Capítulo 8
-Nina-
Tenía frente a mí a Christofer, un exclusivo bolso de cuero negro colgaba de uno de sus hombros, mientras caminábamos hacia la misma dirección, observó la hora de su reloj de muñeca.
—Voy camino hacia mi otro trabajo, como verás terminé mi turno en el hospital, —cuando dijo aquello me observó con seriedad era evidente el motivo—espero que no tengas ningún tipo de rencor con lo que ocurrió la última vez, después de todo creo que la situación fue algo caótica para los dos.
—¿Qué me suspendan diez días por tu queja? a decir verdad no tengo ningún rencor—respondí de forma irónica —de hecho, vaya, debería agradecerte, tuve tiempo para descansar, pensé en viajar, pero prefiero esperar a la próxima suspensión quizás me den más días y pueda sacarle mejor provecho a tu intromisión—comenté a lo que él ladeó su boca sonriendo suavemente.
—Lamento que no hayas podido viajar ¿por lo menos la pasaste bien? —comentó alzando una ceja arrogante.
—muy bien, de hecho, ¡lo pase fantástico! es una pena que solo me quede un día para regresar.
Christofer asintió con tranquilidad.
—si es así entonces: ¿podemos hacer una pequeña tregua? —estiró su mano hacia mí —y de paso como voy de camino hacia mi otro trabajo puedo indicarte una cafetería que es agradable y quizás sea de tu agrado.
Aquello me tomó por sorpresa. Él lo notó. Mis tímidos dedos se ocultaron tras mi palma.
—¿qué te hizo cambiar de parecer? —observé su mano, para, subir mi mirada hacia él— Después de todo fue injusto lo que hiciste…—le recordé
—fue justo, para mí lo fue, a pesar de ello, debo seguir un poco más de tiempo trabajando para el hospital, y quizás nos topemos, estaría bien que nos lleváramos lo mejor posible.
Estiró dócilmente un poco más su mano, observé sus largos dedos apuntando hacia mí, más que desear un apretón de manos parecía querer tomarme de la mano. Iba a hacerlo cuando…
—No—resolví de forma inesperada.
—¿no? —repitió indescifrable bajando su mano, y sin perder tiempo:—¿puedo saber por qué?
Asentí.
—porque…si estrecho tu mano, quizás esta vez sea injusto para ti—ante mi contestación Christofer alzo una ceja conquistado por mi respuesta a pesar de ello su rostro se mostró imperturbable.
—es solo un simple apretón de manos…—insistió inmutable.
—créeme que no, no para ti—dije de forma decidida.
Él sonrió de forma arrogante
—A ver: ¿qué es lo que crees que tú podrías hacerme por permitir que estreches mi mano?
—en el pasado una vez alguien me dijo algo muy particular y desde entonces es algo que suelo tener muy en cuenta—él volvió a alzar una ceja observándome con atención—‹‹Si te arrastro hasta el máximo límite: ¿serías capaz de seguir sin arrepentirte? ››
Él sonrió totalmente satisfecho por mi improvisado desafío, su esbelta figura se enaltecía pues su mirada centelló ante mi provocador cuestionamiento.
—¡Christofer! —un hombre con una tupida barba blanca y cabello canoso bajaba las escalinatas de ese gran edifico en el cual nos encontrábamos acudiendo en nuestra dirección. Levanté rápidamente mi vista y descubrí que estábamos frente a una estación de policía.
—Creo que…se terminó mi tiempo de descanso—dijo al ver llegar a ese sujeto hasta nosotros.
—El médico forense ya dejó los resultados de la autopsia faltan las muestras de sangre que estarán dentro de dos días, necesito contrarrestarlo todo con las fotografías—Christofer lo observaba con tranquilidad, asintió suavemente hasta que el hombre se percató de mi presencia, al parecer llevaba tiempo trabajando pues lucia cansado y su traje estaba algo arrugado o quizás el nudo desajustado de su corbata acentuaba su desprolijidad—. Disculpa, el trabajo últimamente me quita modales—atinó a decir con prisa mirándome.
—Te presento a Vera, ella trabaja en el hospital que me contrató.
El hombre sonrió a de forma amistosa estirando su mano hacia mí.
—Encantado—estreché su mano—soy Ferdinand Hunt, detective de esta jurisdicción.
—Mi jefe, —resolvió sin más Christofer.
—un placer, —atiné a decir separando nuestras manos.
—voy por café, —se volteó hacia Christofer —te dejé varias cosas que necesito que estudies en mi oficina.
—está bien, iré a revisar lo que necesitas— me voltee hacia Christofer, él hizo lo mismo —lo siento, hasta aquí termina nuestro recorrido en son de paz.
Asentí.
—¿Podrías acompañarla? ella también iba hacia la cafetería—resolvió antes de irse.
Ferdinand no dudo en decir que sí, Christofer se despidió sin mucho más alejándose hasta perderse por las inmensas puertas de cristal de la jefatura de policía.
—A veces él parece el jefe y no yo—se quejó Ferdinand caminando a la par mía
—pensé que se dedicaba a exposiciones en salas de arte…—comenté intentando enlazar el mundo de Christofer.
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Editado: 28.10.2022