Adela.

Treinta y cuatro: Confianza.

Alcanzamos a Darien en la entrada de la casa y procedimos a entrar, él me tomó de la mano y Oliver solo se pasó de largo a saludar a Amanda, ella nos recibió y luego corrió a la cocina a terminar la cena, me ofrecí a ayudarle pero dijo que no era necesario.

Ninguno cayó en cuenta de que los padres de Oliver estaban esperando por todos en la sala. La verdad es que si intimidaban mucho. Solo nos observaban desde su posición muy seriamente.

La mamá de Oliver se aclaró la garganta y él se acercó, Darien y yo no sabíamos si hacerlo también. La señora se levantó, tenía el mismo color de ojos que Oliver pero no tenía la misma mirada amable que él, la suya era calculadora pero por alguna razón al verme, me dedico una sonrisa.

—Tú debes ser Adela—se acercó.

—Mucho gusto.

—Amanda me había dicho que eras muy bonita pero se queda corta la descripción—me sonrió—. Darien, tienes mucha suerte.

Él le sonrió y fue a la cocina con su mamá.

— ¿A qué te dedicas, Adela?—preguntó el papá de Oliver cuando también se acercó.

—Soy fotógrafa de la disquera y también hago pinturas para otros.

Es algo raro que ni siquiera hayan saludado, solo se acercaron con curiosidad. Solo sé que ella se llama Vanessa y él Victor.

—Me encanta el arte, es un negocio en el que pocos pueden sobresalir—dijo Vanessa.

Llamaron a la puerta y decidí ir, quería huir de ese ambiente raro y como esta es una segunda casa para mí, podía tomarme esa libertad.

Romina estaba frente a la casa con una botella de vino y un bonito vestido rosa pastel. En serio que se veía guapa sin esforzarse.

—Ade, me alegra mucho verte—dijo con emoción y me abrazó.

—A mí igual.

No mentía, me alegra ver a Romina, pero hubiera preferido que fuera en otras circunstancias.

He trabajado mucho en mi seguridad y ya no la veo como una amenaza o algo así, pertenece al pasado de Oliver y ya no debería de sentirme mal por ello.

—Estás preciosa, Romi—dijo Amanda saliendo de la cocina.

—Deberíamos de ir a sentarnos—la mamá de Oliver no le hizo mucho caso, fue directo a la mesa.

No quiero ser chismosa pero el ambiente hostil entre los padres de Oliver y Romina era un poco notorio. Que yo sepa ellos nunca tuvieron problemas y creí que de hecho sería como la nuera perfecta para ellos.

Fuimos a la mesa donde todo ya estaba servido, convenientemente Amanda estaba a la cabeza de la mesa, a lado Darien, yo a su lado, en frente Oliver y a su lado Romina, a lado de ella Vanessa y en la otra punta de la mesa, Víctor.

Vanessa solo me miraba de reojo entre cada plática y eso me ponía muy incómoda. Sobre todo cuando Darien tenía algún gesto lindo conmigo porque entonces ella levantaba una ceja con una sonrisa divertida.

Si no fuera porque sé que Oliver no tiene una relación tan cercana con Vanessa, diría que sabe todo lo que pasa entre nosotros.

Estaba tratando de comer distraídamente cuando sentí como Darien acomodaba un mechón de mi cabello atrás de mi hombro, yo lo miré confundida.

—Casi metes tu cabello en la sopa—se encogió de hombros y siguió apartando mi cabello de mi rostro. Oliver no pudo contenerse y se aclaró la garganta, intercambió una mirada seria con Darien y los dos regresaron la atención a sus platos.

—Y dime, Adela, ¿cuánto tiempo llevas con Darien?—Vanessa me preguntó.

¿Cuánto tiempo llevo con él? Demonios, no me acuerdo... Por abajo de la mesa Darien me indico el seis con sus dedos.

—Medio año—sonreí inocentemente.

¿Apoco ya pasó tanto tiempo?

— ¿Y cómo se conocieron?

—Somos amigos desde la universidad—para mi suerte esta vez contestó Darien—, luego nos mudamos juntos, me di cuenta de que ella me gustaba y le pedí que saliéramos, las cosas solo se dieron.

Es la misma historia que le dijimos a Amanda, qué bueno que él se acuerde porque yo no lo hacía.

—Qué bonitos—la mamá de Oliver sonrió.

—Lo son—Amanda nos miró sonriente.

— ¿Y se van a casar?—Vanessa dijo y no sé cómo no escupí el agua que tomé.

—Por ahora no—Darien contestó rápidamente.

— ¿Por ahora?—Oliver dijo levantando una ceja.

—O nunca, quien sabe, la vida es impredecible—no sé porque dije eso.

—Así es, pueden pasar muchas cosas que no podemos controlar—Romina me siguió la corriente y le agradecí la mirada.

—Pero si tienes intenciones de pasar tu vida con él, ¿No, Ade?—Vanessa preguntó ignorándola—. Te puedo llamar Ade, ¿verdad?

Eso es lo que ha estado haciendo toda la cena y de verdad que no me gusta como la trata, a veces le podré tener un poco de envidia pero nunca la trataría así, ni a ella ni a nadie.

¿En qué momento la conversación se volvió tan incómoda? Todos me estaban mirando esperando una respuesta y yo me hacía la tonta tomando agua mientras pensaba que decir.



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En el texto hay: humor, comediaromantica,

Editado: 24.01.2024

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