Adopcion De Amor

CAPITULO 3

Dean llegó a su casa por fin; después de todo lo que pasó con aquella chica, no le gustó que se humillara de esa manera. Nunca ha sido un patán o al menos ha intentado no serlo.

Pero no puede hacerse responsable de un niño. En su mente siempre está la misma pregunta: ¿Qué hará con un niño?

Se sirve un vaso de whisky más lleno de lo normal, si le dio lástima el sufrimiento de esa chica, pero no puede hacer nada por ella, tenía su vida planeada y no iba a romperla, y estaba completamente seguro que ese chiquillo iba a encontrar a una familia maravillosa, incluso hasta mejor a la que él tuvo. Los pocos recuerdos de niño no eran ni siquiera él siendo feliz. Esa era una de las razones por las que no quería una familia; le gustaba pasar el rato con mujeres, pero hasta ahí, jamás intentaría nada más que una o dos noches, claro, sin contar a Pamela, que con ella ha repetido un millón de veces y la considera su amiga.

Su celular le anuncia una llamada entrante; el nombre de Jackson aparece en pantalla.

—La chica se ha puesto mal, la he traído a urgencias y la han ingresado, tienes que venir —escucha a Jackson en cuanto contesta.

—¿Qué hospital? —le pregunta.

—el Norte.

—Iré en un momento.

Al llegar al hospital se encuentra con Jackson.

—¿Cómo está?

—Me han dicho que tiene anemia, y una desnutrición; desde que la vi sabía que su estado físico no era sano; está prácticamente en los huesos.

Dean también lo notó: Karen ha tenido unos meses fatales. No solo ella sola tenía que cuidar a su mejor amiga, también tenía que cuidar a su hijo y trabajar para poder ayudarla al grado de olvidarse de ella. En ocasiones no tenía tiempo de comer. Lo que tenía prefería dárselo a su amiga. En el trabajo, aunque le iba bien en propina, costear una enfermedad no era fácil y comprar lo básico para un bebé tampoco era barato.

—Creo que se quedará internada al menos por esta noche.

Un médico llega con ellos, para darles nuevos informes.

—La paciente necesitará transfusión de sangre; aquí está el tipo de sangre —le entrega a Dean un papel con la información.

—Es tu tipo de sangre, Dean —su amigo le dice.

—Sí, si es mi tipo de sangre.

—Entonces puede venir el día de mañana a las 7. Y si quieren pasar a verla pueden hacerlo; solo traten que esté tranquila. Estaba un poco alterada.

—Tu vez, Dean, yo te espero aquí abajo.

Dean no tenía opción. Si bien acababa de conocer a la chica, ni siquiera era capaz de recordar su nombre. La chica vino a él, así que debería ser él el que la ayudara.

La habitación está fría; Karen lloraba en silencio; tenía miedo de tener algo más y dejar solo a Sean. Es verdad que a veces en su día a día se sentía cansada y mareada, pero no le tomaba importancia; le importaba más ver por el bienestar de su amiga.

Dean entra a la habitación. Karen nota su presencia; intenta limpiarse las lágrimas; lo último que quiere es que la vea llorar; ya suficiente tuvo con que la viera arrodillarse. Estaba molesta y decepcionada; por lo que vio de ese hombre es que no era buena persona.

El médico entra atrás de Dean.

—Señorita, está usted bajo observación médica, tiene anemia y un cuadro de desnutrición; debe de hacer una dieta balanceada. Le recomiendo que vaya con un nutriólogo para que la acompañe en su proceso. Es importante que cuide su salud antes que eso le genere otras enfermedades más graves.

—¿Me dará el alta? No tengo dinero para pagar este hospital —es su contestación, a todo lo que le ha dicho el médico.

—Yo cubriré todos los gastos; no hay problema en eso.

—Usted váyase, no necesito nada de usted, no tiene corazón.

Dean la miraba en silencio. Sabía que se había comportado mal con ella, que permitió que se arrodillara, pero en su defensa no supo cómo reaccionar. Jamás una mujer le había hecho eso, o al menos fuera de la intimidad no.

El doctor sale de la habitación dejándola en total silencio.

—¿Por qué no te puedes hacer cargo del niño?

—No tengo dinero, no me lo dejarían, lo intentamos, pero me rechazaron.

Sé sincero y no es por qué ella lo quisiera, pero estaba cansada y solo quería contestarle y que se fuera.

—Hola— Jackson entre a la habitación.

—¿Cómo te sientes? Me has dado un susto de muerte.

—Lo siento, es mejor que pida mi alta voluntaria, no tengo para pagar y tengo que ir a cuidar a Sean.

—El doctor me dijo que mañana te dará el alta, y necesitarás una trasfusión de sangre. Dean te la dará, no estás bien —Jackson se preocupa.

—No puedo dejar a Sean. Mi amiga no puede cuidarlo más que un par de horas.

—Dean lo cuidará, es su tío al fin al cabo.

Dean mira a su amigo molesto. ¿Cómo se atreve a tomar esa decisión sin consultarlo?

—No es necesario, yo estoy bien, me siento bien, por favor, que alguien venga a quitarme esto, necesito irme ya.

—Estas loca, el doctor te acaba de decir que tienes anemia y una fuerte desnutrición; no puedes cuidarte tú y mucho menos a un niño pequeño.

A pesar de las objeciones de Jackson por qué Karen se quedará, ella ya estaba convencida que se iría a su casa.

Dean se ofreció a llevarla. Karen rechazó su oferta al principio, pero sabía que ya era tarde y tomar autobús a esa hora sería muy tardado, así que tomó su ayuda.

—Gracias por traerme, me iré caminando de aquí, vivo cerca.

—No te encuentras bien, no te bajarás del auto, iré por el niño y te llevaré a casa.

Dean bajó del carro sin esperar repuesta de Karen, aunque Dean en el fondo quería que ella se sintiera bien y poderse ir a su casa como tanto deseaba.

—Toco la puerta de la humilde casa; enseguida es abierta la puerta por una joven mujer.

—Hola —Dean saluda.

La chica solo la mira con desconcierto: jamás había visto un hombre como aquel tocando su puerta.

—¿Qué se le ofrece, señor? —le pregunta.

—Vengo por el niño.



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En el texto hay: parejas, adopcion, amor

Editado: 20.11.2024

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