Adhuc Tempus

Capítulo 1

PROLOGO

 

Caminaba entre la hierba quemada, y el olor a humo penetraba entre mi ropa mientras los clics de mi cámara capturaban los lugares donde ese sujeto había estado parado, podía sentir la satisfacción que ese hombre concebía al ver cómo las llamas devoraban todo a su alrededor.

Hacía un mes, un pirómano había quemado una casa con dos ancianos dentro, ahora por segunda vez quemaba un pastizal, aún la policía no lograba dar con él.

Dejé mi cámara colgar de mi cuello, mis brazos cayeron vencidos, mis visiones me llevaron a un prominente futuro, él incendiaria una vez más matando a otra persona. Mis dedos se paralizaron entumecidos manifestando los movimientos que ese sujeto hacía en el futuro mientras la frigidez del humo se escabullía entre los desechos.

Mi cuerpo imitaba someros movimientos, sentí el placer que a él le producía hacer tal cosa, mientras me paralizaba concibiendo un dolor desgarrador por la victima que moría por… ¿desear escapar del fuego? Dudé, sus actitudes, cada uno de sus movimientos, moví suavemente mi cabeza buscando algún indicio más… ¿se estaba dejando morir? Su boca balbuceando un nombre desconocido provocó que contuviese un grito; mi ser incómodo se retorcía dentro de sí al verla morir.

—Chris… ¡Christofer!—me voltee descubriéndome agitado y sudando—¿estás bien?

—¿qué quieres?

—el jefe dice que desea verte en su oficina.

—ok…

El comisario jefe de la policía judicial francesa me esperaba en su oficina, apenas me vio pasar por la ventana dejó su taza de café sobre su escritorio. Cuando entré observé las fotografías que había tomado del primer incendio esparcidas en el escritorio.

— Ferdinand—dije entonces, él me miro de mala gana haciéndome un leve gesto irritado con su mano para que me siente.

—Ya te dije que en el trabajo no me llames por mi nombre de pila—me recordó con cierto mal humor contenido.

—¿Para qué me llamaste?—inquirí sin mirarlo mientras tomaba las fotografías del escritorio.

—Para decirte que tu trabajo es una literal mierda—sonreí suavemente mientras comenzaba a ordenar en secuencia las fotos tal cual mi mente me había mostrado todo antes de que sucediera el incendio y las muertes de esos dos ancianos—.Cuando sonríes así logras sacar lo peor de mí, ¡siento que me tomas de estúpido!

Ferdinand jamás entendería todo lo que atravesaba por mi mente tampoco necesitaba que su escaso nivel de noción sobre la vida fuese un punto importante para mí, si yo estaba con él era por que obligue al destino a toparme con existencia, siendo el dinero una gran ayuda para estar donde yo quisiese, no me consideraba malo tomando fotografías, pero eso podría decir de muchas otras cosas que se me daban bien para fines poco benéficos. En fin.

—¿realmente te consideras fotógrafo criminalista?¿eh?—lo observé fugazmente para descubrir  su mirada acusadora, curvé mi boca suavemente para luego concentrarme en lo que hacía, acomodé las fotos en secuencia: primero la puerta de entrada, ahí se inició el fuego durante la noche, luego, el sujeto caminó por la sala saboreando lo que recién comenzaba como un gran incendio, después la cocina a continuación la habitación donde los ancianos murieron, los cadáveres, y por último fotografías de la hierba con un par de gruesas gotas de sangre. Para Ferdinand muchas fotografías no tenían sentido, no veía lo que yo, sobre ese pedazo de tierra había estado parado el tipo que perseguía sin lograr dar con él, pero claro Ferdinand advertía lo que todos los demás. Solo hierva.

—Deja de hacer eso con las fotos y préstame atención—dijo en tono amenazante.

—Lo estoy haciendo Ferdinand…—susurré con desgano deslizando la última fotografía.

—¡porqué siento que me subestimas de por demás!, estás aquí solo por recomendación y gracias a eso sigues trabajando—me advirtió

Las fotografías formaban el orden perfecto de los sucesos, paso a paso, incluso dejaban una contundente pista de su próximo lugar a quemar: un hospital.

 Claro está, solo yo sabía eso.

—Tienes razón—capture su atención—esto es una mierda...

 

-Nina-

Observé el reloj de pared, ya que interiormente estaba deseando irme, a esa hora el último día de la semana lo que menos deseaba era estar trabajando.

Tomé mi bolso con rapidez.

—Señor Joffrey recuerde venir para que le cambie los vendajes, debe colocar su apellido en la planilla antes de irse—dije echando un fugaz vistazo a la hoja de papel.

—sí, señorita

—¡hey! Enfermera Nina—la voz alegre de Britanny llamándome desde la puerta apresurada—¡si no te apuras van a salirme raíces!—sonreí.

 Mi día de trabajo había terminado.

—siento hacerte esperar—Britanny tomó mi brazo echándonos a caminar.

—No te preocupes, que, si no vengo a buscarte, tú ni vas a verme, además, hoy es viernes, esta noche tenía pensado que saliésemos juntas

—Planeé hacer otras cosas…— susurré




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