Capítulo 2: Voces del Agua y la Arena
El murmullo de Iskanara era un eco constante de vida. La ciudad flotante se balanceaba suavemente con el movimiento de las olas, y el resplandor de los corales bioluminiscentes iluminaba los canales de agua cristalina. Para las hermanas Arthea, el entorno seguía siendo abrumador, un contraste absoluto con las vastas dunas de Zaerith.
Siria caminaba con la cabeza en alto, aunque su interior era un torbellino de emociones. Sus hermanas la seguían de cerca, sus miradas oscilando entre la curiosidad y la desconfianza. A pesar de que los Väelith las habían acogido, las miradas que recibían les recordaban que eran extranjeras.
—'Thalia orn vasten, aethri zaran?' —escucharon decir a un comerciante, en el melódico Zailen.
Lioren frunció el ceño. No entendía completamente la lengua, pero el tono era claro. '¿Qué hacen los hijos de la arena aquí?'. Siria exhaló con frustración y tomó la mano de Vanya, la más joven, que observaba a su alrededor con una mezcla de miedo y fascinación.
—Nos observan como si fuéramos espectros errantes —susurró Kaelis en su lengua natal, el Orvian—. No confían en nosotras.
—'Athera iskal veren zailar,' —susurró Lioren—. 'El agua no teme a la arena'. Dejemos que nos subestimen si quieren.
Pero las pruebas no tardaron en llegar.
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El sol comenzaba a descender cuando los cuatro hermanos Väelith aparecieron nuevamente. Esta vez, no se limitaron a simples burlas. Se encontraban en una de las plataformas suspendidas sobre el agua cuando el mayor de ellos, de porte imponente y ojos azul profundo, les bloqueó el paso.
—'Vareth silan othra?' —dijo con una sonrisa ligera. '¿Sobrevivieron un día más?'
Siria se mantuvo firme, sintiendo cómo la sangre le hervía.
—No solo sobrevivimos, sino que aprendemos rápido —respondió en Zailen con un acento marcado.
El segundo hermano, más delgado pero con una mirada aguda, arqueó una ceja.
—'Iskana ar velarth, ostrae ythrin.' —'El mar no es compasivo con quienes no lo entienden'—. Pero podríamos ayudarlas... si pueden mantenerse en pie.
El menor de los Väelith, de expresión traviesa, sonrió con burla antes de mover la mano. Sin previo aviso, una corriente de agua emergió de la plataforma y se enroscó alrededor de los tobillos de Siria y sus hermanas. Antes de que pudieran reaccionar, fueron arrastradas hacia el canal de agua.
Siria sintió el golpe frío del océano cuando cayó, sus pulmones llenándose de aire antes de hundirse. Se revolvió bajo el agua, el instinto de supervivencia encendiéndose en ella. No eran del mar, pero tampoco eran débiles.
Emergió a la superficie con un jadeo, viendo cómo Lioren, Kaelis y Vanya hacían lo mismo. Sobre la plataforma, los Väelith las observaban, evaluando su reacción.
Kaelis escupió agua y se apoyó en la estructura flotante.
—'Rys kalathen thon!' —gruñó en Orvian. '¡Miserables!'
El mayor de los Väelith inclinó la cabeza, su tono casi divertido.
—'Aethra oren, thesaen isth?' —'Si quieren quedarse, deben demostrar que pueden nadar con nosotros.'
Siria sintió la ira arder en su pecho. No permitiría que las consideraran débiles. Miró a sus hermanas y asintió.
—Aprenderemos. Y cuando lo hagamos, no podrán ignorarnos.
Las olas se alzaron a su alrededor mientras los Väelith sonreían. El desafío había comenzado.