Adela.

Treinta y ocho: Brenda.

 

Hace unos meses las cosas marchaban demasiado bien para mí, estaba sorprendida de que tuviera un buen trabajo, un novio y amigos con quien estar, sobre todo tenía a mi mejor amigo.

Ahora solo tengo a mi hermana, de lo cual no me quejo, pero ella está todo el día afuera con sus clases. He recuperado tiempo perdido con Brenda, a pesar de que su habitación es pequeña y ambas dormimos en su cama individual, pudimos acomodarnos bien. A veces peleamos por lo pequeño que es el espacio, son típicas peleas de hermanas, pero necesitaba una excusa para salir de esa habitación ya que a veces me desesperaba un poco.

Solo que no tengo ninguna excusa para estar fuera, no he tenido muchos llamados del trabajo, tampoco tenía tantos antes, pero si unos dos o tres por semana, ahora va una semana sin trabajos pendientes;  además de que ya no tengo novio, mis queridísimas amigas han desaparecido justo cuando más necesitaría de su compañía y las cosas con mi mejor amigo son un poco complicadas.

No he hablado con él desde el fin de semana pasado cuando me fui de casa y sí, extraño su compañía. Pero mi orgullo no me deja volver aún, además  de que le estoy dando su espacio para que piense bien las cosas.

Ahora estaba saliendo de bañarme y necesitaba con urgencia un tampón así que empecé a buscar entre los anaqueles del baño, no encontraba nada lo cual fue raro porque conociendo a Brenda debería de tener de estas cosas por ser muy precavida.

Seguí buscando hasta que en el fondo de un cajón encontré la caja de una prueba de embarazo.

¿Prueba de embarazo?

¿Por qué Brenda tendría algo así?

No tendría caso guardar una prueba nueva, al menos que...

Abrí la caja que no estaba bien sellada, saqué la prueba que por suerte tenía tapa —ya que no quería tocar algo probablemente usado— y la prueba tenía dos rayitas.

— ¡Breeenda!

Salí rápidamente del baño aún en toalla y toda mojada pero esto era muy importante.

— ¿Quieres que mate otra araña?

Generalmente cuando grito su nombre es para que mate a las arañas que llego a encontrar, me dan miedo. O para que me dé algo que olvidé.

— ¿Qué es esto?

Le mostré la prueba y ella me miró confundida, luego reaccionó y palideció.

— ¿Me creerías si te digo que es un termómetro?

—No soy tan tonta.

Ella me ignoró y volvió la atención a su laptop.

— ¿Por qué no me respondes? —insistí.

—Estoy fingiendo que no estás aquí.

—Breeeenda.

— ¿Por qué tenías que encontrar justamente esa cosa?

—Yo que sé, ¿esto significa que...?

—Primero vete a vestir y ya hablamos.

Corrí a vestirme al baño y salí a toda prisa, ella estaba frente al espejo mirando su vientre. Oh vaya. Mucho dramatismo.

— ¿No es broma?

—Quisiera que lo fuera.

— ¿Es de León?

Claro que es de él, es su novio sería lo más normal porque ella no estaría…

—No.

—Pero... llevas con él una eternidad, ¿terminaste con él?

—No—suspiró—, no me juzgues, pero estuve con otra persona.

Oh, no me lo esperaba. Brenda siempre ha hablado bien de León, parecía tan enamorada de él, últimamente ya no, pero ella se justificaba diciendo que era una etapa en toda relación.

—La verdad es que es un poco raro viniendo de ti, no te juzgo, solo no lo esperaba.

— ¿Recuerdas al chico que vino a mi habitación la vez pasada?

—Sí... dijiste que te atraía o algo así

—Bueno, me gusta y no pude evitarlo, estoy embarazada de él.

» Las cosas con León no iban muy bien, no habíamos tenido nada en varios meses, ni siquiera nos habíamos visto y pasó lo que tenía que pasar con Lucas. Un día vino a verme para estudiar y no pude evitar besarlo.

— ¿Cuánto tiempo tienes?

—Dos meses y medio, me enteré la semana pasada antes de que llegaras.

— ¿Qué harás?

—Primero le diré todo a León y luego a Lucas—se sentó en su cama—. Después no sé, pero estoy segura de que quiero al bebé y no me importaría hacerlo sola, he tenido mucho tiempo para meditarlo y sí, lo quiero.

Supongo que Brenda ya tuvo bastante tiempo para pensar en todo esto, es algo difícil saber qué hacer, si me pasara algo parecido me estaría muriendo de miedo.

—No estarás sola, yo lo criaré contigo de ser necesario.

—Gracias—me sonrió.

—Lo importante es que ya tienes la decisión tomada y lo que pase después, será cosa del destino.

—Das miedo cuando hablas como la hermana mayor.

No puedo negarlo, si es bastante raro que yo sea la que tenga que apoyar a Brenda cuando ella siempre es la que lidia con mis problemas existenciales.



#29773 en Novela romántica
#4958 en Chick lit
#18844 en Otros
#2912 en Humor

En el texto hay: humor, comediaromantica,

Editado: 24.01.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.