Ael, la profecía de un héroe

Palacio del rey.

Punto de vista de Cerberus. (Tres días atrás).

Esta mañana un soldado de clase baja, apenas un aprendiz que no sabía ni cómo llevar una espada, solo un niño, uno como tantos que perdieron a sus familias durante alguna incursión en las mazmorras, o por culpa de alguna peste. 

Unir a los niños al ejército, era una forma cruel usada de alguna manera para reducir a los huérfanos y aumentar los números en el frente.

Este niño me traía una nota con el sello real, extendió su mano entregándome el sobre, ni siquiera lo mire. Me di vuelta y con voz firme le dije. "Léela en voz alta". El niño solo me miró con cara de tonto. "Acaso, no sabes leer". El niño solo bajo la mirada. Tome la carta con fuerza, casi arrancándosela de las manos, me posicioné cerca de una ventana para poder leer mejor. Luego de ojear la carta le hice un bollo y la arrojé al fuego de la chimenea, mi rostro revelaba que acababa de recibir una muy mala noticia. 

"Ael, así que al final lo hiciste."

Le advertí que sería un suicidio, pero aún así lo hizo. Seguro el rey ya sabía de la aventura de Ael con la reina. Solo esperó el momento preciso para deshacerse de él.

La carta dice que atacó el palacio, asesinó a la reina y secuestró al niño. Ahora es un traidor al que le han puesto precio a su cabeza.

¡¡Guardia!!". Un soldado veterano que estaba de guardia ingresa e inmediatamente se coloca en postura firme.

–A sus órdenes señor.–

"Que preparen el carruaje más veloz, parto de inmediato al palacio real, el rey no admitirá ningún retraso". 

-De inmediato mí general.–

"Antes de irte llévate a este soldado, acaba de ser degradado, no necesitamos a un mocoso ignorante en nuestras filas".

El soldado me miró, con una sonrisa sutil, casi como si pudiera leer mí mente. Él sabía que seguramente la señorita Ameria recibiría a este niño en su escuela, junto a una gran bolsa de dinero, como ya había pasado en otras oportunidades. No sé si el niño algún día entenderá como he cambiado su suerte el día de hoy, la mayoría de los niños son enviados al frente de batalla como carne de cañón, para evitar que los soldados más experimentados resulten heridos.

"¡Buena suerte muchacho!".

-

En el centro de la ciudad capital se encontraba en la punta del edificio más alto, el palacio real. Una obra arquitectónica única convertida en fortaleza durante la gran guerra, aún conservaba las altas columnas alrededor de la ciudad que podían encender un gigantesco escudo mágico. La ciudad era una mezcla entre lo medieval y lo tecnológico.

Se rescato mucho de la antigua tecnología élfica, desde carruajes que se movían sin que nada tirará de ellos, faros mágicos que brillaban en el aire, plataformas de teletransportación que comunicaban con otras ciudades, edificaciones tan altas que sus puntas terminaban en las nubes las cuales solo se podía subir volando o a través de enormes discos de piedra que brotaban del suelo y te elevaban a otros pisos.

Desde la gran alianza, humanos, monstruos, elfos, enanos, orcos y otras criaturas caminaban por las calles de la ciudad. Se podían notar algunos mestizos peculiares, ya había tenido la oportunidad de ver humanos con orejas en punta como los elfos, pero jamás imaginé ver a una Elfa con la piel más verde que un lagarto de alcantarilla.

Pase por el frente de una venta de armas, un vendedor se acercó con un exagerado respeto a ofrecerme algunos productos de excelente calidad, entre ellos una espada que brillaba ante la presencia de monstruos de tipo demonio, un escudo con alta resistencia al fuego y una alabarda dorada que podía partir a la mitad hasta la misma alma. Con un gesto lo aparté, no tenía tiempo que perder.

Me acerqué a una plataforma de elevación dónde dos poderosos guardias de pesada armadura me esperaban. Aquí ya no importaba si yo era un general, uno de ellos como de costumbre, apunto a mí cara un gran mazo negro con pinchos, el mismo comenzó a brillar. Cualquier hechizo que modificará mí apariencia se desvanecería de inmediato.

Los guardias me escoltaron hasta el último piso. Dos inmensas puertas adornadas con joyas me separaban del trono del rey, un poderoso mago con túnica blanca me esperaba.

–Extiende uno de tus brazos general.–

Unos dedos finos y delicados tomaron mí brazo, el mago dijo unas incomprensibles palabras, seguro en elfo antiguo. Símbolos mágicos violetas se grabaron en mí mano como una especie de maldición.

–Conoces la rutina, nada de magia cerca del rey, está maldición te matará de inmediato solo si se te cruza por tu cabeza intentar atentar contra el rey, la maldición se desvanecerá cuando abandones el edificio.–

Fui acercándome al trono real, un consejero le estaba explicando al rey que habían encontrado a varios de sus asesinos de élite asaltando a un refugio de elfos en las fronteras de Sitranoa, parece que estarían cargando en jaulas a pequeñas niñas elfo como si fueran solo ganado.

Saber que las ciudades élficas alguna vez  cubrían más de la mitad de este mundo, tenían magia y tecnologías que hoy se han perdido para siempre. Quedaron casi extintos durante la invasión y los humanos aprovecharon para tomar el poder, saquearon sus ciudades y tomaron a sus mujeres. 



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En el texto hay: fantasia, mundo magico, aventura

Editado: 07.06.2023

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