¿Qué son todos estos recuerdos si..?
—Chlorine, no olvides tomar tu jugo.
Ella lo extiende hasta ponerlo frente a mí. Salgo de mis pensamientos y la observo. Sus dedos tiemblan apenas, o quizás son los míos. ¿Qué pasó hace un momento?
El vaso parece más pesado de lo normal, y cuando me lo acerco a los labios, un aroma distinto hace que arrugue la nariz.
Lo bebo.
Me siento tan confundida.
—En cuanto termines, tráelo. Sube a alistarte pronto, tu padre te está esperando.
Vuelve a darme la espalda, y continúa con sus cosas.
Me quedo quieta. La superficie anaranjada del líquido me trae... me trae... malos recuerdos.
¡Claro!
Tiene la medicación adentro. Mierda. Mierda.
Trago saliva. Subo las escaleras con prisa hasta mi habitación. Ingreso al baño, abro la tapa del inodoro y vierto el contenido lentamente. El líquido desciende en espiral, uno que casi me marea.
Maldición. Aprieto la mandíbula con fuerza. Tiro la cisterna varias veces hasta que el olor y el color desaparecen. He llegado a tomar poco menos de la mitad. ¿Tendrá el mismo efecto?
Yo... yo sigo recordando lo que pasó. Pero es tan extraño. Mi mente se siente parcialmente nublada. Estoy levemente desconectada de mí misma, de mi razonamiento, de mi pensamiento, de alguna extraña e inexplicable manera. Todo aquí arriba es blanco.
Acaricio mi pecho, intentando calmar mi pulso.
Tranquila, tranquila, todavía estoy bien.
Cierro la puerta con trancan y empiezo a caminar por la habitación, una y otra vez, sin rumbo.
Tyler. Tyler. Tyler. Tyler. Tyler.
Todo se deforma en mi mente.
Tyler. Tyler. Tyler. Tyler. Tyler.
¿Ahora qué hago? ¿Tengo que seguir con mi vida como si nada hubiera pasado? Probablemente sea la mejor opción, al fin y al cabo.... No, no, diablos. ¿Por qué pienso de este modo? Soy una completa idiota. Tengo que hacer algo. Sí.
No puedo quedarme como si nada. Esta vez es diferente, ahora ya sé cuál es la forma exacta de su ausencia. Algo ya es diferente y puedo notarlo a la perfección.
Cierro los ojos. Puedo buscarlo con su huella.
—Vamos, tienes que sentir algo. —Ejerzo más fuerza en mis párpados.
No siento nada. Absolutamente nada. Solo una imagen negra.
Lo intento una y otra vez, con la respiración cada vez más entrecortada. Nada.
Acaricio mi pecho otra vez. Me sobo la nariz. ¿Ya está? ¿Es todo lo que puedo lograr?
Llevo mis manos a la cabeza. Vamos, piensa. Piensa.
—Las fotos —murmuro.
Busco por todas partes la cámara. Ni siquiera puedo entender cómo estoy en mi habitación después de haber caído de aquella altura. Debí haber muerto desangrada. Lo recuerdo bien.
Eso ya no importa. No tengo que pensar en eso ahora. Haber llevado la cámara fue la mejor decisión. Si tan solo pruebo que este día ya pasó, no me importa atribuirle la culpa a este extraño mundo fantasioso que Tyler tanto me ha querido meter por los ojos. Por una vez, no importa el motivo.
La encuentro al fin en el mismo lugar donde suelo guardarla. La enciendo. Por favor...
—Sí... —Sonrío. Una foto de... —No, no, no —trato de dar marcha atrás pero estas cambian cuando las veo pasar. Se me borra la sonrisa de golpe.
Todas las fotos parecen desvanecerse, una tras otra.
¿Qué..?
Parpadeo con lentitud.
Se han borrado... Todas.
Todas menos una. Una foto desenfocada de Tyler dándome la espalda.
Es apenas una prueba, pero es suficiente.
—Hoy es lunes... Lo sabía.
¿La medicación, entonces, borra todos mis recuerdos? ¿Esta es su verdadera función? ¿Hace que piense que veo cosas mal y distorsionadas?
Me quedo mirando la foto como si el recuerdo se me derritiera entre los dedos. Las lágrimas llegan solas. Sé que no es por lo que veo. Temo tanto que lo poco de jugo que bebí haya hecho su efecto tan abrumadoramente. Ya no recuerdo si en verdad saqué las fotos y esta de Tyler es la única que de verdad tomé, o si la caída averió la cámara y solo se detuvo en esta foto en particular. Ya no puedo saberlo... Y lo peor es que volveré a perder la conciencia, y no podré ayudarlo.
Me sobo la nariz.
¿Significa que es verdad que yo siempre fracaso? Esto es lo que no podía decirle a Tyler sobre lo que vi y sentí aquél día en la cueva de mi inconsciente: fracaso, decepción y odio. Todo dirigido hacia mí. Por haber fallado. Otra vez. ¿En qué? No lo sé. Pero si lo estoy sintiendo ahora, de nuevo, justo cuando pierdo a Tyler niño frente a mis ojos y no pude hacer nada, es porque él siempre tuvo razón. Él tiene algo que todavía no sé qué es.
Trastabillo hasta llegar a mi cama y meterme entre las sábanas. Me acurruco de costado, abrazando la cámara contra el pecho.
Sollozo.
A él siempre lo quise fuera de mi vida, pero su ausencia me está destrozando.
Las lágrimas me arrastran al sueño.
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Me cruzo de brazos.
Mi teoría es aterradoramente acertada.
Cuando le coloco la tranca a la puerta de mi habitación, mis padres no me llaman, no golpean, no molestan. Y es irónico, no debería de recordar ese detalle si jamás lo he notado estando consciente.
Jamás.
Con lo exagerada y fácilmente alterable que puede ser mi madre con las tareas, el hecho de haber dormido cuatro horas con la tranca puesta y que no me hayan venido a despertar, supone una gran incógnita por lo irreal del contexto. Se supone que es domingo, y yo siempre he ido a la feria los domingos con mi padre. Pero hay tanto silencio en la casa que me pone la piel de gallina. No puedo pensar en eso ahora, pero al menos es una forma de separar ciertos asuntos de mis padres. No quiero involucrarlos en nada que pueda considerarse una amenaza para ellos.
Vuelvo mi atención al escritorio, donde miro con detenimiento la cámara con la foto de Tyler, la imagen impresa del almanaque cuando marcaba que era miércoles, la hoja con la palabra "DIVERSIÓN" escrita por Tyler.