Adhuc Tempus

Capítulo 7

Capítulo 7

 

Alicia y el sueño del rey rojo.

Ahora el rey rojo está soñando le dijo a Alicia uno de los gemelos

¿Y a que no sabes qué está soñando?

¿Vaya uno a saber? replicó Alicia ¡Eso no podría adivinarlo nadie!

 — ¡Cómo que no! ¡Te está soñando a ti! exclamó el gemelo aplaudiendo en son de triunfo Y si dejara de soñar contigo ¿qué crees que te pasaría?

Que seguiría aquí muy tranquila, por supuesto respondió Alicia.

 ¡Ajá! ¡Eso es lo que tú quisieras! replicó el gemelo con gran suficiencia

¡No estarías en ninguna parte!¡Como que no sos más que un algo con lo que el rey está soñando!

Si este rey se despertara añadió el otro gemelo tú te apagarías...¡zás! ¡Como una vela!

¡No es verdad! exclamó Alicia indignada Además, si yo no fuera más que algo con lo que está soñando, ¡me gustaría saber entonces qué son ustedes!

¡Eso, eso! dijo uno.

¡Tú lo has dicho! dijo el otro.

Y no hagan más ruido, que van a despertarlo dijo Alicia.

 No tiene ningún sentido que hables de despertarlo, ya que sólo eres un objeto de su sueño dijo uno de los gemelos sabes perfectamente que no tienes ninguna realidad.

¡Que sí soy real! dijo Alicia, y empezó a llorar.

Por mucho que llores no te vas a hacer ni una pizca de real observó el otro y además no hay nada que llorar.

Si yo no fuera real dijo Alicia medio sonriendo a través de las lágrimas no podría llorar como lo estoy haciendo.

(de Alicia a través del Espejo,Cap 4, 1871)

 

-Nina-

—Hacía mucho que no hacíamos esto…—me dijo Richard observándome con una inmensa sonrisa.

—¿esto? —repetí esbozando una mueca tranquila

—Claro, estar así, —Richard me había llevado a cenar a un lujoso restaurante, estábamos en un piso donde podíamos ver parte de la ciudad a través de los inmensos ventanales, la música de fondo armonizaba todo por allí, menos a mi corazón que vibraba recordando mi última charla con Christofer—juntos, en este acogedor lugar contigo, que, por cierto: estás bellísima.

Sonreí dando un pequeño sorbo de agua de mi copa.

—¿ya te lo dije no? —bromeó Richard acercándose hacia mí para besarme.

—sí…—murmuré.

 

Una vez en mi apartamento el aroma  a café impregnaba la cocina, el sonido de la los truenos anunciaban una inminente lluvia, Richard deslizó uno de sus brazos por mi cintura me atrajo hacía él para que dejase las tazas de café sobre la mesada, me volteo hacia él besándome con intensidad, la briza que penetraba por una de las ventanas que estaban abiertas  se arremolinaban penetrando en la cocina y junto con ella mi cabello se mecía al son de los besos de Richard, ¿por qué sentía una vez más que estaba esforzándome más de lo que deseaba? Instintivamente Richard corrió el fino bretel que cubría mi blusa de seda…

 

-Christofer -

 

Ferdinand, remarcaba con su bolígrafo detalles de un caso que estaba investigando, se encontraba en mi casa había venido a con su esposa a cenar, Katia estaba con ella en el comedor mientras nosotros observábamos los datos recabados de varias muertes que coincidían entre sí, como fotógrafo criminalista y amigo de Ferdinand era en mí en quien confiaba cuando sentía dudas sobre algún caso.

—Necesito de tu intuición para estos casos, considero que son dos asesinos, buscan a mujeres solitarias de clase baja…

—de esas a las que muy pocas personas buscarían—comenté mientras le entregaba a Ferdinand mi Tableta con las imágenes en formato digital, deslizó sus dedos observando una secuencia de fotos de varios cadáveres.

—¿cuándo crees que estén listas las fotografías para adjuntarlas al caso?

Di un sorbo de mi vaso de whisky.

—para mañana estarán sobre tu escritorio jefe—contesté en tono burlesco.

—¿y esto? —encontró la fotografía de la mano que había usado el día de la exhibición—Tienen razón lo que dicen de ti: detienes el tiempo a través de tus fotografías…

—quizás en ese momento quise hacer eso, detener el tiempo.

Ferdinand me observó dándole el último sorbo a su trago.

—aun no entiendo por qué aceptaste el trabajo de fotografiar ese jodido hospital, ya demasiado trabajo tienes trabajando para la policía.

—soy un empleado muy laborioso, puedo con todo no te preocupes…—Ferdinand torció su boca sin creerme una pizca de lo que dije dejó la tableta dejándola a un lado con la fotografía de la mano de Nina aun en la pantalla, cuando de pronto mi maldición me llevó hacia ella. Se encontraba preparando café, la briza mecía su cabello, mientras una boca besaba su cuello, para luego voltearla hacia él. Mi maldición vislumbro el rostro de Richard, bebí un sorbo profundo de Whisky.




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