AdiÓs A La Luna

El Portador del Mismo Fuego

Pasaron dos noches desde la explosión.

Lunae no hablaba mucho.
La espiral seguía en su mano, dormida…
pero su cuerpo ya no era el mismo.

Los sentidos estaban agudos.
Podía oír los latidos de Kaïron a metros.
Sentir cuando Eryon mentía.
Oler el deseo…
a kilómetros.

Y por dentro,
algo le susurraba cada vez con más claridad:

> —No sos la única.

Lo vieron primero como una sombra en la colina.
Pero no era un enemigo.

Era un eco.

Caminaba con elegancia.
Vestía de negro y oro.
Sus ojos… eran como los de Lunae cuando el fuego negro se activaba.
No era viejo.
Tampoco joven.
Era atemporal.

Y cuando la vio, sonrió como si la conociera de toda la vida.

—Al fin, la sangre se cruza —dijo—.
Y la espiral se vuelve completa.

Kaïron y Eryon lo rodearon.
Listos para atacar.
Pero el aire alrededor del hombre se volvió denso.
Impenetrable.
Como si el mundo se inclinara ligeramente hacia él.

—No vine a pelear —dijo, sin miedo—.
Vine a reclamar lo que es mío.
O lo que fue… hace siglos.

Lunae lo sintió.
En los huesos.
En la sangre.
En la piel.

Un lazo.

No de pareja.
Tampoco de enemigo.
Algo más…
viejo. Primitivo. Íntimo.

—¿Quién sos? —preguntó ella, con la voz firme.

Él se inclinó, lento.
—Mi nombre es Asher.
Descendiente directo del primer portador.
Herencia del vacío.
Y tu…
hermana de fuego.

Eryon gruñó.
Kaïron lo miró como si fuera veneno.
—¿Mentís?

Asher los ignoró.
Solo tenía ojos para Lunae.

—No soy tu enemigo, Lunae.
Pero el fuego que llevás… no se dio por azar.
Es sangre.
Y esa sangre… es mía también.

Ella lo sintió.
Una pulsación.
La espiral ardiendo.

Pero no de advertencia.
De reconocimiento.
Como si él fuera un espejo deformado de sí misma.

—¿Sos parte de mi linaje? —susurró.

—No.
Soy tu linaje completo.
Lo que ocultaron.
Lo que borraron.
Lo que los dioses temen.

El fuego negro comenzó a moverse bajo su piel, como tinta viva.
Y en Asher… también.
Un tatuaje similar apareció en su clavícula, y descendía en forma de raíz.

—Podés negarlo —dijo él, acercándose hasta casi tocarla—.
Pero tarde o temprano, Lunae…
vas a tener que elegir.
El amor mortal…
o el poder eterno.

Kaïron los separó con violencia.
Eryon sacó su cuchillo.

—¡No vas a tocarla!

Asher los miró con una calma que dolía.

—No hace falta.
Ella ya me toca… cada vez que sueña con arder.

Y desapareció.
No corriendo.
No teletransportado.
Se deshizo en fuego negro.
Como si nunca hubiese sido carne.

Lunae cayó de rodillas.
El mundo giraba.
Kaïron la sujetó.
Eryon la cubrió.
Pero ninguno entendía lo que ella ya sabía.

> No estoy marcada solo por el dios.
Estoy hecha del mismo material que lo anterior al tiempo.
*Y si Asher dice la verdad…
entonces yo no soy la elegida.

Soy el origen.




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