Clara: ¿Y si mejor pruebo con el suicidio?
Permanecí varios minutos pensando en esa idea, y varios minutos más me quedé congelada, sosteniendo el cuchillo en mi mano.
Para mi sorpresa, cuando lo deslicé por la palma de mi mano no sentí dolor. Al menos no tanto. Sólo sentí una extraña sensación de placer. Por un instante mi sufrimiento se expulsó por aquella grieta en mi mano.