Capítulo 10 – La Alianza de Lenguas
El sol bañaba con su calor la isla de Iskanara, mientras la pequeña tensión que quedaba de la batalla reciente se disipaba lentamente. En medio de este clima de calma, Siria y Calyon, aunque de diferentes mundos, compartían un momento extraño de comprensión mutua. Era el tipo de momento que pocos esperaban, ya que ambos provenían de lenguas radicalmente distintas: Orvian, el lenguaje directo y rudo de los Arthea, y Zailen, el suave y poético idioma de los Väelith.
Siria, con su carácter calculador, era una mujer de pocas palabras, y lo que decía en Orvian siempre iba directo al grano. Calyon, por otro lado, era más un guerrero de acciones que de palabras, pero su afición por el Zailen lo había llevado a aprenderlo con dedicación, encontrando belleza en su fluidez.
"Torrin varska lumar." Siria soltó las palabras con una firmeza que solo el Orvian podía ofrecer. La frase significaba la guerra no define al hombre, sino sus decisiones.
Calyon frunció el ceño, analizando la estructura. "¿Qué significa?" preguntó, curioso, pero con su voz impregnada de su tono áspero, como si tratara de comprender un idioma completamente extraño.
"Lo que digo es claro: la guerra no define al hombre, sino sus acciones." Siria miró a Calyon con una expresión seria. No hay floritura en Orvian, pensó.
Calyon asintió, comprendiendo parcialmente, aunque no sin una pizca de escepticismo. "Eso es directo... bastante directo, diría yo." Y luego, con una pequeña sonrisa en los labios, añadió: "En Zailen diríamos algo como..."
Tomó aire profundamente, como si estuviera preparándose para una hermosa melodía, y dijo con una suavidad poética: "Liraith, zharun eth doviyn." La frase parecía deslizarse con facilidad, como un susurro llevado por el viento. El hombre no se define por la guerra, sino por su alma.
Siria se quedó quieta, admirando el sonido. "Eso... eso tiene un peso diferente." Los ojos de Siria brillaron al escuchar la melodía de las palabras en Zailen, una gracia que el Orvian no podía replicar. "Es un poco... suave, no es cierto?"
"Es Zailen." Calyon respondió con una sonrisa orgullosa. "No necesitamos lo crudo. En Zailen, una palabra es suficiente, y cada una lleva su propio peso."
Siria se rió suavemente. "En Orvian, las palabras no son para embellecer. La verdad siempre tiene un filo, y ese filo corta."
Calyon miró hacia el horizonte y luego se volvió hacia Siria, pensativo. "Quizá... hay algo más en eso." Su voz fue menos desafiante y más reflexiva ahora. "Pero las palabras en Zailen tienen poder. El Zailen busca la armonía, no la confrontación."
"Eso se nota." Siria asintió, su mirada evaluando las palabras. "Y si intentamos combinar ambos, Calyon? ¿Orvian y Zailen?" La idea flotó entre ellos, intrigante. "¿Qué tan fuerte sería algo que combine la poesía con la verdad?"
"Eso... sería un desafío." Calyon respondió, tomando un paso hacia ella. "Pero podría ser interesante."
"Déjame ver qué tal lo harías." Siria lo retó, cruzando los brazos, una sonrisa maliciosa en sus labios.
"Hmm." Calyon se detuvo y cerró los ojos, pensando. Luego, en un tono mucho más suave que lo habitual, pronunció unas palabras en Zailen: "Lira zhovin emtar."
Siria lo miró con sorpresa, su boca ligeramente abierta por la belleza de las palabras. "Eso... es bello." Le dijo, suavemente. "¿Qué significa?"
"La luna guía nuestros pasos en la oscuridad." Calyon dijo con una mirada fija, esperando la reacción de Siria.
"Es... una hermosa forma de ver la vida." Siria sonrió de forma genuina, tocada por la profundidad de la frase. "¿Sabías que en Orvian, para expresar lo mismo, diríamos..." Siria dejó que el aire a su alrededor se calmara, y luego habló con la firmeza característica de su lengua: "Varmak grolith."
Calyon levantó una ceja, claramente impresionado. "Varmak grolith." repitió, degustando el sonido, y luego se rió. "Eso suena... muy fuerte. Como si una flecha fuera lanzada al cielo."
"Así es Orvian. Las palabras no tienen adornos, no son suaves. Son como las rocas en las montañas, firmes y duras." Siria explicó con una mirada algo nostálgica.
Calyon la observó en silencio por un momento. "Entonces tal vez... las palabras de Orvian son como un reflejo de la gente que las habla. Fuertes, pero con una intención clara."
"Y las de Zailen son un reflejo de su gente: suaves, pero cargadas de significado." Siria concluyó, sintiendo el impacto de lo que acababan de decirse. Aunque sus idiomas eran tan diferentes, ambos tenían su propia belleza. La diferencia entre las palabras era la diferencia entre ellos, pero también los unía en una forma inesperada.
Calyon miró a Siria y sonrió, una sonrisa de complicidad. "Quizás, Siria... solo quizás, podemos enseñar a los demás nuestros idiomas."
"¿Qué tal si les enseñamos a nuestros pueblos a ver lo que cada uno tiene?" Siria contestó, sonriendo también. "Eso sería un verdadero desafío, pero un buen comienzo."