Capítulo 26
-Nina-
Había sido dada de alta del hospital, ya solo tenía un pequeño vendaje en mi brazo, que en días ya podría quitar definitivamente.
Me hablaron de Charles, Caden y Darrel me habían contado que tuvo un accidente, pero…a juzgar por sus expresiones algo estaba muy mal.
Cerré la puerta de mi apartamento, llevaba conmigo una bolsa plástica con mi móvil que Ferdinand lo había guardado para mí, tenía la pantalla algo trizada por algún golpe fortuito, deslicé mi dedo, tenía varias llamadas perdidas, ninguna de Charles.
Cuando mi móvil tomó señal luego de unos segundos de haberlo prendido un audio de voz de Charles de hacía días llegaba con retraso.
—Nina, ¿cómo estás? ¿A qué no sabes dónde estoy? ¿puedes oír las gaviotas? —comencé a sollozar—la tarde está cálida puedo sentir el sol sobre mi rostro, y la briza…ah…es tan maravillosa, debería haberte mostrado mi lugar en el mundo, es algo patético, pero, para mí que no puedo apreciar nada a través de mis ojos pues supongo que es hermoso, así lo imagino. Hacía tiempo que quería llamarte, pero cuando te llamé supuse que estabas en el trabajo, así que decidí enviarte este audio, la próxima vez que nos veamos quiero que me prometas que vas a estar bien, ya no voy a necesitar café, últimamente lo siento desabrido ¿será que los viejos empezamos a odiar lo mundano? Pues…eso parece mi bella Nina…eso parece…—entonces oí su risa y sin dudarlo comenzó a cantar por última vez: “…Alguien realmente te ama, de verdad, ¿adivina quién? A alguien realmente le importas ¿adivina quién? Así que abre tu corazón…”
Ferdinand me había confirmado que Charles murió cuando el automóvil en el que viajaba patinó sobre el asfalto, volcó dando varias vueltas provocándole la muerte de forma casi instantánea.
Caden y Darrel me habían acompañado hasta el cementerio, Charles no tenía a nadie, solo a nosotros. Darrel no emitía palabra, mientras Caden solo se había alejado fumando un cigarrillo. Pasé mis dedos sobre la lápida de mármol que yacía enterada sobre la tierra. Dejé un pequeño ramo de flores.
“…Alguien esperará eternamente, alguien que quiera tu amor…”
Mi propia realidad me ponía en peligro, busqué a Christofer, sin obtener ni un solo resultado, incluso llegué hasta su casa, parecía que nadie había estado viviendo allí en el último tiempo.
—La casa está cerrada hace días, tuvo suerte señorita ya que hoy era mi turno de venir a controlar y a resguardar los objetos de la casa tal cual me lo han pedido.
—el dueño de la casa: ¿usted sabe si regresó?
—me temo que no sabría indicarle tal situación, ya que alrededor de tres semanas antes se nos pidió a todos los encargados que nuestras labores se suspendían hasta nuevo aviso. Fue entonces cuando hace unos días me indicaron que debía regresar una vez cada tres días a controlar todo.
—¿fue le dueño quien les llamo? —inquirí.
—No, fue un asesor del dueño, al cual solo conocí una vez.
Asentí esbozando una desabrida sonrisa.
—Si el dueño llegase a regresar, ¿podría hacerme el favor de decirle que estuve por aquí?
—Claro, con gusto. —aseguró la mujer.
—Gracias…—murmuré yéndome.
En ese punto, no tenía mucho más, quizás estaba buscando en vano, ¿acaso todo eso era razonable? Me has salvado y aun así ¿crees que esto es justo?
Entonces seguí el camino que habías dejado para mí.
-Escocia, Dunkeld-
El pueblo de Dunkeld tenía un encanto especial, en algún punto m e recordó a Irlanda. Los árboles eran extremadamente infinitos mis ojos observaban sus copas llegando muy alto, las calles estrechas, y las casas añejas parecían detenidas en el tiempo, las flores brillaban bajo las construcciones antiguas.
Llevaba una semana allí, esperando que apareciese, camine por hermosos campos de flores, toque con la punta de mis dedos todo eso que Christofer me había contado,
…—¿Tienes ganas de soñar antes de quedarte dormida?
—Me encantaría
— en nuestro sueño de esta noche, te propongo que des una caminata…
—Suena bien…
—¿Te gustan los senderos con flores?
—nunca anduve por uno, pero, estoy segura de que lo disfrutaría mucho—sentí como sus dedos se deslizaban por mi cabello con extremo cuidado suavizando los segundos, sus dedos se juntaban y se expandían con dulzura sobre mí.
—en este sueño vas por uno, lleno de flores, quizás sean pequeñas flores de lavanda, o algunas otras que no conozco, pero te aseguro que se ven demasiado hermosas cuando se atraviesan entre tus piernas …
—Me gusta, es un sueño bonito
—lo es…—afirmó Christofer sin dejar de acariciarme.
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Editado: 28.10.2022