Han pasado tres días.
Tres días desde esa noche donde no he sabido nada de Oliver.
He estado pegada al celular por si me escribe y nada, tampoco ha venido a verme y no he querido salir por si llegara a hacerlo y yo no estuviera en casa.
No sé si todo terminó o fue una simple pelea, traté de darle espacio y reflexionar sobre todo, pero solo he sentido un enorme vacío en mi pecho. Quiero a Oliver, en serio que lo hago y quisiera que estuviera conmigo a como lo estábamos hace una semana.
Estaba acostada en mi cama tratando de dormir cuando alguien abrió mi puerta, de seguro era Darien tratando de que coma algo de nuevo.
Volteé a verme y efectivamente, traía una sopa instantánea con él y me dieron ganas de llorar porque era lo que Oliver siempre me ofrecía en su casa gracias a su nula capacidad de cocinar.
—No pongas esas cara y come—dijo en cuanto me vio.
—No tengo hambre.
—No has comido hoy, come.
—No quiero.
Creo que lo desesperé un poco porque me empujó a la orilla de la cama, se sentó y se acercó a darme comida en la boca.
—Ya te dije que tienes que comer o voy a licuar tu comida y voy a obligarte a que te la tomes—dijo con el tenedor cerca de mi boca.
Me senté bien en la cama y se lo arrebaté de mala gana.
—Déjame vivir mi tristeza a gusto.
—Hoy saldremos.
— ¿A dónde?
—A un bar.
— ¿Desde cuándo te gustan los bares?
—Tu amiga Sonia me llamó y me dijo que le harán una fiesta sorpresa a Tamara en un bar, que como no le contestabas entonces me avisaba a mí.
—No le contesté porque...
—Porque no querías que si Oliver te llamara sonara como ocupado—me interrumpió.
—Soy patética, ¿verdad?
—Es hora de que sea honesto contigo, Ade. Tienes que aceptar que le diste su espacio y no te ha buscado, lo cual muy probablemente signifique que ya todo terminó.
—Pero que tal que espera a que yo lo busque.
—Pero no lo has hecho.
—Es muy pronto para hacerlo.
—Entonces si sigues pensando así no mantengas tantas esperanzas—se levantó de la cama y caminó a la puerta—. Nos vamos a las cinco, iré a hacer unas compras.
No quiero ir, no tengo ánimos de ir a embriagarme por ahí y tener que convivir con personas.
Terminé mi sopa, levanté un poco mi cuarto y cuando estaba a punto de acostarme de nuevo llamaron a la puerta. La verdad es que me emocioné un poco pensando en que podría ser Oliver, pero lo más probable es que Darien hubiera olvidado algo.
Me levanté con pereza y me sorprendí de ver a Romina, ella estaba tan perfecta como siempre y yo con mi pijama y sin bañarme desde antier.
—Hola Ade, ¿puedo hablar contigo?
—Claro, pasa—me hice a un lado y nos acomodamos en la sala.
—Vine porque espero que quiero aclarar contigo todo lo que Amanda dijo ese día en la cena. No quiero que haya problemas entre nosotras.
— ¿Por qué?
—La vez que Oliver y yo salimos él me contó todo sobre ustedes.
— ¿Eh?
—Supongo que ya te habrá dicho que Amanda arregló una cita entre los dos. Nos quedamos a platicar y yo le dije que estaba saliendo con alguien—se sonrojó y apartó la mirada—, él me dijo que también lo estaba haciendo. Me contó todo, sobre todo porque no tenía a alguien más que contarle.
—Nunca me comentó nada.
—Oliver es muy cerrado para algunas cosas, pero te digo esto porque no quiero que haya problemas por mí. Nunca ha pasado nada entre nosotros desde que terminamos, yo no siento nada por él más que aprecio y me alegra que él sea feliz contigo, sé que no eres mala para él y se ve que en verdad te quiere.
—Admito que sí tuvimos problemas por ti, pero hay muchas otras cosas que nos separan. Creo que terminamos.
Me controlé para no soltarme de nuevo a llorar.
—Es por Darien, ¿verdad?
—Es una buena parte de todo, creo que elegimos el momento equivocado para estar juntos—se empezaba a cortar mi voz.
—Suena complicado.
—Lo es, hace unos días estábamos como si nada despertando aquí mismo y ahora todo se ha ido.
—Espera, ¿Oliver se ha quedado contigo alguna vez?
—Sí... varias de hecho y yo también en su casa me he quedado.
Recordé como es dormir con él, como a pesar de que hubiera suficiente espacio en la cama se acercaba a mí, dormir en los brazos de Oliver era una de las mejores sensaciones pero era aún mejor despertar a lado de él.
—Es sorprendente, en el buen sentido. Cuando él y yo estábamos juntos, tomó un año entero para que se atreviera a solo dormir conmigo. Siempre que nos veíamos él se iba o me iba a dejar a mi casa porque no le gusta que alguien invada su espacio.