Adela.

Cuarenta y siete: Hermana de la novia.

Uno llega a creer muchas cosas en su vida, por ejemplo, yo creí que cuando volviera a ver a Oliver, alias el mejor ex novio que he tenido, sería de manera totalmente casual y en un momento de mi vida donde yo hubiera superado todo lo que pasamos y cuando eso obviamente no sucedió y me lo encontré en la boda de mi hermana, al menos creí que no me iba a afectar tanto el tenerlo aquí, pues no era necesario que conviviéramos.

Qué ilusa fui.

Es difícil ignorar su mirada, de hecho su presencia en sí es difícil de asimilar. Pero no ha hecho más que mirar en mi dirección y eso me pone los nervios de punta. Quiero hacer como si nada pasara y poder mostrarme indiferente pero no puedo, pero hago el intento al menos.

Ya era casi media noche y no había probado un bocado por el nerviosismo, tampoco había ido a atacar la barra de bebidas porque quería mantenerme sobria, hace rato casi lograba caer en las garras del alcohol pero me mantuve firme. No quiero hacer desastres en la boda de Brenda y sobre todo quiero recordar esta noche y no terminar tumbada en cualquier lugar

Después de ir a monitorear como estaba ella decidí encaminarme a mi mesa de la cual había tratado de salir lo menos posible para no tener que hablar con familiares o peor aún, con Oliver.

Estaba a punto de llegar cuando Rodrigo se acercó con su siempre sonrisa tímida.

—Me preguntaba si querrías bailar conmigo.

Él en serio que me da mucha ternura, así que decidí aceptar. Nos dirigimos a la pista y debo de decir que los Cheaps estaban haciendo un gran trabajo, obviamente no tocaban sus canciones propias, estaban tocando algunas baladas y ya casi terminaba su tiempo para que el grupo musical pudiera pasar y ambientar un poco más esta fiesta.

Rodrigo coloco sus manos en mi cintura así que yo coloqué las mías en sus hombros. Me sonrió y yo le devolví el gesto.

—Debo de ser una terrible compañera de boda—le dije, pues lo había abandonado casi toda la noche.

—No importa, eres la hermana de la novia así que debí de saber que estarías ocupada.

—Lo siento.

—No hay problema, tal vez algún día podamos tener una cita real—desvió la mirada.

—Claro, algún día.

No sé si sea capaz de eso pero sería bueno intentarlo alguna vez. En un futuro un poco lejano de preferencia.

Sentía la mirada de alguien sobre mi espalda así que comencé a buscar distraídamente por todos lados hasta que di con Oliver, quien hablaba muy amistosamente con la planeadora de la boda de Brenda, Raquel.

A pesar de que él estaba platicando con ella su mirada estaba fija en mí y cuando notó que lo había descubierto no apartó la mirada, en cambio miró un segundo a Rodrigo y luego regresó su atención a mí.

La canción terminó y Rodrigo tomó mi mano para salir de la pista. Gesto que Oliver observó sin tener alguna expresión en su rostro.

— ¿Vamos a la mesa?

—Eh, creo que necesito un trago.

—Está bien, te veré allá—me sonrió y se fue hacia nuestra mesa.

No era mentira, necesito un trago.

Llegué a la barra y esperé a que el bartender llegara.

—Dame un tequila.

— ¿No eres la misma que me dijo que por nada del mundo le diera más alcohol?

Cuando estuve a punto de emborracharme le dije al chico desconocido que no me diera más alcohol aunque se lo pidiera. No esperaba que recordara eso entre tantos invitados.

—Cambié de opinión.

—Eso iría en contra de mi ética.

—Soy la hermana de la novia. Tienes que hacerme caso.

—Claro—el chico se fue y luego regresó con un vaso de cristal lleno de agua.

—Esto no es tequila.

—Me lo agradecerás luego—y se fue.

Creo que tiene razón aunque moría por un tequila.

Tomé tranquilamente mi vaso de agua hasta que alguien llegó a mi lado y el perfume varonil que recordaba casi a la perfección invadió mis sentidos.

—Hola, Adela.

—Hola, Oliver.

— ¿Disfrutando de la boda?

¿Eso es una indirecta o...? No. No voy a sobre pensar las cosas, solo es un tema de conversación.

—Es difícil hacerlo cuando eres la hermana de la novia, pero sí, creo que lo hago. ¿Tú?

—También es difícil cuando tienes que cuidar que tres chicos no hagan desastre.

No sabía que más decirle así que solo asentí y volví a beber de mi vaso.

—Solo quiero saber algo—dijo tomándome desprevenida.

—Dime.

— ¿No te incomoda tenerme aquí o sí?

Por primera vez lo miré e inmediatamente me arrepentí. Quedé atrapada en sus ojos casi negros pero no podía dejar que me desestabilizara, así que fingí una sonrisa cordial y controlé mi voz sin apartarle la mirada para que fuera más creíble.



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En el texto hay: humor, comediaromantica,

Editado: 24.01.2024

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