Adela.

Cuarenta y ocho: Última vez.

No sé en qué momento la noche se me pasó tan rápido.

Ya era de madrugada, casi todos se habían ido e incluso los novios estaban subiendo sus maletas a un taxi para irse al aeropuerto. Se habían despedido de todos dentro del salón pero quise venirlos a acompañar a la entrada, sobre todo porque no quería soltar aún a mi sobrino.

—Disfruta tu luna de miel—le dije a Brenda quien ya se había cambiado de ropa totalmente.

—Disfruta la casa sola por una semana.

No quiero sonar grosera pero sí que la disfrutaré. Extraño mi soledad.

—Sí, ya me acostumbré a ustedes. Los extrañaré—la abracé a manera de despedida y le entregué a Luis.

Una mentira piadosa no le hace mal a nadie. Aunque definitivamente a quien más extrañaré es a mi sobrino.

—Nosotros a ti—se separó—. Nos vemos en unos días.

Brenda y Lucas se subieron al taxi y Luis por la ventana sacudió su manita a manera de despedida.

Oficialmente soy libre por una semana.

No quiero malinterpretaciones, amo a mi familia y sobre todo a mi sobrino... pero a veces me harta el tener que cambiar pañales en vez de simplemente perder el tiempo. Creo que merezco este descanso.

Vi como el taxi se alejaba y regresé al salón. La música sonaba muy bajo lo cual era señal de casi irnos. En realidad quedábamos muy pocos, solo familia muy cercana y los Cheaps, ellos estaban recogiendo sus instrumentos mientras que su representante estaba atento al teléfono. Mis padres estaban recogiendo sus cosas así que decidí acercarme para despedirme.

Se supone que ellos me llevarían, o eso le dije a Brenda, pero mi libertad comienza desde hoy y aunque mi relación con ellos ha mejorado muchísimo en los últimos meses, no quiero ir escuchando sobre todo lo que pasó en la boda que no les haya parecido. Ellos se llevarían los regalos y mañana los llevarían a nuestra casa así que también me ahorraron esa responsabilidad.

Iba caminando cuando Bruno me interceptó en el camino.

— ¿Ya tienes como irte, Ade?

—Bueno... iba a tomar un taxi.

— ¿Cómo planeas tomar un taxi de madrugada?—ahí está el hermano sobre protector—. Si quieres, puedes ir con nosotros.

—No quiero desviarlos.

—No importa.

Bueno, así ahorraría un poco de dinero ya que el taxi me cobraría algo caro por ser tan tarde.

—Está bien.

—Perfecto, ya solo guardamos nuestras cosas.

—Bien. Mientras iré a despedirme de mis padres.

Bruno asintió y volvió con los chicos, yo acompañé a mis padres hasta la entrada y media hora después de asegurarme de que ya no hubiera nadie en el salón y que no se me olvidara nada, salí a encontrarme con los chicos que estaban con su representante aún.

Me acerqué lentamente tratando de ocultar mis nervios y todos me recibieron con una sonrisa, pero especialmente tres personas tenían una sonrisa cómplice... algo me dice que hice mal en aceptar lo de Bruno.

— ¿Qué pasa?—pregunté.

—No calculé el espacio de los instrumentos en el auto... creo que vamos un poco llenos.

—Bueno, aún estoy a tiempo de tomar un taxi.

—De ninguna manera, Ade—Adrián me contestó esta vez—. Oliver puede llevarte.

—No quiero molestar...

—Él ya aceptó—Ernesto decidió unirse a su equipo.

—Pero...

—No me molesta—Oliver interrumpió.

—Entonces está bien.

Supongo que no me queda de otra. Además si pude mantener una conversación decente con él tal vez pueda hacerlo algunos minutos más. El trayecto a mi casa no es muy largo.

—Nos vemos luego, Ade—Ernesto se despidió de mí.

—Ya no desaparezcas tanto—Adrián me dio un beso en la mejilla.

—Iré a verte pronto—y finalmente Bruno me dio un abrazo.

Oliver y yo nos apartamos de los tres para caminar hacia su auto. Me abrió la puerta del copiloto y luego subió también.

Salimos del estacionamiento en total silencio, él puso la radio para que esto no se volviera incómodo aunque con él nunca me había sentido así, ahora no sería la excepción. Había de hecho cierta tensión en el aire, al menos por mi parte.

No puedo culpar a mis hormonas, pero sí trate de controlarme a mí misma.

— ¿Cómo te va en tu nuevo trabajo?—preguntó él después de unos minutos de viaje.

—Tiene sus cosas buenas. ¿Qué tal todo con los Cheaps?

—Bastante bien, están escribiendo nuevas canciones.

— ¿Podré escucharlas?

Su disco me había encantado, lo reproducía siempre que podía y me hacía bastante ilusión verlos triunfar.

—Por supuesto. No han dejado de parlotear sobre que les gustaría que vieras su nuevo estudio.



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En el texto hay: humor, comediaromantica,

Editado: 24.01.2024

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