Adela.

Treinta y seis: No entiendo.

Nunca había sentido algún tipo de silencio incómodo con Oliver. Por lo general siempre hablábamos de cualquier tontería y era muy agradable considerando que no me gusta que haya silencio.

Pero ahora, aquí, frente a la puerta de mi departamento, ambos hemos estado callados por varios minutos desde que Darien entró a la casa.

Obviamente él vio el beso que le di, no servirá de nada decir que no era mi intención porque sí la era, solo que en el lugar equivocado. Odio a Darien por haber volteado en ese preciso momento.

— ¿Para qué me viniste a buscar?—finalmente pregunté.

Pude hacer algo más prudente como dejarlo pasar o ir a otro lugar pero mi cabeza no estaba funcionando correctamente.

—Quería hablar contigo. No quiero que terminemos mal—se notaba un poco molesto.

¿Entonces si estamos terminando? ¿O ya lo habíamos hecho?

—Entiendo...

No, no entiendo. No entiendo cómo es que de un momento a otro dejamos que esto nos sobrepasara, podríamos seguir juntos si quisiéramos pero al parecer somos muy cobardes.

—Será mejor que me vaya.

—Eres un cobarde—se me salió y me miró con curiosidad.

— ¿Un cobarde? Adela, no soy un cobarde por no seguir con esto.

—Sí, sí lo eres.

— ¿Por qué estás tan molesta conmigo?

Estoy molesta, quería tratar de ocultarlo pero no puedo. Tantos días llenos de tristeza estaban disfrazados de molestia aunque no lo quería aceptar.

—No estoy molesta.

—Claro, y por eso me llamas cobarde.

—Estaba molesta porque me dejaste, porque no quisiste arriesgarte por nosotros y porque al parecer yo soy la única afectada por esto. Pero ahora no estoy molesta, estoy decepcionada de ti—me acerqué apuntándolo con el dedo en el pecho y él tomó mi muñeca.

—No eres la única afectada por esto y tú tampoco quisiste arriesgarte por nosotros, así que no hables de decepciones.

—Claro que quise arriesgarme por nosotros.

—No lo parece, de hecho luce como que solo esperabas a que lo nuestro terminara para tener tu oportunidad con Darien.

—Yo no buscaba una oportunidad con Darien.

—Se nota. Dándole besos no creo que se lo dejes muy claro.

No se merecía que le explicara todo lo que pasó, estaba cansada de esto que solo quería terminarlo. De hecho debimos de tener esta conversación mucho antes.

—Mira, no voy a estar con él y mucho menos contigo después de esto—me solté de su agarre pero no me aparté de la distancia que habíamos formado.

—Pues no quería volver contigo de todas maneras.

Sé que lo que estamos diciendo no son cosas que queremos expresar, al menos no es así de mi parte, el enojo habla por mí.

—Pues por algo estás aquí, ¿no? Y no creo que sea para ver a Darien.

—Solo quería aclarar las cosas y terminar de buena manera. Pero veo que ya seguiste adelante.

—No podemos terminar de buena manera si sigues creando ideas tontas en tu cabeza.

—Serán ideas tontas, pero tú no haces mucho por detenerlas.

—Porque no tendría que hacerlo si tuvieras confianza en mí, ¡idiota!—me alteré solo un poco así que le solté un golpe en el pecho, el cual no debió de dolerle porque no tengo mucha fuerza—. Desde que tú apareciste en mi vida no pude ver a nadie más como a ti.

Otro golpe, estaba frustrada por no poder hacerlo entrar en razón. Era desesperante tener que dar explicaciones sobre mis sentimientos y toda esta carga emocional me había provocado que también comenzara a llorar.

—No lo creo—dijo, aunque se veía con confusión al verme.

— ¡Pues es así!—lo volví a golpear—. Dejé de estar enamorada de Darien desde el primer momento que hablamos, siempre has sido tú al que he querido, incluso antes de saberlo.

— ¿Ahora me entiendes cuando intentaba explicarte que Romina pasó a segundo plano cuando te conocí?—tomó mis muñecas con una mano para que lo dejara de golpear y me acorraló contra la pared—. Siempre has sido tú, Adela.

No supe muy bien que pasó por la euforia del momento, pero sin soltar mis muñecas también me tomó por la nuca y me besó.

Gemí contra su boca porque Oliver tiene esa habilidad de encenderme en un segundo. Soltó finalmente mis muñecas y así pude enredar mis manos en su cabello mientras sus manos se dirigieron a tomar mi trasero y me pegó a su cadera. Incluso con un pequeño impulso logré enredar mis piernas alrededor de su cintura y el vestido facilitaba muchísimo el roce de nuestras intimidades, solo que recordé que estábamos en el pasillo de mi edificio y alguien podía vernos.

Me separé con mucho pesar y lo observé. Tenía las pupilas completamente dilatadas y la respiración agitada, yo debía estar igual.

—Oliver...

No pude decir nada más porque aun agarrándome por las piernas me llevó adentro de la casa y como pudimos cerramos la puerta, era mucha la desesperación por volver a besarlo que no dejé que avanzara más y volví a atacar su boca.



#29763 en Novela romántica
#4958 en Chick lit
#18837 en Otros
#2911 en Humor

En el texto hay: humor, comediaromantica,

Editado: 24.01.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.