Adicción Irresistible ©

6|No Funcionará, Cazador.

        

 

MAXINE.

 

Sigo sin poder creerme la notificación que he recibido la noche anterior. Mickey Janssen me había empezado a seguir en mis redes sociales, y aunque he de admitir que se me hace un tanto curioso el suceso, le he seguido de vuelta.

Miro los atuendos que ha desempacado Lotty de su bolso, y esbozo una mueca. Ninguno me parece convincente para asistir a una fiesta. Tomo uno de sus trajecillos, y el algodón suave de la tela, me hace querer enfundar mi almohada con ello.

—Y, ¿qué opinas? —ella me observa con sus largas pestañas, y aferrando sus dedos a una camisilla.

Sonrío, y niego.

—No sueles ir a fiestas. ¿No es así? —indago, incluso cuando puedo sospechar la respuesta.

Ella niega, moviendo su cabeza con firmeza. Sus mejillas se sonrojan ligeramente.

—No. —se sincera. Exhala un suspiro, y sus ojos verdes transmiten algo más allá de la tristeza—. Mis padres son demasiado sobre protectores conmigo. Mis hermanas mayores quedaron embarazadas a edad temprana, y temen que... —se acalla, incapaz de continuar.

—Temen que hagas lo mismo. —finalizo por ella—. Oh, vamos. Eso es una tontería. Cada persona es diferente, y los errores no son hereditarios.

Ella asiente con su mirada clavada sobre sus camisillas.

—Intenta vivir mi vida por un día... —dice. La resignación filtrándose en cada una de sus palabras.

Me lamo los labios, y tomo asiento junto a ella.

—Créeme, todos tenemos un infierno diferente pero igualmente cruel. —suspiro, y ladeo los labios. Aprieto su rodilla, y ella alza su mirada. Una dulce sonrisa dibujándose en sus labios—. Ya, no nos pongamos tristes. Es muy temprano para llorar.

La rubia ríe, y sacude la cabeza.

—Me agrada que hayas regresado a la ciudad, Maxine.

Doblo algunas de sus camisillas, y le dedico una sonrisa de labios cerrados. Nunca ha sido mi fuerte el expresar mis sentimientos, y aunque también me agrade haber encontrado a una persona real en este pueblo de mierda, solo consigo sonreírle.

—Y, ¿cuál prefieres que use para la fiesta? —indaga, cogiendo un par de blusillas, y probándoselas por encima de la ropa.

—No te vistas para nadie más que para ti misma; así que si quieres ir en bragas, ¡hazlo! —sugiero, tras echarle un rápido vistazo al reloj que está en la mesa de noche junto a mi cama—. Y si a los demás no les gusta tu estilo, pues que se jodan. Así de simple.

—¿Irías en bragas a una fiesta? —pregunta, un poco dramática.

Sonrío.

—Iría sin bragas a una fiesta. —bromeo, y me río junto a ella.

(...)

Tras largos minutos arreglándonos para ir al partido de esta noche, no puedo evitar pensar en lo extraño que se siente estar en casa con una amiga para salir de juerga. Por supuesto que mamá no lo sabe, o me mataría. Durante el resto del año tengo prohibido asistir a fiestas u meterme en problemas, dos cosillas que se llevan de la mano.

En dondequiera que haya una fiesta, hay problemas.

Justin quedó en venir por nosotras, ya que tengo prohibido usar la motocicleta de noche. Y además, Lotty no se subiría a una motocicleta ni estando en sus peores sueños.

Miro su atuendo de falda plisada, y marinera por dentro de la misma, además de su coleta en la parte superior de su cabeza. Ella luce sofisticada. La chica perfecta. La mejor estudiante del instituto. La más amistosa y agradable. La chica paradigma para todos los desastres que hacen llamarse chicas. La chica que todo chico quiere para contraer matrimonio, y las suegras adoran.

Luego, me miro a mí. Mis vaqueros de jean ajustados, una crop top blanco, varias perforaciones en los lóbulos de mi oreja, un tatuaje debajo de mi oreja, y un desastre sin lugar a dudas. La chica problemática. La chica que toda persona consciente sabe que debe evitar.

Una vibración en el bolsillo trasero de mi pantalón me hace regresar a la realidad y salir de mis cavilaciones mentales. Chequeo el mensaje, y veo que se trata de Justin informándome que se encuentra afuera.

—Si mi madre pregunta, me he quedado a estudiar en tu casa. —me advierte, mirándome con severidad.

Ladeo los labios.

—Y si mi madre pregunta, me he quedado a estudiar en la tuya.

Ella ríe mientras niega con la cabeza, antes de coger mi codo y arrastrarme al auto de Justin.

El malibú antaño de Justin se encuentra aparcado en el exterior. Él se encuentra fumándose un cigarrillo con la mitad del cuerpo adentro del vehículo, y la otra mitad hacia afuera. Al notarnos, estira los labios en una sonrisa de galán.

—No sabía que venía la nerd. —comenta sin borrar la sonrisa de sus labios.

La rubia se limita a torcer los labios con desagrado y adentrarse en el auto.

Por mi parte, le saludo arrebatándole el cigarrillo de los labios y dándole una larga calada antes de expulsar el humo grisáceo de mi boca.




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