Adela.

Cuarenta y cuatro: Despedida.

Después de dos semanas el niño sin nombre ahora tiene uno: Luis. No se parece tanto a los nombre que sugerí pero es lo de menos. Mi sobrino es tan adorable que ya no me da miedo cargarlo, de hecho se deja querer por todos.

Ahora mismo estaba viendo atentamente como él hacía una pintura, le había dado unos pinceles para jugar y solo los agitaba en sus pequeños puñitos pero creo que puede ser un arte abstracto perfecto.

—No serías mala teniendo hijos—dijo mi cuñado desde el sofá con los ojos cerrados. Yo le dije que descansara un poco mientras cuidaba al bebé y no tardó ni un segundo en aceptar.

—No gracias, solo sirvo para ser tía.

—Eso dijiste cuando no querías cargarlo y mira, ahora no se te despega.

Me daba miedo lastimarlo pero ahora soy consciente de que ese niño puede ser más inteligente que yo y nunca se pone en riesgo. Aunque cuando empieza a estar inquieto y curioso por tocar cosas lo dejo con Brenda, son las ventajas de que el hijo no sea mío, puedo devolvérselo a su mamá cuando entre en pánico.

Brenda salió de la habitación en pijama y se tendió a lado de su esposo.

Ambos se veían agotados, el bebé los despierta por las noches y no han tenido muchos momentos a solas.

— ¿No quieren salir esta noche?

— ¿A qué?—Brenda me contestó.

—A vivir su amor no sé, tengan una cita o algo.

Ambos se miraron por un largo tiempo. Honestamente creí que dirían que no, pero en menos de una hora los dos estaban listos para salir.

—Nos vemos por la mañana—dijo Brenda desde la puerta.

Creo que necesitaban desesperadamente un respiro porque ni siquiera Brenda me dio miles de advertencias y cuidados sobre Luis, solo se marchó.

Ahora solo estábamos él y yo en casa y en serio esperaba que no se alocara y comenzara a destruir cosas alrededor del lugar.

Estaba entrando en pánico cuando Darien entró a la casa. Genial, un adulto responsable vino a cuidarnos. En cuanto Luis vio a Darien le comenzó a estirar los brazos para que lo cargara y él lo hizo feliz.

— ¿Y la parejita?

—Salieron, me ofrecí de niñera.

Él solo asintió y se recargó en el sofá con Luis en su regazo.

Él también se veía agotado, pero es porque ha tenido mucho trabajo y además ha estado empacando a lo largo de la semana.

Mi mejor amigo se va el próximo fin de semana y no he podido procesarlo.

— ¿Qué harás el viernes?—preguntó mientras jugaba con las manitas de Luis.

—Trabajar, regresar a casa, dormir.

Esa ha sido mi rutina en estos meses, no sé en qué momento mi vida se hizo aburrida de nuevo.

—Mamá quiere hacerme una cena de despedida... quiere que vayas.

Antes habíamos hablado sobre ir a almorzar a casa de Amanda, pero con el trabajo excesivo de Darien y el nacimiento prematuro de Luis nunca pudimos ponernos de acuerdo.

— ¿Solo nosotros?

—Bueno, nosotros, Brenda, este niño y Lucas.

Una parte de mí esperaba que no mencionara a Oliver, solo una parte porque otra se moría por verlo de nuevo.

—Está bien, me agrada la idea.

No preguntes por él, no preguntes, Adela. Autocontrol.

—De Oliver me despediré antes de irme, quedé de ir a su casa.

Qué bueno que él lo mencionó y no yo.

—Sigue pareciéndome raro que puedan llevarse bien.

Darien sonrió.

Hace unas semanas me confesó que ha estado saliendo con Oliver, lograron arreglar sus diferencias y aunque siguen teniendo peleas sin sentido, ahora parece que se llevan bien. Pero cada que intento sacar el tema, Darien no me suelta nada, aunque creo que eso es bueno.

—A mí igual me parece raro.

 

(...)

 

Conozco a Amanda desde que entré a la universidad. Siempre ha sido buena conmigo y una parte de mí tiene miedo de que no me trate igual a como siempre al pensar que "terminé" con su hijo.

Ella siempre ha sido como una mamá para mí y a pesar de que las cosas con mi verdadera madre van un poco mejor, quiero que Amanda también esté presente en mi vida. Tendrá sus detalles, como toda mamá, pero nunca me haría daño a propósito.

Por eso estoy nerviosa de entrar a su casa. No quiero que me sea indiferente, quiero que todo sea como hace varios meses.

Darien abrió la puerta para todos y dejé pasar a Brenda con el bebé primero, porque esa sería una buena distracción.

En cuanto Amanda la vio, fue a conocer al pequeño Luis y le preguntó si podía cargarlo. Brenda dijo que sí porque realmente no es quisquillosa con quien cargue a su bebé.

Traté de pasar desapercibida pero Amanda me llamó.

—Adela Ríos, no empieces a evitarme.



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En el texto hay: humor, comediaromantica,

Editado: 24.01.2024

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