que a él no le hace mucha gracia.
—Yo también, aunque normalmente tengo comida más decente. Solo que cierta banda que represento me han tenido las últimas semanas ajetreado.
—Bueno, pero esa banda te hace sentir orgulloso, ¿no es así?
—La verdad es que sí, son mis chicos.
— ¿Y así no quieres que te llamen padre?—me burlé mientras comía de mi sopa y él me miró mal pero luego comenzó a reír.
En lo que comíamos estuvimos hablando de como era su relación con los chicos y de verdad se me hace muy linda, no solo es su representante también es su amigo y se nota el cariño que ellos le tienen.
Eso me hizo recordar el cómo prácticamente Ernesto y Adrián casi me estaban convenciendo de que debería de hacer un "movimiento" con Oliver. ¿Sabrían algo que yo no como para animarme a hacer algo?
Terminamos nuestras sopas y lo ayudé a levantar el poco desastre que habíamos hecho.
—Bueno, supongo que es hora de dormir—empezó a decir él—. Puedes quedarte en mi habitación.
—No, de ninguna manera. Estoy invadiendo tu casa, no quiero hacerlo con tu cama, estaré bien en tu sofá. Se ve muy cómodo.
Aunque si se me ocurren otras cosas... Adela basta, nada como eso ocurrirá.
—Yo te invité, no es evadir así que no te quejes y ve—ambos estábamos parados en medio de la sala, creo que ninguno se va a mover. Veamos quien es más terco.
—Pero aun así no quiero causarte molestias.
—No es molestia, sería peor para mí saber que te dejé dormir en el incómodo sillón.
—Ves, ya dijiste que es incómodo por lo cual deberías de ir a tu cama y yo me haré un rincón en el suelo.
—Adela, lo digo en serio, duerme en mi cama.
Me gustaría que dijera eso en otras condiciones... ya, basta.