Adicción Irresistible ©

Extra 4: Tentación.

PARA EL MARATON: ANTES DE CONTINUAR CON LA LECTURA, ASEGURARTE DE HABER VOTADO Y COMENTADO CADA CAPITULO. SE LES AGRADECE MUCHO<3 EL MARATON COMIENZA A PATIR DEL CAP 38 ASI QUE NO TE SALTES NINGUN CAP. <3

 

Justin

Justin

 

Maxine se irá esta misma noche. No tiene idea de a dónde, o por lo menos, no ha querido hablar más de lo debido. De algún modo, había perdido a mi mejor amiga frente a mis narices, ni siquiera pude notar cuando sucedió. Siempre intuí que había algo más entre ella y Mickey; algo que nadie podría explicar, solo sé que siempre ha estado ahí. Intangible, pero está ahí.

Bebo la quinta botella de cerveza de la noche. El ligero sabor amargo se desliza a través de mi garganta, convulsionándolo todo a su paso. Sin embargo, no encuentro nada mejor que hacer esta noche. Es su cumpleaños, y estamos en su fiesta rodeados de personas que, aunque suene ofensivo, me desagradan. Sobre todo, porque su hipocresía no tiene límites.

No puedo evitar fijarme en cada rostro, sonriendo como si la vida fuese una puta maravilla y hubiesen sido amigos de Maxine durante toda la vida. ¡Nadie la conocía en verdad! Nunca le dieron la oportunidad, y sé que a ella le resbala, pero a mí no.

Una melodía inunda la estancia, difuminando el griterío que se alza en el fondo. Entonces, alguien toma asiento junto a mí. Miro por encima de mi hombro a Theresa. Tenía semanas sin verla. Siendo honesto conmigo mismo, tenía semanas evitándola. La última vez que nos vimos comenzó a lanzar sus indirectas acerca de un noviazgo real, y no era algo que yo ansiaba a que sucediera.

No hago nada para alejarme de cualquier modo.

—Es una noche linda —comenta, arrastrando las palabras en un profundo suspiro. Me dedico a perforar la botella con los ojos, y asiento. Ella no tiene culpa de mi estado de humor. Desearía atribuirlo a otra razón que no sea Maxine. Siento que alguien está robándola de mi lado, y eso me enoja—. ¿Podemos hablar, Justin? —pide. Noto el atisbo de escrúpulo en medio de sus palabras.

Bebo un gran trago.

—¿No lo estamos haciendo ya? —replico, centrándome sobre ella por primera vez en la noche. Su largo cabello negro se encuentra atado en una coleta, y lleva un atuendo que permite ver su marcado abdomen a la perfección. No me inmuto.

Ella se muerde el labio inferior, y se dedica a mirar hacia el frente.

—Me refiero a hablar los dos. No solo que asientas ante todo lo que digo, Justin.

Solo asiento. Entonces, ella me lanza una mirada de reproche.

—Bien, Theresa.

—Hablé con mi padre —comienza diciendo. Se acalla durante una fracción de segundo para estudiar mi reacción, pero no entiendo ni putas de lo que está hablando—. Sobre Boston —esclarece finalmente.

Vuelvo a asentir, pero a sabiendas de que terminará cabreándose, decido emitir un, «Ajá».

Ella decide proseguir. —¿Recuerdas que te comenté que es el mejor amigo del hermano, del primo del padrino del decano de la universidad de Boston? —asiento, apretando los labios para no reírme. Mierda de conexión, eh—. Bueno, el punto es que, él te aprecia y como juegas para el equipo en una buena posición, podría echarte una mano a entrar.

Me paso la mano por la barbilla, y el alcohol ha comenzado a afectar mis sentidos, porque juro que veo a dos osos pandas bailando en medio de la terraza. Oh, no es solo mi imaginación. Sierra, la chica que conocimos en el festival, ha venido vestida de panda, y por lo que puedo deducir, ha obligado a Noah a disfrazarse de panda también.

—Theresa —mascullo cuando vuelvo al timón de mi barco de pensamientos. Suelto un profundo e impostado suspiro al aire—. No me interesa ir a Boston. Ya te lo he dicho.

Ella resopla, pero sigue insistiendo en los casos perdidos.

—Justin, podría ser la oportunidad de tu vida. ¿De verdad quieres quedarte estancado aquí para siempre?

Mi mandíbula se contrae dolorosamente. Le dirijo una mirada más fría de lo que pretendía.

—No se trata de lo que quiero, Theresa. Se trata de lo que debo hacer. Tú más que nadie conoces mis motivos.

Su mano aterriza sobre mi hombro, y no muevo un solo músculo para apartarla de encima. Sus intenciones son buenas, pero... no las necesito.

—Lo sé, Jus. Solo quiero ayudarte. ¿Por qué siempre quieres cargar con el peso de los demás encima de ti? —pregunta, elevando la voz unas cuantas octavas para que pueda escucharle por encima del barullo—. ¿Acaso no te das cuenta de que terminarás aplastado?

—No te incumbe eso —le espeto. Mi voz suena tan afilada que puedo ver la punzada de decepción brillando en sus bonitos ojos marrones.

Ella asiente, toma una profunda bocanada de aire, para luego levantarse. Me da una última mirada, y no le arranco los ojos de encima mientras la veo dirigirse al ascensor hasta desaparecer por completo. La he herido, pero sanará. Lo entenderá.

En mi vida, los sacrificios tienen precios que no puedo permitirme pagar.

Me termino de beber todo el líquido en la botella de una estocada. Seco mis labios con el dorso de la mano, y entierro la botella sobre el suelo. Mis ojos caen sobre Maxine, bailando alegremente junto con los demás invitados. Ella merece ser feliz. Es la mejor persona que he conocido en toda mi puta vida, y el hecho de haber vivido junto a ella momentos increíbles me hace sentir afortunado.

Ella es, sencillamente, diferente. Un escape de la realidad. Un sueño lejano.

Pero, debo dejar ir todo lo que me he guardado durante todos estos años. Debo dejarla irse lejos. Nos hará bien a los dos. Sobre todo, a ella.




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