Me había gustado mucho el concierto.
Había sido en el auditorio pequeño de la ciudad y aún así había estado bastante lleno, lo bueno es que Oliver me había metido con él atrás del escenario para no tener que toparme con tanta gente.
Ya era algo noche, después de que terminó el concierto tuvimos que esperar a que los chicos salieran para que hablaran de algo importante con Oliver, supongo que esa es la rutina a la que están acostumbrados. Le había dicho que no era necesario que me llevara, que podía tomar un taxi pero él se negó.
Así que aquí estamos ahora caminando por un estacionamiento un poco oscuro y prácticamente vacío hacia su coche. Ninguno de los dos iba hablando ya que estábamos casi temblando del frío, estábamos más concentrados en llegar pronto a su coche para tener un poco de calor.
En cuanto llegamos prendió el calentador y se frotó las manos en busca de calor, yo solo metí las mías en mi abrigo.
No había sido una buena idea usar falda, tenía las piernas congeladas.
— ¿Qué te pareció el concierto?—dijo mirándome aún sin encender el carro.
—Me encantó, la voz de Adrián, siempre diré que en vivo es mejor. Bueno, todo es mejor así.
—Me alegro, te diré más seguido.
—Por favor—le sonreí.
Mentiría si no dijera que hay algo de tensión en el aire. Desde que pasó por mí a mi casa había algo raro en el ambiente, y no puedo decir que algo precisamente malo.
Pero la idea de estar a solas con Oliver en un lugar pequeño hacía que mi mente imaginara cosas muy prometedoras.
Me incliné un poco hacia él y no sé quién terminó de romper la distancia entre los dos ya que todo había pasado tan rápido y ahora no encontrábamos en medio de un beso bastante desesperado.
Tomó mi cintura y me atrajo hasta quedar a horcajadas sobre su asiento.
Estoy muy segura de que ahora lo que menos tenemos es frío.
Nunca había experimentado hacer esto en un carro y, aunque sí es algo incómodo el espacio, ya que el volante está lastimando mi espalda y tengo que estar prácticamente agachada para no darme un golpe en la cabeza, puedo decir que no es de las mejores ideas, pero sí es muy excitante.
Nos tomamos un tiempo para poder controlar nuestras respiraciones y después de un rato regresé a mi lugar del copiloto abrochándome los botones de la camisa y acomodando mi falda.
— ¿Lista para irnos?
—Sí.
Arrancó el coche y aunque todo el camino fuimos en silencio se podía decir que no era incómodo, en cada semáforo él ponía su mano sobre la mía o a veces en mi pierna y la verdad es que eso me tenía encantada.
Llegamos a mi edificio e hice el ademán de bajarme pero él se ofreció a acompañarme hasta mi apartamento, no pude rechazar esa oferta.
Bajamos del auto y en cuando estuvo al lado de mí, tomó mi mano. Llegamos a mi departamento, estaba a punto de invitarlo a pasar hasta que estando frente a la puerta nos dimos cuenta de que había algunos sonidos raros provenientes de adentro.
Eso eran... ¿gemidos?
Oliver me miró confundido y también yo lo hice.
—Estoy igual de confundida que tú.
Darien no es de traer chicas al departamento, de hecho Darien no es de convivir con chicas en ningún lugar por lo que es demasiado raro.
— ¿Podrás dormir con eso?—ahora la situación le pareció divertida.
—Espero. Tenía la intención de invitarte a pasar pero dadas las circunstancias...
—Lo entiendo, ¿cuándo irás a la disquera?
—El martes, ¿por qué?
—Qué casualidad, yo también. ¿Vamos a comer saliendo del trabajo?—dijo con una gran sonrisa.
—De repente el martes ya no se me hace tan aburrido, si quiero.
—Ni a mí, entonces te veo el martes—se aceró, con una mano me tomó de la barbilla y me dejó un ligero beso en mis labios. Luego se dio la vuelta y desapareció por las escaleras.
Estaba sonriendo como tonta recargada en la puerta pero los gemidos de la chica desconocida me trajeron a la realidad.
Abrí la puerta tratando de hacer ruido para que alguno de los dos notara que estaba en casa y al menos disminuyeran el volumen.
Solo estoy rogando al cielo que no estén en la sala y se encuentren en la habitación de Darien y con la puerta bien cerrada. Por suerte la situación era así, gracias a eso pude ir casi tranquilamente a mi cuarto sin toparme con una escena desagradable.
La pesadilla comenzó cuando al tocar mi cama para dormir ellos parecían seguir muy puestos en lo que estaban haciendo. El golpe de la cama de Darien sonaba contra mi pared y los gemidos o ahora gritos de la chica se escuchaban aún más.
Será una noche larga para la pobre Adela.
(...)
Estaba tomando un café bien cargado en la barra de la cocina, no había podido dormir bien.