Una comida gratis

- Vengo a desayunar gratis. No te importa, ¿Verdad, Antonella?. - Era Cristian. Erick no tenia ningún otro amigo cercano ademas de él, y solo Cristian se atrevería a actuar con tenta despreocupación cerca de nosotros dos.

Sin esperar respuesta, me quitó los cubiertos y empezó a servirse de los platos que habia en la mesa.

Erick lo miro de reojo.

- Esos son de ella.

- Espera, ¿En serio?. Aquí tienes, Antonella. - Cristian me los devolvió de manera despreocupada. Sin embargo, no podia seguir desayunando con estos cubiertos después de que él los hubiera utilizado, ¿Cierto?.

Cuando no tomé los cubiertos, Erick habló con una expresión un poco agria.

- Está bien. Tomalos y ten mas cuidado la próxima vez. La gente se irá de la lengua si ve esto.

- ¡Tienes razón! Me aseguraré de tener mas cuidado en el futuro. - Cristian sonrió de manera alegre. - Tú también debes tener cuidado, Antonella. Si él come la comida de otra mujer, eso significa que te está engañando. - Luego me guiñó el ojo juguetón.

Mientras tanto, Erick se habia puesto rigido, con la mano congelada en el aire en medio de una pagina del periódico.

Su reacción me dio mucha satisfacción, pero me calle.

Tras forzar una tos incomoda, Erick cambió de tema para volver a centrarse en Cristian.

- No te he visto en estos días. ¿Dónde estuviste pasando el rato?.

- Uf, no saques el tema. El novio de una amiga la engañó, Así que tuve que acompañarla mientras lo atrapaba con las manos en la masa. - Contestó Cristian con indiferencia. - ¡Deberías haber estado ahí para verlo! Ella y todo un grupo de chicas desnudaron al tipo y la rompí hogares hasta los paños menores y los pasearon por la calle. Fue todo un espectáculo.

Volvió a toser y se dio la vuelta para tomar un vaso de agua para su garganta de repente seca.

- Antonella, Si alguna vez quieres atraparlo engañándote, recuerda llevar un reportero. - Insistió Cristian. - Detesta por completo los reporteros.

En cuanto dijo eso, Eric tiró por accidente el vaso de agua, derramándolo sobre sí mismo y sobre el mostrador. Casi podía sentir la ansiedad que emanaba de él.

- Yo... Voy a cambiarme. Ustedes pueden seguir platicando. - Con eso, salió corriendo con el rabo entre las piernas.

Cristian se echó hacia atrás y cruzó los brazos detrás de la cabeza, sonriendo como el Gato de Cheshire.

Cuando volteé a mirarlo con gratitud, me rodeó la cintura con un brazo y me acercó para que me sentara en su regazo. Mi cara se enrojeció al instante antes de la repentina intimidad, y apreté las manos contra su pecho mientras la sangre me latía en los oídos.

- ¿Qué estás haciendo? Él está ahí.

Me soltó, pero se acordó de besar mi mejilla antes de hacerlo.

- ¿Todavía te queda algo de espíritu de lucha? Parece que no fui lo bastante duro anoche. - Sus palabras me dejaron con un sentimiento de nervios y timidez.

Cuando Erick volvió a salir, Cristian le sonrió.

- ¿Ya acabaste? Vámonos. - En lugar de irse, Eric se acercó a mí y me levantó de manera ligera la barbilla, haciéndome un gesto para que le anudara la corbata.

Hace mucho tiempo que no me lo pedia, la última vez que lo hice, dijo que lo anudaba de manera desordenada y fea, Así que no estaba segura de Por qué quería que lo hiciera justo ahora.

Cuando terminé, me envía un beso en la frente de la nada.

- Espersme está noche. - Dijo con rigidez. - Volveré para cenar contigo.

Tarareé en respuesta y eche un vistazo a la expresión alegre y traviesa de Cristian, observando Cómo tiraba rápido algo a la papelera.

Poco después de que los dos hombres salieron por la puerta, oye decir.

- ¿Dónde está mi boleto de avión? Creía que lo traía conmigo...

- Quizás lo perdiste. - Respondió Cristian. No pude ver su cara, pero pude oír el tono orgulloso de su voz cuando añadió. - Le pediré a alguien que te compre uno más tarde.

Recogió el papel arrugado de la papelera. Como había esperado, era un billete de avión de Erick. Sonreí para mis adentros y le envié a Cristian el mensaje de texto.

Cristian

Eres tan infantil.