Casarse mañana

- ¡Cristian, soy una paciente que acaba de tener un aborto espontáneo!. - Cruji los dientes y brame. "Este hombre es despreciable".
- No te voy a devorar ¿Por qué estás tan nerviosa? Estás pálida y desaliñada. Además, todavía tienes algunas lagañas. Parece que seré yo quien salga perdiendo por acostarme contigo. - Argumentó Cristian con astucia mientras cerraba los ojos.
" ¿Lagañas?". Enseguida, me frote los ojos para darme cuenta de que no había ninguna. Sabiendo que estaba bromeando conmigo, me sonrojé y no me atreví a mirarlo. Aunque solo pretendía utilizarlo para mi venganza, no podía evitar preocuparme por sus sentimientos hacia mí.
Por ello, empecé a pensar que algo andaba mal en mí. Cristian, que era un apuesto Playboy, tenía muchas mujeres que luchaban por su atención, algunas de las cuales eran más hermosas que yo. Incluso había famosos que deseaban acercarse a él.
De repente, me sentí como una tonta por gustarme solo porque era amable conmigo. Sin saberlo, me irrité y dije con frialdad.
- Tienes razón. Hay muchas mujeres haciendo cola para acostarse con un hombre guapo como tú, Así que una mujer casada como yo está en realidad fuera de tu alcance.
- Pero yo prefiero a mi ternerita. - Encogiéndose de hombros, me dio un golpecito en la frente y me abrazó más fuerte.
Solté con frustración.
- ¿Quién necesita tu amor, Cristian? ¿Todos los hombres se comportan así? Cuándo se corteja a una mujer, el hombre le susurra dulces palabras sin parar. Pero cuando se aburren de ella, la abandonan como si fuera basura y la pisotea a su antojo. ¿Crees que los hombres son emperadores que pueden elegir entre concubinas? ¿Qué les da derecho a hacerlo? Largo ¡Te digo que te vayas!.
Sin embargo, empecé a sollozar mientras hablaba. Hay que reconocer que estaba descargando mi frustración con Cristian, pues no me atrevía a decirle esas cosas a Erick. Sabía que Cristian solo se burlaría de mí con algunas bromas las ibas pero no me rompería el corazón.
Por otro lado, Eric me había herido muchísimo. Todavía no había pasado página desde que me enteré de su aventura. Al fin y al cabo, solo los que me importaban podía hacerme daño. Sin embargo, tenía que admitir que me lo merecía por quererla. Aunque nuestra relación estaba en un estado precario, no podía dejar de lado lo que solíamos tener.
Mientras tanto, Cristian no se movía ni un centímetro, si no que se limitaba a mirarme. Hice a copia de energía para empujarle y darle una patada. Inesperadamente, acabé haciéndome daño en la herida en lugar de a él. Al instante, me cubrí el estómago y gemí de dolor.
Mi patada lo hizo caer de la cama al suelo. Suponiendo que se sentiría insultado, esperaba a que me dejara como hizo Erick.
Mientras seguía sollozando, mi visión se volvió borrosa. En el fondo, me culpaba a mí. No pude evitar pensar que Erick estaba irritado conmigo por la misma razón. De repente, me atrajo un cálido abrazo.
- Llora todo lo que quieras. Te prestaré mi pecho. - Aunque Cristian se burlaba de mí, sus palabras me conmovieron mucho. Me apoyé en su pecho y lloré a mares.
- Si no me ama ¿Por qué se casó conmigo? ¿Por qué tuvo que herirme así? ¿Está mal que lo ames con todo mi corazón.
Cuándo recordé el pasado, me di cuenta de que en aquel entonces ya había algunas señales. Cuando Eric me confesó su amor, no trajo flores ni preparó un escenario romántico. En lugar de eso, se limitó a tomar de mi mano en el pasillo de la empresa, me dijo de manera sutil que me quería y me preguntó si estaba de acuerdo con estar con él.
Pero estaba tan inmersa en su afecto superficial que pase por alto el hecho de que en ese momento acababa de romper con Gabriela. Además también había olvidado la forma en que me miró con desdén una vez que supo que sentía cosas por él
- Por supuesto que no hiciste nada malo. El que está perdiendo es Erick ¿Qué tal si cambias a tu marido por alguien que te quiera por completo como yo? Consigue el divorcio mañana y podemos solicitar un certificado de matrimonio de inmediato.