Punto de vista de Albion.
La noche ha quedado atrás, no hay un solo Chalenco postrado en el techo, las trampas que prepare están listas para cualquier emergencia, ya no podemos seguir esperando.
"Líder, creo que ya es hora de ingresar. Los demás podrán alcanzarnos más tarde".
–Levanten el campamento, dejaremos el equipo aquí en las mochilas y lo recogeremos de regreso.–
"Yrila ¿Cómo te encuentras?"
–No te preocupes, ya he descansado lo suficiente, además ese milpiés estaba lleno de cristales de maná.–
Yrila saca un puñado de cristales de maná que extrajo de la criatura. Entre ellos había de todos los colores y tamaños algunos de muy buena calidad.
"Parece que la incursión después de todo valdrá la pena. Incluso si no encontramos nada en la cámara secreta, los costos estarán más que cubiertos".
-
Avanzamos con mucho cuidado, los sapos que escupen ácido deben estar más adelante. Esos malditos anfibios no son fuertes, pero su habilidad especial nos tomó por sorpresa la última vez.
"Escudero, es tu momento de lucirte".
–Si, lo sé. Acérquense todos.–
El muchacho cierra los ojos y levanta su mano a lo alto haciendo brillar los símbolos mágicos de su muñeca.
–Escudo del emperador, protégenos.–
Unos símbolos mágicos aparecen sobre nuestras cabezas indicando nuestro aumento de defensa física. Con esta habilidad el ácido de los sapos no representará un gran peligro.
"Es muy conveniente tener a un mago con especialidades defensivas".
–Los escudos resistirán, pero agotará completamente mí maná.–
"No te preocupes, solo necesitamos que nos cubras hasta que acabemos con todas ellas".
"Esclavos, traigan las lanzas, serán mucho más efectivas que las espadas".
-
Avanzamos hacia la oscuridad alumbrados solo con unas antorchas que cargan los esclavos. Adelante nuestro, tanto en el suelo como en las paredes y el techo se van abriendo de a pares, unos ojos amarillos grandes como los puños.
"Allí están, no sé confíen. Aparte de escupir ácido también son capaces de embestir muy fuerte".
–¿Por qué no solo los incineramos con magia?–
"Me encantaría muchacho, pero las paredes tienen minerales que liberan gas venenoso al contacto con el fuego. Además no son tan fuertes como para desperdiciar maná con ellos".
Yrila se nota muy agotada todavía y Vanko parece esforzarse mucho para mantener el hechizo de defensa física.
"Ustedes quédense atrás. Yo solo me encargaré de ellos. Ustedes se encargan de los que intenten huir".
Concentré mí poder en todo mí cuerpo y liberé mí técnica especial.
"¡Tierra, obedece mis órdenes!"
La cueva empieza a temblar.
Los sapos, tan grandes que podrían llevar a un niño sobre sus lomos, se alborotan y saltan por toda la cueva. Sus habilidades para pegarse a las paredes les permite atacar desde cualquier ángulo, pero eso no es un problema para mí.
Levanto mis dedos índice y mayor para que una serie de agujas salgan del suelo y atraviesen a los primeros sapos antes de que pudieran reaccionar.
Cómo en una danza muevo mis piernas y brazos para hacer salir agujas por todas partes. Cálculo y anticipó cada ataque para no fallar ninguno, incluso a algunos los capturé en el aire cuando intentaban embestirme.
Los chorros de ácido salen de todas direcciones, la defensa del escfudero unciona bastante bien.
Ko-en-li utiliza una lanza con ambos extremos afilados para atacar a cualquiera que se acercara demasiado, sus movimientos son muy precisos, casi sin desperdicio.
Yrila protege a Vanko para evitar que se rompa el hechizo de defensa, ambos parecen estar al límite de sus fuerzas.
"Resiste muchacho, solo unos minutos más".
Son interminables, tendré que ser más drástico. Presioné mí pie contra el suelo hasta que se agrieto y levanté varias líneas de agujas a lo largo de la cueva.
Avanzamos por la cueva repitiendo el procedimiento, hasta llegar al final de esta.
"¡Lo logramos!, Estamos en el final".
El líder se acerca a un marco de mármol pulido con varios símbolos mágicos grabados en él. Tomé una roca y la lancé contra el marco. Ni siquiera llegó a tocarlo, la roca solo se desintegró.
–Ya entiendo, esto es lo que evitaba que mí espectro pudiera avanzar. Parece una especie de barrera, nada especial, no me tomará mucho destruirla. Ustedes recojan los cristales de maná de los sapos mientras yo destruyó esto.–
Ko-en-li apunta la palma de su mano al marco de mármol e inmediatamente con un destello de luz, los símbolos mágicos se desvanecen.
"Por fin, veamos con qué tesoros nos encontramos".
Al ingresar en la cámara secreta, nuestros ojos no podían creer lo que veían. Todos nos apresuramos a entrar, listos para lo que pudiera haber del otro lado.
"Tiene que ser una broma".
Vacía, completamente vacía. Ni siquiera un mísero cristal de maná, tanto esfuerzo para nada.
El líder mira con disgusto.
–Regresemos cuánto antes, no hay nada de valor aquí.–
Vanko mira al suelo con mucha atención, como si intentara leer algo.
–¿Qué son esos símbolos mágicos escritos en el suelo? Nunca vi nada igual.–
"¿Cuáles símbolos mágicos? ¿De qué hablas?"
Claro, él tiene el emblema de Visión verdadera…
"Es una trampa, ¡corran!"
La puerta desaparece detrás nuestro y se abre otra en frente. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Acaso es una ilusión?. No, el muchacho lo hubiera notado, esto es otra cosa.
"Líder, creo que hemos sido transportados a otro sitio".
–Si, también supuse lo mismo. Estamos en serios problemas. Ese hechizo nos pudo haber movido a cualquier sitio, incluso podríamos estar varios pisos más abajo.–
–Para ser más precisos, estamos ciento veintitrés pisos abajo.–
"¿Quien habla? Muéstrate".
–Soy el General Golner y ustedes basuras serán mis nuevos esclavos.–
"¿Un Orco? Imposible".