Aelys

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Capítulo 5: La Alianza Impensada

La mañana siguiente amaneció gris sobre las islas flotantes. El viento soplaba con fuerza, agitando las aguas y enviando ondas que se rompían con violencia contra las rocas de Iskanara. Siria despertó temprano, aunque no podía evitar sentirse agotada por el combate del día anterior. La derrota, aunque momentánea, la había dejado con una sensación de frustración que la consumía. Sin embargo, también la había impulsado a algo más: un deseo de continuar luchando, de probar que no era una simple forastera sin valor.

Se encontraba en la zona de entrenamiento de los Arthea, donde las hermanas estaban practicando su propio ritual matutino de ejercicios. El aire frío de la mañana se mezclaba con el calor que sentían en sus cuerpos debido al esfuerzo físico. Kaelis, que siempre tenía un carácter fuerte, había notado la mirada distante de Siria.

"¿Todo bien, Siria?" preguntó Kaelis, sin dejar de moverse mientras estiraba sus músculos.

Siria asintió, aunque sus ojos no se apartaban del horizonte. "Todo bien. Solo... estaba pensando en lo que pasó ayer."

Kaelis dejó de estirarse y la miró fijamente, una expresión de comprensión en su rostro. "¿Aún te preocupa lo de Calyon?"

"No es solo eso," contestó Siria, sin apartar la mirada del mar. "Es más que eso. Ayer no solo luché contra él. Luché contra todo lo que somos para los Väelith. Ellos nunca nos verán como iguales. No importa cuánto intente demostrarlo."

Kaelis suspiró, dando un paso hacia su hermana. "Es verdad, Siria. Pero eso no significa que debas rendirte. Sabemos lo que somos capaces de hacer. Solo necesitamos más tiempo."

Siria asintió lentamente. Kaelis tenía razón, pero algo seguía rondando su mente. Las palabras de Calyon, su actitud, todo lo que había dicho después de la pelea... había algo en él que le causaba una extraña sensación. Y no era solo su orgullo herido. No, había algo más profundo, algo que no lograba entender del todo.

Mientras sus pensamientos la mantenían distraída, una figura conocida apareció en el borde del claro donde estaban entrenando. Era Calyon. Su presencia era inconfundible, con su porte erguido y su mirada desafiante. Las hermanas Arthea se giraron al instante, la atmósfera cambiando en un segundo. Calyon se acercó a ellas sin prisa, pero con una intención clara en sus ojos.

"Vengo a hablar con ustedes," dijo Calyon, sin rodeos, su tono directo y firme. "Y más específicamente con Siria."

Siria frunció el ceño, sin saber exactamente qué esperar. "¿Qué quieres?"

Calyon la miró fijamente, y por un momento, hubo una chispa de algo inesperado en sus ojos. No era desdén, ni burla. Era... algo diferente. Como si reconociera algo en ella, algo que no había visto antes.

"Ayer, cuando luchaste," comenzó, "demostraste algo que pocos en este mundo tienen. No solo fuerza física. Una voluntad de hierro. Eso no pasa desapercibido."

Siria no respondió inmediatamente. El halago era raro de escuchar viniendo de él. ¿Realmente lo decía en serio? O estaba jugando con ella, como siempre lo hacía. Sin embargo, su siguiente declaración la sorprendió.

"Quiero hacer una alianza," dijo Calyon, sin titubeos. "No con los Väelith en su totalidad, sino contigo. Tú y tus hermanas. Podríais ser útiles para lo que está por venir."

Las palabras de Calyon resonaron en el aire. La propuesta era tan inesperada como impactante. Siria observó a Kaelis, que parecía igualmente sorprendida.

"¿Una alianza?" repitió Siria, escéptica. "¿Y por qué debería confiar en ti? ¿En los Väelith? ¿Después de lo que pasó ayer?"

Calyon asintió lentamente, como si se esperara esa reacción. "Sé que no soy el mejor en ganarme la confianza de los demás, especialmente después de lo ocurrido. Pero lo que está por venir es más grande que cualquier rivalidad. Un desafío mucho mayor que nuestra pelea."

Las hermanas se miraron entre sí. La idea de una alianza con los Väelith sonaba arriesgada, pero había algo en las palabras de Calyon que las hizo pensar. Si de verdad había una amenaza inminente, tal vez no podían darse el lujo de rechazar esta oportunidad.

"¿Y qué quieres a cambio?" preguntó Kaelis, cruzando los brazos.

Calyon la miró, su rostro serio. "Solo quiero que confíen en mí. Que trabajemos juntos. Los Väelith tienen un poder que aún no hemos entendido por completo. Y los Arthea tienen algo que nos falta: la resistencia, la adaptabilidad. No subestimen el poder de su gente."

Siria, aunque cautelosa, sintió una extraña curiosidad. Siempre había visto a los Väelith como enemigos, pero ahora que Calyon se ofrecía a formar una alianza, sentía que había algo más grande en juego. Quizá este fuera el primer paso para obtener lo que siempre habían deseado: reconocimiento, respeto y un lugar en Iskanara.

"Puedo aceptarlo," dijo Siria finalmente, mirando a Kaelis. "Pero a una condición."

"¿Qué condición?" preguntó Calyon, su tono neutral.

"No habrá más trucos. No más juegos mentales. Si vamos a trabajar juntos, será en igualdad de condiciones."

Calyon la observó en silencio durante un largo rato. Finalmente, asintió. "Está bien. Lo que sea necesario."

Siria asintió, sintiendo que el peso de sus palabras estaba marcado por algo más grande que solo la venganza o el orgullo. La alianza era arriesgada, pero tal vez era su única opción si quería asegurarse de que los Arthea y los Väelith sobrevivieran a lo que se avecinaba.

"Bien," dijo finalmente. "Nos damos una oportunidad. Pero recuerda, Calyon: esto no es un favor. Es una necesidad."

Calyon sonrió ligeramente, pero su sonrisa no tenía malicia. En ese momento, ambos sabían que el verdadero desafío no había hecho más que comenzar.



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En el texto hay: fantasia, romance, magia

Editado: 22.05.2025

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