Aelys

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Capítulo 11: Un Encuentro Inesperado

El sol se reflejaba en la superficie del océano, creando destellos dorados que iluminaban la costa de Iskanara. Siria caminaba hacia la orilla con paso firme, su cabello platinado brillando bajo la luz del día. Desde que había llegado a este lugar, la tensión entre los Väelith y los Arthea nunca había cesado. Los Väelith aún la veían como una intrusa, y el desprecio de Calyon solo agregaba más leña al fuego. Sin embargo, hoy, algo diferente estaba en el aire.

Calyon, por extraño que pareciera, no la había desafiado como siempre lo hacía. En su lugar, estaba de pie cerca de la orilla, mirando el horizonte con expresión seria. Siria no entendía qué pasaba, pero, al mismo tiempo, no podía evitar sentir una extraña curiosidad por él. La distancia entre ellos, aunque aún palpable, parecía menos densa, menos opresiva.

"¿Qué te trae por aquí?" preguntó ella con voz retadora, rompiendo el silencio.

Calyon la miró con una mezcla de sorpresa y desdén. Había algo en su mirada, algo que reflejaba un conflicto interno. Por un momento, Siria se sintió desconcertada, pero rápidamente se recompuso, no dispuesta a mostrar debilidad frente al mayor de los hermanos Väelith.

"Solo estaba pensando", respondió Calyon, girando hacia ella. Su voz, aunque grave, tenía un tono más suave de lo habitual. "No siempre todo es tan blanco o negro, ¿verdad?"

Siria frunció el ceño. ¿Qué quería decir con eso? Había tenido claro desde su llegada que los Väelith los consideraban una amenaza, pero ahora, algo había cambiado. Calyon, el líder en ascenso de Iskanara, había dejado caer una pregunta que resonaba en ella.

"Es curioso", continuó Calyon, dando un paso hacia ella. "El agua no siempre es tranquila. A veces esconde corrientes fuertes. Y aunque te desafíe, Siria, siempre he sentido que hay algo... diferente en ti."

Siria, tomada por sorpresa, no supo cómo responder. Pero en lugar de retroceder, se mantuvo firme. "No soy como los demás Arthea, pero tampoco soy tan fácil de entender, Calyon. Quizás te estás enfocando demasiado en lo que crees que sé o lo que debería ser."

En ese momento, Naeris, el hermano que siempre parecía estar un paso atrás pero que jamás perdía la oportunidad de burlarse, se acercó. Observó la escena con una sonrisa cínica. "Vaya, parece que el gran Calyon por fin se interesa por algo que no sea su propio orgullo."

Siria lo miró con desdén, pero no dijo nada. Calyon, sin embargo, lo fulminó con la mirada. "Cállate, Naeris."

La tensión en el aire era palpable. Pero en lugar de seguir con las clásicas burlas, Naeris se quedó en silencio, observando con más atención que nunca.

Varion, el hermano más joven y relajado de los Väelith, apareció en la escena, con una sonrisa traviesa. "¿Qué pasa aquí? ¿Acaso los grandes enemigos están... conversando?"

"Vamos, Varion", dijo Kaelis desde un poco más atrás, su mirada desafiante fija en los Väelith. "Aún nos vemos como intrusos en su mundo. Pero, al final, tal vez tengamos algo que ellos necesitan."

Siria no pudo evitar sonreír ante el comentario de Kaelis. La rebelde hermana Arthea siempre había tenido una lengua afilada. La relación entre ella y Varion era más compleja de lo que cualquiera podría imaginar. Por un lado, Varion disfrutaba de las bromas, de la ligereza, pero por otro, había algo en su interior que lo hacía cuestionar las fronteras que habían delineado entre ellos y los Arthea.

"¡Ustedes son unos completos desquiciados!", gritó Naeris, mirando a Kaelis con molestia. Pero en su tono, había un toque de admiración, algo que ni él mismo entendía del todo.

El momento se alargó, la conversación pasó de los comentarios sarcásticos a una atmósfera más tranquila, en la que, por primera vez, los Väelith no parecían tan distantes de las hermanas Arthea. Pero, al mismo tiempo, nadie podía negar que aún existían desconfianzas profundas.

Calyon dio un paso atrás, volviendo su mirada hacia el horizonte. "Tal vez tengas razón", dijo finalmente, mirando a Siria con seriedad. "Quizás hay más en ti de lo que había imaginado. Pero eso no cambia lo que pienso sobre los Arthea. No puedo confiar en ustedes... aún."

Siria lo observó en silencio. "La confianza no se gana con palabras, Calyon. Pero tampoco se destruye tan fácilmente."

La atmósfera había cambiado de alguna manera, aunque aún estaba cargada de incomodidad. Ninguno de los dos hermanos, ni los Väelith ni los Arthea, había podido descifrar completamente a los demás. Pero, al menos por un momento, parecía que las viejas animosidades se desvanecían en el aire salado del océano.

A lo lejos, Zayren, el hermano más tranquilo de los Väelith, observaba a Vanya, la hermana menor de los Arthea. Su mirada distante se encontraba perdida en la suave brisa que traía consigo las olas. No era solo la brisa lo que lo hacía reflexionar, sino también la presencia de Vanya, cuya dulzura y serenidad desafiaban todo lo que había conocido hasta ahora.

Las diferencias entre los Väelith y los Arthea seguían siendo enormes, pero en ese día, una frágil conexión comenzaba a formarse, tejida entre la confrontación, las bromas y las risas inesperadas.



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En el texto hay: fantasia, romance, magia

Editado: 22.05.2025

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