Clara: Iza, hoy escribí un poema, y tú quisiste leerlo. No te dejé hacerlo. Pero decidí mostrártelo cuando estábamos a solas.
Era sobre cómo me siento. Y sobre el suicidio...
Pero otra vez tú sólo notaste las cosas insignificantes y te sentiste tocada, identificada con lo que escribí.
Otra vez todo sólo se trata de ti.
No puedo creer que me embobé tanto en una amistad contigo.
Ya ni te reconozco, y lo peor es que tampoco me reconozco a mi.