Adicta a ti

La próxima vez

Me esforzaba por parecer tranquila, esperando con desesperación que creyera mi mentira. Pero el corazón Me latía con fuerza en el pecho y me sudaba las palmas de las manos.

Fingía que estaba acostumbrada a hacer este tipo de cosas para que él no se sintiera tan culpable, Pero él parecía imperturbable, incluso me sonreía con alegría.

" ¿Porque siento que nuestros papeles están invertidos?".

- Debería irme. - Le dije, saliendo de la cama.

- ¿Quieres que te lleve?. - Se sentó y se bajó del otro lado de la cama, dándome la espalda. En ese momento, vi las largas marcas rojas en su espalda.

Se dio cuenta de que lo miraba muy fijo y se volteó para mirarme divertido.

- Eres la primera persona que me araña la espalda.

- No era mi intención arañarte. - Argumenté.

- ¿Entonces qué fue?.

- Me estabas lastimando, así que lo hice en defensa propia.

Se rió.

- Eres tú la que estaba demasiado apretada.

- Pensé que decías que era demasiado grande. - Las palabras se me escaparon antes de pensarlo Mejor, mis mejillas se sonrojaron juntos después de decirlo.

- Erick debe haberte hecho mucho daño, eh. - Y así, sin más, atribuyó todas mis acciones al resultado de las aventuras extramaritales de su mejor amigo.

"Así que siempre supo que Erick me engañaba. Debí haberlo visto después de todo, Dios los hace y ellos se juntan. Soy una idiota".

- ¿Por qué no me lo dijiste?. - Pregunté de manera agitada.

Se encogió de hombros mientras se abotonaba la camisa.

- ¿Decirte que? ¿Que Erick se acostó con una de mis amigas? ¿O debería haberte llevado de la mano para atraparlos en el acto?.

Me quedé sin palabras.

Me tendió la mano.

- Vamos.

- No Necesito que me lleves a casa. - Espeté, apartando su mano de un manotazo y poniéndome de pie para marcharme. La verdad es que no estaba enfadada con él. Simplemente pensé que el gesto era innecesario, ya que solo había tenido una aventura de una noche con él para vengarme de mi marido, y nada más que eso.

No me siguió por la puerta.

Al salir del hotel, me apresuré a ir a una farmacia a comprar una pastilla para el día después y las engulli, sintiéndome algo más tranquila que antes.

Erick Ya estaba dormido cuando llegué a casa. Debía de confiar mucho en mí, Ya que ni siquiera me envió un mensaje de texto para preguntar Dónde estaba cuando no volví a casa anoche.

Cerré las cortinas y me preparé para ir a la cama cuando mi teléfono zumbo con una notificación. Era un mensaje de texto de Cristian.

Cristian

¿Por qué cerraste las cortinas? Ya lo vi todo.

Me sobresalté y aparte rápido las cortinas para ver un auto estacionada en la planta baja.

"¿Cristian?¿Me siguió a casa?".

Mi teléfono volvió a sonar.

Cristian

No tomes ninguna pastilla la próxima vez, me pondré un condón.

La comisura de mi boca se estrecha " ¿Quería una 'próxima vez'?".

En ese momento, hoy el sonido del auto de Cristian acelerar su motor en la planta baja.

Mis dedos se posaron sobre la pantalla de mi teléfono por un momento. En lugar de responder a sus mensajes borre todo nuestro historial de chats.

"Esto servirá por ahora".

Fue durante el desayuno del día siguiente cuando Eric me preguntó.

- ¿A dónde fuiste anoche?. - Me quedé helada, casi dejando caer el tenedor al suelo.

Cuando le eché una mirada nerviosa, vi que estaba distraído ojeando el periódico y no me prestaba ninguna atención.

Me tragué el sabor amargo de la boca. Incluso mi pareja de una noche me siguió hasta casa porque estaba preocupado por mi seguridad. Sin embargo, mi amado esposo preguntaba por mi paradero sin ningún atisbo de preocupación.

Son redi con ironía.

- Fui al salón de belleza con unas amigas.

Acepto mi endeble excusa, haciendo un simple sonido de reconocimiento para señalar el fin de la conversación.

Por desgracia, me había acostumbrado a este silencio después de estar casada con él durante dos años.

Estaba a punto de levantarme para poner los platos en el fregadero cuando sentí que algo me presionaba el hombro obligándome a volver a mi asiento.

Por el rabillo del ojo, vi que una figura vestida de blanco se sentaba en la silla contigo a la mía.




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