Ael, la profecía de un héroe

Consejo de un rey.

Punto de vista del Rey enano Durtor De las montañas de Thaldur.

Parece que al fin se dan cuenta, la criatura que guardé para este combate no es un monstruo ordinario. Se necesita mucho más que un simple ataque para derrotarlo.

Del hueco que le hicieron en el pecho empiezan a asomarse dos patas peludas como las de una tarántula gigante, una serie de ocho ojos que brillan en rojo se asoman por el orificio junto con una colección de colmillos negros alineados en dos filas verticales.

La comandante Arla parece muy sorprendida, a pesar de los duros entrenamientos que estos jóvenes recibieron, jamás han estado en una batalla real en donde sus vidas están realmente en peligro.

–Mi señor, si este combate se extiende por más tiempo, habrá muchas bajas.–

La monstruosa criatura se hace todavía más fuerte, sus músculos se inflan cómo si estuvieran por explotar. Su enorme brazo martilla todo a su paso, la multitud hulle al ver a la criatura intentando subir por las gradas. Otro enano es capturado pero está vez es devorado directamente por la tarántula parásito gigante.

"Si, creo que nos excedimos un poco, no contaba con el hecho de que podía aumentar tanto su poder".

–¿Ordeno terminar el combate?.–

"Si, evacuen a los civiles y usen los grilletes de contención".

–¡No!, Mí rey, permítanos terminar este combate.–

"No sé preocupen, lo han hecho muy bien. Elegí a esta criatura porque sabía que no podrían derrotarla. Quería que conocieran sus propios límites".

–No lo acepto, estoy segura que podemos con esta prueba. No toleraré una derrota tan humillante.

¡Realiniensen!, está vez iremos con todo.–

Esa muchacha tiene un espíritu fuerte, es justo lo que nuestro pueblo necesita, sus habilidades y su manera de dirigir al equipo son extraordinarias.

La criatura, hace aparecer en su cuerpo otro emblema que le otorga defensa física aumentada.

El mago con especialidad de tierra y el otro con magia de fuego, levantan un Golem de lava. Ya me preguntaba cuando usarían esa carta, lamentablemente ya es tarde para eso, el tiempo que demoraron hizo que la criatura se haga demasiado fuerte.

El Golem ataca con todas sus fuerzas, pero sus ataques son totalmente ineficaces contra la criatura que con su gran brazo destroza a su adversario de un solo golpe.

"¿Hace cuánto que están peleando?."

–Siete minutos, treinta y dos segundos mí señor.–

"Es la primera vez que unos novatos duran tanto, los últimos no resistieron ni un minuto."

–¿Le ponemos los grilletes a la criatura?.–

"No es necesario, ya no necesitaremos esa cosa. Dame mí hacha"

Esta hacha larga de doble filo fue diseñada con el metal extraído de una roca ardiente enviada por los mismos dioses, a pesar de su rústico diseño, puedo asegurar que no hay hacha más poderosa que esta.

Un arma única maldecida para que solo pueda ser alzada por la mano del legítimo rey.

"¡Alzó está arma al cielo y pido a los dioses que hagan su voluntad!"

A lo largo del mango comienzan a brillar unas gruesas venas anaranjadas que se ramifican hacia la hoja de metal y aún más llegando a su filo.

La criatura ignora a sus oponentes y se voltea a verme, como si supiera que su fin está proximo a llegar. Rápidamente dispara su brazo como un proyectil hacia mí intentando arrancarme la cabeza.

"Pobre criatura estúpida, no sabes a lo que te enfrentas".

Golpeó su puño con mí hacha para que esté vuele en mil pedazos junto a todo su brazo.

"Ante ti está el señor de la guerra, de todos los reinos soy el único rey que lucha en el frente de batalla. Nadie que haya osado atacarme ha sobrevivido para contarlo.

¡Sentencia final!"

Solo un movimiento de mí hacha bastó para que la criatura comenzará a incinerarse, como si el fuego tuviera vida propia y deseara devorarlo. Es todo, esto se acabó, entregué mí hacha nuevamente a mí sirviente para que la guardara.

"¡Maldición, aún no ha muerto!"

De entre las llamas, la araña parásito abandona el cuerpo gravemente destruido y se avalanza directo hacia mi. Sus colmillos se abren esperando clavarse a mí pecho y hacer posesión de mí cuerpo.

Ante mí mirada atónita, el arácnido pasa por al lado de mí rostro rosandome con los bellos de sus patas, quedando ensartada en una columna por la Moharra del Lucero del Alba de la comandante Arla.

"Te tardaste mucho, esa cosa casi me alcanza".

Ella levanta su puño y fuertemente abre sus dedos haciendo que las espinas del Lucero se expandan acribillando a la criatura por todas partes.

"Ya vimos ese truco, no tienes nada mejor".

Ella me mira con firmeza y nuevamente cierra su puño. Las espinas se contraen y con una esplosion la criatura arde en llamas desintegrandose por completo.

"¿Cómo dijiste que te llamabas jovencita?".



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En el texto hay: fantasia, mundo magico, aventura

Editado: 07.06.2023

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