Adicción Irresistible ©

30|Niágara.

Mickey.

 

En cuestión de minutos nos encontramos irrumpiendo cerca del lago que encontramos Noah, Justin y yo la noche anterior. Después de aquel encuentro con Maxine, solo quería mantenerla fuera de mi cabeza o juro por todo lo santo que no hubiese ni podido pegar un ojo en toda la noche.

Bajamos del mini vehículo, abandonándolo frente a las verjas que nos distancian del lago. Justin es el primero en lanzarse, y salir corriendo en dirección a las verjas.

—¡Tienen que verlo! ¡Hay una cascada! —anuncia, forcejeando con la rejilla.

—Guau, qué manera de mantenerlo en secreto, Brandon —le guiño un ojo, y le echo una mano para desplazar la verja. Pesa mucho más de lo que aparenta.

Sin embargo, Maxine se nos une dándole un fuerte empujón que termina de desatorarla. Le miro con los ojos bien abiertos, mientras ella se limita a sonreír discretamente e introducirse en el espacio detrás de la verja.

No puedo negar que me sorprende lo serena que luce; y después de todo lo que ha sucedido entre los dos, solo no quiero seguir estropeándolo más. Tal vez me tiene un poco harto esta situación de ir, intentarlo y luego huir. No quiero seguir corriendo en la dirección opuesta.

—¡Joder! ¿A esto le llamas cascada? Me esperaba algo así como las del Niágara —dice Sierra.

—Eh… creo que te refieres a las Cataratas del Niágara, Sierra —le corrige Lotty.

—¿No son lo mismo?

Maxine suelta una risotada al aire. —Cataratas o no, la vista es impresionante —se lleva las manos a la cintura, y luego me echa una mirada de reojo—. ¿No concuerdan?

Intento responder pero el cañonazo de alguien siendo arrojado al fondo del lago, me roba las palabras de la boca. Justin se ha lanzado mientras discutíamos acerca de la existencia de las cascadas. Su grito me ha explotado un tímpano.

Noah es el siguiente en lanzar su camiseta al suelo, y lanzarse cuesta abajo.

Sierra se le suma, arrancándose la ropa de un tirón.

—¡Listos o no allá voy! —grita.

Hago lo mismo que los chicos, y me saco la franelilla. Miro a Maxine de reojo con sus grandes ojos verdosos clavados sobre mí torso, lo que me arrebata una sonrisa de los labios. Cuando se da cuenta de que me he dado cuenta, arquea las cejas.

—¿Siguen, señoritas? —les cedo el paso.

Lotty se muerde el dedo índice, y niega con la cabeza. Maxine aprieta los labios, y hace un ademán.

—Primero las gallinas, querido —señala el lago con su mano, y trato de no echarme a reír ante su comentario.

Echo un largo vistazo al fondo. No luce demasiado alto; lo que me hace preocuparme por Lotty. Ella odia las alturas. Sin pensarlo dos veces, me dejo caer a la vez en la que un grito de júbilo abandona mis labios en el trayecto.

El roce del agua contra mi cuerpo me hace espabilar. Rápidamente, emerjo a la superficie. Todos se encuentran ahí, aguardando a que las dos chicas que permanecen en la cima de la escalada se aventuren en lanzarse.

—¡Vamos, señoritas! —les ánimo.

—La última en lanzarse dormirá con mi Tarántula —bromea Sierra. O por lo menos, eso espero. Sería escalofriante tener que dormir con una tarántula.

—¡O conmigo! —grita un socarrón Justin.

Puedo escuchar a Maxine persuadir a una Lotty que se rehúsa a lanzarse. Por un instante, pienso que tendré que regresar a la escalada. Conozco a Lot demasiado bien como para intuir que no se lanzará ni que se lo ruegue Brad Pitt. Y Brad Pitt es su actor flechazo desde que tenía ocho años.

No obstante, cuando ambas siluetas femeninas se acercan, confirmo que Maxine ha logrado lo que no cualquier persona había logrado antes causar en Lot. Es sorprendente la manera en la que la llegada de Maxine ha revolucionado la vida de todos nosotros. Mi vida antes de ella era solo eso… vida. Ahora es algo más, y sé que todos comparten el mismo sentimiento.

Ella nos cambió a todos.

Me cambió a mí.

—¡Allá vamos, señores! —grita Maxine antes de tomar la mano de Lot, susurrarle algo al oído y luego arrojarse al vacío, vociferando—: ¡Niágara!

Sierra empieza a reírse, uniéndosele: —¡Niágara!

—¡Niágara! —terminamos coreando todos.

El agua me empapa la cara cuando terminan de caer. Por un momento, las pierdo a ambas de vista. Lot es la primera en emerger a la superficie. Sin embargo, Maxine no se ve por ningún lado.

La preocupación empieza a embargarme.

—¿Y Maxine? —pregunto.

Lotty echa un vistazo a su alrededor, y menea la cabeza.

El corazón empieza a latirme con velocidad. Siento el aire escociéndome los pulmones a medida que transcurren los segundos, y no ubico a Maxine por ningún lado. Me sumerjo en el agua e intento localizarla.

—¡Maxine! —grita Lot.

—¡Max! —le sigue Sierra, y todos los demás.

Entonces, de forma súbita, una silueta se asoma desde la cima de la escalada. Su sonrisa juguetona que me causa un infarto de miocardio.

—¿Buscan a alguien? —dice, traviesa. Vuelvo a respirar. Nunca se lanzó.

—¡Pero tú… traidora! —le grita Lot, indignada.

Maxine se echa a reír antes de llevarse las manos a la boca, recreando una especie de megáfono, y exclamar:

—¡Me adoran, perdedores! ¡Cagua…bonga!

Se tira. Su cuerpo estampa justo a centímetros del mío cuando flota a la superficie. Su cara se encuentra frente a la mía, y su gran melena salvaje luce mucho más oscura ahora mismo.

Ella enrosca sus brazos alrededor de mi cuello, pillándome desprevenido. Sus piernas se enroscan alrededor de mis caderas. Sus ojos bien abiertos, causan que mi corazón se oprima con fuerza.

—¿Me buscabas? —sisea tan lentamente con sus labios húmedos y brillosos.

—No fue gracioso.

Ella sonríe con diversión. —Yo creo que lo fue. Demasiado. Deberías haber visto tu cara —sus dedos se trasladan a mis mejillas, y traza dos ligeros círculos antes de echarse a reír frente a mí—. Tan ingenuo, Janssen.




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