Ademia

Capítulo 10: Edificio destruido

Me palpo el rostro con el dorso de la mano para reaccionar y quitarme el sueño, desconozco hace cuánto estoy sentada en la misma posición pero ya no siento las piernas, y el dobles de mi abrigo ya no aguanta mis mañas. El señor de la comisaría me observa con un ojo en la hoja y otro en la pantalla.

—Entonces, en resumidas palabras... —hace clic en alguna carpeta del ordenador arrastrando lentamente el ratón de plástico gris—... Dices que te secuestraron unos hombres de negro a plena luz del día que a su vez tienen relación con el perro que siempre te sigue, y te llevaron a un lugar abandonado donde te han pasado cosas que no puedes decir porque no te salen las palabras para describirlo lo cual has clasificado como paranormal, ¿Estoy en lo correcto?

Si mi jefe me hubiera acompañado mi declaración sería otra, pero no, él solo...

*Flashback*

—¿Vamos?

—¿A dónde? —Frunce el ceño.

—Dijo que me acompañaría a hablar con el comisario —su expresión de desconcierto hace que la sonrisa se me borre. ¿Jefe?

—¿Yo dije eso? Hmm —manea la cabeza —. Estoy tratando de recordar cuándo tuve esa conversación contigo pero no recuerdo nada.

—¿Cómo? —miro a Tyler tratando de buscar una respuesta pero no me dice nada. ¿Y no recuerda tampoco lo que dijo sobre mi ausencia de toda la semana y...?

—¿Me estás pidiendo vacaciones? —Suelta una carcajada que interrumpe mi pregunta—. Qué forma tan astuta, Chlorine.

—¿Qué? No, no —alboroto las manos para expresar mi negación—. Usted dijo que hoy es jueves, no viene a trabajar en casi toda la semana, son sus palabras.

Él niega. ¿Cómo es posible?

—Todavía no te corresponden las vacaciones.

—¡No! —exclamo sin dar crédito a la situación. No lo entiende, usted dijo...

Vaaale, Chlorine —me interrumpe un poco borde—. ¿Qué mosca te ha picado? Es lunes y hay que trabajar, si necesitas tomarte unos minutos al aire libre para despejarte, entonces hazlo, pero no quiero más escenas aquí. Hoy no estoy para esto.

No entiendo qué pasó, no entiendo por qué cambió su parecer y actúa como si la conversación que tuvimos hace menos de cinco minutos no sucedió. ¿Qué les pasa a las personas conmigo últimamente?

—¿Qué has hecho? —le digo a Tyler que observa cómo mi jefe abandona la biblioteca—. ¿Por qué todo me sale mal cuando tú estás, ah?

Este me devuelve la atención con una mirada de compasión.

—No lo entiendes...

—Tampoco me ayudas a hacerlo. Y ya deja de verme así.

*Fin del flashback*

Suspiro. ¿Quién lo habría imaginado? Pero de todos modos, aquí estoy. Dirijo mis ojos de nuevo al comisario.

—Sí. Es que intentaron acabar con mi vida, tengo las... —me apresuro a arremangar mi camisa, pero luego recuerdo que ya no tengo nada en mis brazos y vuelvo a bajar las mangas—. Logramos escapar y nos perdimos en el bosque.

—¿Entonces habían más personas contigo? —pregunta con molestia y vuelve a escribir en su computadora.

—Sí, estaba con el chico que quiero denunciar, Tyler Joseph.

Mis últimas palabras provocan una reacción en él. Eleva sus pobladas cejas como si estuviera sosteniendo una pesa de 120 kg, una batalla que parece estar perdiendo pero que mantiene en alto. ¿A caso, logré arrancarle una expresión de sorpresa? Diez palabras lograron más que toda mi declaración. Es un pequeño avance.

—Y dígame, ¿De qué lo denuncia?

—De secuestro —me tomo un momento para cerrar los ojos, respiro hondo y los abro de nuevo—. Él llevaba un pasamontañas igual que los otros hombres, y cuando estábamos en el bosque él me... Él me forzó a que le diera un beso con la escusa de que me diría la verdad pero amanecí en su casa —paso saliva—. Estaba de ropa interior en su cama. Él afirma que no sucedió el secuestro y yo no tengo conocimiento de haber hecho cosa alguna de lo que él alega.

—¿Y qué alega?

—Que yo me caí y me desmayé y cuando llegué a su casa me quedé dormida en su cama porque yo se lo pedí.

Una carcajada fuerte estalla desde su boca oculta tras el bigote, acompañada por su risa áspera y gutural mientras golpea el escritorio con la palma de su mano, casi haciéndome saltar el corazón del susto. ¿Le parece divertido lo que estoy diciendo? Mis manos tiemblan bajo la mesa.

—Oye... —termina de reírse y parece recordar que no debe hacerlo, puesto que vuelve a lucir inexpresivo—... Esto es así. Tú te has líado con ese chico y no te ha gustado en absoluto y ahora quieres vengarte de él.

—¿Disculpa? —no puedo dar crédito a la tergiversación de mis palabras. Me cubro el pecho como si hubiera sido sorprendida en mi desnudes. Parpadeo nerviosa, mientras las imágenes de Tyler abrazándome en la intimidad de mi habitación bailan en mi mente, suavizando mis labios con besos y dibujando sonrisas cómplices, culpables de algo secreto... —¡Eso jamás pasó! ¡No es cierto! —exclamo, levantándome de un salto.

Si no fuera por su insignia policial, las palabras no se alzarían en tono desafiante. Pero carezco de los medios para explicarle que mis palabras iban dirigidas hacia mí misma. ¿Por qué estas imágenes se instalan en mi mente, tejidas con hilos fantasmales de momentos que nunca fueron?

¿Qué sucede conmigo?

—¿Se encuentra bien? —sus ojos se entrecierran, esperando respuesta. Yo guardo silencio—. Acepte las consecuencias de sus actos, jovencita, pues si persiste en hablar, la sancionaré por falso testimonio.




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