Adhuc Tempus

Capítulo 6

Capítulo 6

 

-Nina-

Sonreí deslizando mi vista por el libro para continuar:

Hay muchos hombres más bestiales que tú­­ —dijo Bella—, y mejor te quiero con tu figura, que a otros que tienen figura de hombre y un corazón corrupto …

 

Recité captando la atención de Roxanne y Ann, dos niñas de 10 y 11 años, que compartían habitación en el hospital, Roxanne seguía mis palabras sin perderse ni uno solo de mis movimientos, Ann sonreía cada tanto sumida en mi lectura su expresión se fascinaba cuando oía los diálogos de la temible Bestia.

entonces…—continué atrayendo sus miradas atentas, cuando de repente:

Tienes razón —dijo la bestia.

 ¡Esa voz! Irrumpió en la armonía de la habitación—, aun cuando yo no pueda juzgar mi fealdad, —voltee mi rostro hacia Christofer que yacía apoyado sobre la pared sosteniendo una de las copias del libro que había tomado de una estrecha estantería que las niñas habían decorado clocando sus libros favoritos; “La bella y la Bestia” era uno de los preferidos por ambas por ende había dos cuentos iguales. Roxanne y Ann no contuvieron su expresión de asombro cuando oyeron al misterioso monstruo a través de la cautivante voz de Christofer— pues no soy más que una bestia…—prosiguió recorriendo su vista por las páginas del pequeño libro que llevaba abierto de par en par en la palma de su mano para luego observarnos definitivamente…

Cerré el libro y con aquello estaba apagando la magia, pues, las niñas ladearon sus ojos casi en simultaneo poniéndolos en blanco porque les estaba causando fastidio al decidir no continuar.

—Nina…—rogó Ann desviando su mirada hacia Christofer que permanecía neutral.

—Aún falta…más ahora que teníamos a la bestia…—intervino Roxanne, Christofer me miró deslizando por sus labios una tenue mueca las niñas habían caído bajo su encanto.

—lo siento, ¿ha sido mi culpa? —dijo él con simulada pena — vi la puerta abierta y no pude evitar curiosear sobre el cuento…

—lo haces bien—llegó a decir Roxanne mientras era enviada bajo las mantas por mis agiles movimientos, la arropé.

 —es hora de dormir Roxanne—acaricié su cabello para luego dirigirme hacia Ann que se había arrastrado hasta los pies de su cama en dirección a Christofer.

Cuando puse mis manos sobre sus hombros para llevarla hacia la almohada, Ann no dudó en hablarle a Christofer y a modo de secreto le dijo:

—Leíste mi parte favorita…—le susurró con entusiasmo, él le guiñó un ojo.

 

¿Su parte favorita?

***

Su voz inocente me atrajo hacia mi infancia.

––Tío, estoy segura de que no puedes adivinar una cosa…––le había dicho en aquella oportunidad a mi tío el trágico día en el que murieron mis padres

––Bueno, entonces pruébame ––sugirió aquel día

––No puedes abrir tus ojos todavía ––le había advertido aquella vez hojeando el libro para hallar mi parte favorita––Si eres bueno adivinando, debes saber cuál es el pasaje que más me gusta de este libro––musité divertida por demostrar mi astucia.

––Cómo no adivinarlo… se llama…

––A la cuenta de tres: uno ––mi tío contaba conmigo––, dos, ¡tres!

Deslizó sus manos de su rostro.

––El Sueño del Rey Rojo––contestó sin más.

––Dime…––balbucí pasmada, pues, no comprendía como él lo había logrado.

––¿Sí, cariño?

––¿Cómo supusiste algo que jamás le conté a nadie?

Indiscutiblemente Luca aparecía una vez más en escena años más adelante

Puedo contar contigo hasta tres, y adivinar la parte favorita de tu libro…—me recordó con una extraña calma quitando sus dedos sobre sus parpados, mientras las lágrimas le caían mezclándose con las gotas de lluvia que se desparraman sobre su rostro.

El sueño del rey Rojo, ¿fuiste tú quien le dijo a mi tío sobre ese libro? ––le había cuestionado aquella vez descubriendo que su maldición había estado todo el tiempo frente a mí.

Nina: ¿acaso todo esto ya no es suficiente para ti?—deslizó una mano sobre su cabello húmedo dejando caer sus dedos sobre su nuca con suavidad —si te arrastro hasta tu máximo límite: ¿serías capaz de seguir sin arrepentirte?

***

 

—Prometo continuar mañana, es hora de dormir Ann—le susurré acomodándola sobre la almohada, la cubrí con las mantas deslicé mi dedo sobre la punta de su nariz, ella me regaló una divertida sonrisa de despedida.

 

Una vez fuera de la habitación junté el coraje para enfrentarme a él, o, mejor dicho: a la versión bestial de Luca ya que no había nada de él en esta nueva persona que tenía frente a mí, ¿te has ido completamente? ¿me estás engañado? O ¿acaso estás probándome?




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