Adhuc Tempus

Capítulo 15

 

Capítulo 15

 

-Laurent-

La palidez del rostro de Káiser, descomponía a Laurent, que deseaba golearlo, pero, temía que si lo hacía lograría noquearlo de tal forma que se quedaría sin la información que estaba buscando con desesperación. Después del último suceso que vivencio, pensó que se había vuelto loco de remate, delimitando su cordura sobre un fino hilo de bienestar que se había esfumado dejándolo abandonado sin una sola gota de voluntad para poder luchar contra sigo mismo. Y eso, simplemente no podía permitirlo.

 

—Más te vale que comiences a decir toda la condenada verdad, porque de lo contrario voy a dejarte encerrado aquí hasta que estés muerto en vida…—lanzó Laurent ajustando sus dedos a la nuca de Káiser que hacía atado con una camisa de fuerza sentado en una rústica silla.

Káiser ladeo su boca en un intento por sonreír.

—Ya estás muerto Laurent… ¿acaso no te has dado cuenta de ello? —retrucó Káiser fijando su mirada que cada tanto se extraviaba en él.

—¿Quién es el que está jodidamente atado a una silla como un bastardo desquiciado? —cuestión Laurent jalándolo por el cabello, Káiser jadeó adolorido—Tú. Ninguna de tus tretas de jodido loco va a lograr hacerme caer en tu propia mierda…—masculló Laurent ajustando sus dedos para tirar aún más del cabello de Káiser, éste gimió aborreciéndolo más aun cuando sentía como sus dedos parecían desear arrancar cada pelo de su cuero cabelludo.

—Yo ya tengo mi castigo, ¿crees que tú no? —rio entre gemidos dolorosos.

—Te lo vuelvo a repetir la pregunta: ¿Dónde lo viste aquella vez que me buscaste?

Káiser negó con la cabeza.

—¿de qué te sirve saberlo? Sí él te lleva la delantera, ¿por qué buscas a alguien que ya sabe tus siguientes pasos?¡Imbécil! —bramó. Laurent no pudo contenerse ni un segundo más y lo abofeteó con fiereza.

—¡Acabé con él en una oportunidad, puedo hacerlo otra jodida vez!

—Él ya me había prevenido de que vendrías, —Káiser irguió tambaleante su cabeza hacia Laurent—¿Cómo logró salvarse, cuando tú y yo vimos su cuerpo inerte? —inquirió de forma acertada.

 —¡Cierra tu maldita boca! —y esta vez un fuerte puñetazo noqueó a Káiser que literal cayó de su silla desplomado.

—Voy a atraparlo así sea lo último que tanto él y como yo hagamos de nuestras jodidas vidas…eso lo aseguro…

 

-Christofer-

 

—Me alegra saber que ya terminaste con todas tus obligaciones, te extrañe…—Katia se abalanzó acomodándose sobre mi pecho, mis brazos la envolvieron y para que eso ocurra debía decirle a mi cuerpo que se creyera algo que no sentía, incitaba a mis extremidades provocándolas para que reaccionen para ella, cuando en realidad no deseaba ni levantar ni un solo dedo por Katia. Comencé a experimentar algo que no habría deseado, y eso, era el aborrecimiento por simular algo que no sentía, más aún después de haber puesto a mi corazón a prueba con Nina.

¿Cómo debía hacer para quitar todo eso mí?

Al principio me pareció tan simple que hasta habría jurado que el único ganador siempre iba a ser yo. Nina era insignificante para mí, tan así, que no me molesté en protegerme de ella, al contrario, me sumergí en una guerra sin espada, mi pecho no llevaba una armadura para rebatir todos sus golpes. Y de pronto…en ese campo minado, Nina me condujo a su mundo, me hizo saborear todo lo que experimentaba en sueños. Su bello corazón ¿no era acaso eso un tesoro?

Entonces comencé a sentirme extraño…me invadió un sentimiento de nostalgia y deseo por querer estar con ella. Apreté suavemente mi mandíbula, ¡debía luchar contra todo eso que sentía!

Me separé levemente de Katia.

—En el pasado: ¿Te amé? —Katia me observó sorprendida por mi cuestionamiento.

—digamos que lo nuestro estaba destinado, cuando nos conocimos tuvimos una…—sonrió con esa boca hecha para embaucar de una forma fantástica, si algo poseía Katia era un don y ese era persuadir con astucia—conexión fabulosa diría yo…—musitó besándome.

Separé mi boca de la de ella, aunque Katia no se rindió con facilidad insistió besándome por el cuello deslizando sus labios sobre mi piel.

Moví suavemente mi cuello dejando que lo haga.

—La última vez que nos vimos—cuando pronuncié aquello, Katia detuvo el recorrido de sus besos, bajé mi rostro hacia ella.

Esta vez un halo de incertidumbre invadió su rostro.

—¿Estás recordando cosas de tu pasado? —inquirió

—No…—respondí, al notar su desconfianza, la atraje hacia mí para lograr calmar esa incertidumbre en ella, y de esa forma, provocar que se relaje, lo necesitaba para mi siguiente pregunta.

Ella me besó, fascinada, sus brazos envolvieron mi cuello. Me Observó a los ojos estaba perdidamente enamorada de mí.

—¿Qué fue lo último que te dije? —pregunté con tranquilidad.

Katia volvió a sonreír.




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