Adela.

Cuarenta y seis: Buena dama de honor.

El famoso día de la boda ha llegado.

Por fuera me siento como toda una princesa en mi vestido rosa pastel. No es muy largo y tiene un bonito escote en la parte frontal, además de que me dejé el cabello suelto y llevo un maquillaje bonito y con brillos, como me gusta.

Pero por dentro he sido un manojo de nervios en espera de que todo salga bien. Estoy más preocupada que Brenda y eso que ella es la que se casa, aunque con lo perfeccionista que es, se encargó que nada saliera mal, pero con lo pesimista que soy, solo pienso en las mil posibilidades de que algo pudiera salir fuera del plan.

Pero he tratado de relajarme y actuar como una buena dama de honor. Una buena y bonita dama de honor.

Hace mucho que no me sentía fabulosa como hoy, aunque sé que nadie le gana a Brenda.

Su vestido de boda es hermoso, con una falda no tan pomposa pero si larga y está abierto de la parte de la espalda. Pero lo que más hace especial su atuendo es su sonrisa y su semblante de felicidad, creo que está muy segura de lo que está haciendo. Sus fotos lo demuestran, se nota la felicidad en ambos y es irónico porque nunca la vi igual de feliz en varios años de relación con su ex a como la he visto en un par de meses con Lucas, además de que me agrada mucho Lucas, más bien a todos, mis padres no pudieron odiarlo aunque trataran.

La parte menos complicada de la boda había pasado, yo consideraba que era la ceremonia, porque realmente son muy pocas cosas las que pueden salir mal ahí. Así que el asunto pasó con tranquilidad y sin percances y ahora estábamos en el salón donde sería la fiesta recibiendo a los invitados. Bueno, Brenda, Lucas, mis padres y sus padres hacían eso.

Yo... bueno, yo estaba cuidando al pequeño Luis quien está un poco inquieto en mis brazos porque quiere ir con sus padres pero ellos están ocupados lidiando con todas las personas que se acercan a felicitarlos a los novios en la entrada del salón. Aunque bueno, ya no son solo novios, ahora son esposos.

—Te ves preciosa, Adela—Rodrigo me dijo un poco sonrojado.

No supe en que momento apareció. Durante la ceremonia no lo vi ya que yo estaba en el altar a lado de Brenda. No me concentré en buscar a nadie más entre la gente ya que solo quería ver a mi hermana siendo feliz.

Todo eso me había hecho pensar en si yo algún día estaría del lado del altar... No es algo que llame mi atención, pero no negaré que sería algo lindo, aunque cuando pienso en quién estaría a lado mío en el altar no puedo imaginarme a nadie.

Por eso creo que no estoy hecha para casarme, no ahora, no en un largo tiempo.

—Gracias—le contesté finalmente a Rodrigo.

— ¿Entramos?

Asentí y caminamos adentro del salón aun con Luis en mis brazos. Nos topamos con mamá quien estaba dándole indicaciones a los meseros sobre como el servicio tenía que ser perfecto, tenía una actitud mandona hasta que vio a su pequeño nieto y su rostro se iluminó.

Para mí, mi madre siempre había sido una persona fría, cuando éramos niñas Brenda y yo, rara vez nos consentía y daba muy pocas muestras de afecto, nunca la vi convivir con niños y nunca creí que de hecho le gustaran, hasta que Luis llegó a nuestras vidas.

Siempre que lo ve, su actitud se suaviza y lo llena de regalos. Ahora venía en mi camino en busca de querer cargar a su nieto, a lo cual estaba agradecida ya que me dolía la espalda por lidiar con él.

—Descansa un poco hija, disfruta el tiempo con tu cita.

Si pudiera rodar los ojos frente a mamá, de seguro lo haría. Ahora está como papá tratando de emparejarme solo porque me dijo que quiere otro nieto. Si supiera que deberá de pasar mucho tiempo para eso porque ni siquiera tengo el interés ahora.

—Lo intentaré—dije para no pelear con ella.

—Se ven tan bien juntos, sabía qué harían una bonita pareja.

—Nos vemos más tarde mamá.

Arrastré a Rodrigo hasta el otro lado del salón ya que no quiero que se deje influenciar por mi madre y se de ilusiones de algo más. Por suerte no dijo nada y esta vez nos encontramos con Brenda y Lucas.

— ¿Cómo va todo?—les pregunté.

—Bien, no ha habido algún problema—Brenda contestó.

—Solo falta la banda, deben de llegar en algunos minutos.

Brenda le dio un codazo no tan disimulado hacia su ahora esposo.

— ¿Contrataste una banda?

—Je, je. Ahí están.

Volteé hacia donde Brenda estaba mirando y ahí venían los Cheaps, cargando parte de sus instrumentos, en cuanto nos notaron se acercaron rápidamente y Brenda me regalo una sonrisa inocente.

Antes de que pudiera decir o cuestionar algo, Bruno me abrazó.

—Eres una mala hermana—dijo sin soltarme.

—Lo siento.

—Ya quítate, también queremos saludar a Ade—Ernesto le reclamó así que se fue.

Ernesto me dio un abrazo corto y luego Adrián. Saludaron a Brenda y la felicitaron, yo seguía procesando todo esto, pero al menos parecía que venían solos.



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En el texto hay: humor, comediaromantica,

Editado: 24.01.2024

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