Nunca me he considerado fanática del té.
Y fin, no me gusta.
Me levanté del sofá y camine a la cocina para tirar el té que había hecho y que ni siquiera había tomado la mitad.
Traté de hacer algo tranquilo en mi último día de soledad pues toda la semana me la pasé durmiendo, pintando y anduve por la casa en ropa interior disfrutando el que no hubiera personas atravesándose a cada momento.
Hoy había agarrado un libro que Darien me recomendó, serví una taza de té y jugué a ser la intelectual, solo que esas cosas no van conmigo. Todo en un desesperado intento de no estar pegada al teléfono.
Los primeros días después de la boda estuve esperando una llamada, un mensaje o algo y después, cuando noté lo patética que fui, me resigné y seguí con mi vida.
Había estado con Oliver, el recuerdo de esa madrugada perfecta incluso aún me causaba cosas, pero solo se quedaría como recuerdo. Fue lindo, fue una última vez de la que no me arrepiento y no fue incómodo para ninguno. De hecho cuando nos detuvimos ya era de día y él se terminó yendo, no hablamos al respecto y creo que eso está bien.
Necesitaba ese cierre, creo que después de eso ahora puedo finalmente avanzar y enfocarme en mí.
Estaba limpiando un poco mi desastre cuando mi teléfono sonó, fui hasta la sala donde lo había dejado para alcanzarlo y leí el identificador de llamadas.
—Vaya, hasta que te acuerdas de mí—fue lo primero que dije.
—Lo siento, he tenido mucho trabajo, Ade.
No había hablado con Darien desde antes de la boda, solo habíamos mensajeado un poco, pero solo eso.
— ¿Qué tal todo?
—No me quejo, ¿Cómo van tus días libres?
—De maravilla. Pero extraño a mi familia.
— ¿Llegan hoy?
—Así es, por la noche.
Caminé hacía mi habitación para tirarme en la cama, no creo que sea una conversación larga ya que Darien se escucha con prisa.
— ¿A qué debo tu llamada?
—Solo quería saber cómo estabas y... eso, cosas que hacen los amigos.
—Ajá, ¿y luego?
—Pues... la chica que atiende la biblioteca de la escuela me invitó a salir, acepté y eso pasará en unos diez minutos, así que busqué una excusa para retrasar un poco mi salida.
— ¿Es linda?
Darien nunca me habla de chicas así que de seguro es preciosa y él se siente intimidado y está a punto de cancelar de seguro.
—Sí, y simpática y le gusta hablar mucho. Lo que es contrario a mí, yo no hablo de cosas interesantes.
—Bueno, a ella le gusta hablar y a ti escuchar. De seguro todo saldrá bien.
—No lo sé Ade, ¿y si cancelo?
—De ninguna manera, vas a salir y vas a verla. Si las cosas salen mal pues solo será una experiencia más.
Darien guardó silencio analizando mis palabras.
—Vale.
—No creí que de verdad lo conseguiría.
—Hice bien en llamarte.
—Disfruta tu cita y no sobre pienses las cosas.
—Trataré. Disfruta tus últimas horas de libertad.
—Lo haré. Ahora vete antes de que se te haga tarde.
—Ya voy, ya voy. Te llamo luego.
Y colgó.
Así de lindo es Darien, colgando sin despedirse.
Me acomodé mejor en mi cama y me fui quedando dormida, no sé cuánto tiempo pasó pero me fui despertando al sentir unas manitas tantear mi rostro pasando desde el nacimiento de mi cabello hasta mi boca.
Fui abriendo los ojos y mi pequeño sobrino estaba sentado frente a mí y cuando vio que le prestaba atención comenzó a reír.
—Hola pequeñín.
Me levanté y lo tomé en brazos para ir a buscar a sus padres. Ellos estaban metiendo sus maletas a su habitación, no sabía que había dormido tanto como para verlos ahora llegar, ya debía ser algo noche.
— ¿Cómo te fue?—me preguntó Brenda en cuanto me vio con Luis, yo seguía algo adormilada, tal vez ya había ido a verme y yo no desperté.
—Bien, no me quejo.
— ¿Llegaste bien después de la boda?
Sí, y con una excelente compañía.
—Sí, llegué a dormir.
No quería contarle nada de Oliver porque, o me regañaba, o iba a contribuir a eso de hacerme ilusiones y mejor dejar las cosas así.
Me levanté para no quedarme dormida de nuevo.
—Honestamente pensé que irías a emborracharte.
—Nah, ya dejé esa vida atrás. ¿A ustedes como les fue?
—Excelente, todo estuvo perfecto y tengo unas hermosas fotos de Luis que de seguro quieres ver.
Yo asentí y ella entusiasmada dejó de acomodar sus cosas y se acercó para mostrarme las fotos. No tenía ya mucho sueño ya que había dormido algo así que me quede a escuchar por varias horas toda la travesía de la luna de miel de mi hermana.