Aelys

16

Capítulo 16: Kaelis y Varion – El Amanecer de Aelys

El sol aún estaba lejos de aparecer, pero la oscuridad en Iskanara comenzaba a ceder ante las primeras luces del amanecer. El cielo, teñido de azul profundo, comenzaba a tornarse naranja, como si estuviera a punto de arder en llamas. Varion se encontraba a un lado de la gran colina, observando el horizonte con los brazos cruzados, mientras Kaelis se acercaba a él con una sonrisa arrogante, su cabello plateado brillando bajo la tenue luz que aún se filtraba.

"¿A dónde vamos?" preguntó Varion, alzando una ceja, con la clásica mirada desconfiada y desafiante.

Kaelis, con una risa leve, levantó la mano hacia el horizonte. "A las alturas. Allí, podrás ver algo que nunca has visto. El amanecer desde las alturas, desde el cielo."

Varion frunció el ceño, desconcertado. "¿El amanecer? ¿De qué hablas? Aquí el amanecer es solo eso, un cambio de colores."

Kaelis lo miró fijamente, sin responder, y en su rostro se reflejaba una extraña combinación de picardía y cierta compasión. Entonces, le dio la espalda y, con un movimiento rápido, se dirigió hacia el gran campo abierto donde su erysha esperaba. El erysha, una criatura aérea majestuosa, se levantaba entre las sombras, sus alas de un color metálico brillando débilmente a la luz naciente. Varion se quedó en silencio por un momento, mirando la criatura, sin saber si debía seguirla o marcharse.

"Vamos, Varion. Deja de hacerme perder el tiempo. No se ve todos los días una oportunidad como esta," dijo Kaelis sin volverse a mirarlo, su tono impaciente.

Varion suspiró, pero la curiosidad, algo que siempre tenía el poder de vencer su desdén, lo empujó a seguirla. Se acercó al erysha, que emitió un suave rugido, como si estuviera anticipando la aventura. Kaelis, con una facilidad sorprendente, subió a su lomo y miró hacia abajo.

"¿Vas a quedarte ahí, o vas a subir?" Kaelis se burló con una sonrisa antes de extenderle la mano.

Varion, aunque renuente, aceptó la oferta y, tras un par de intentos torpes, se subió al erysha. Su cuerpo aún no estaba acostumbrado a la sensación de volar, y la altura lo hizo sentir algo incómodo, pero Kaelis parecía no notar su incomodidad. El erysha se alzó en el aire, sus grandes alas cortando el viento con gracia. En un par de segundos, estaban ya sobrevolando la vasta tierra de Iskanara.

La sensación de volar era incomparable. Varion no había conocido nunca algo tan libre, tan vasto y poderoso. A medida que ascendían, el aire se volvía más fresco, y las primeras luces del día comenzaban a llenar el cielo. Kaelis, al notar la sorpresa en los ojos de Varion, comenzó a sonreír ampliamente.

"Mira, allá. ¿Ves?" Kaelis señaló hacia el horizonte.

Varion, aún un poco atónito, siguió la dirección de su dedo. Frente a ellos, las montañas se alzaban en el horizonte, con sus picos cubiertos de nieve, mientras los rayos del sol tocaban delicadamente las cumbres. El cielo se iluminaba lentamente, pasando de un gris azulado a un naranja brillante, como si el sol estuviera despertando lentamente, trayendo consigo la luz que tanto ansiaba la tierra.

El viento a sus espaldas se sentía cálido, como una caricia suave, y Varion se dio cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, se sentía pequeño y humilde frente a la magnificencia del mundo que los rodeaba. El amanecer de Aelys, el reino celestial que los Väelith tanto admiraban, nunca había sido tan impresionante para él hasta ese momento.

"Es... impresionante," murmuró Varion, finalmente dejando escapar la admiración que había estado guardando.

Kaelis miró de reojo, un destello de satisfacción en sus ojos. "El amanecer desde las alturas... todo toma otra forma, ¿verdad?"

Varion asintió, sin palabras, absorbiendo la belleza de la escena. Aunque el sol aún estaba bajo en el horizonte, su luz dorada comenzaba a teñir todo a su paso. Las montañas, los campos, y el océano lejano se veían como si estuvieran envueltos en una capa dorada, dándole a Iskanara una belleza aún más mística y profunda.

"El amanecer de Aelys... se dice que es un regalo para los que lo miran con el corazón abierto," dijo Kaelis, su voz más suave, casi en un susurro. "Pero también es un recordatorio: de lo que se puede perder si no se sabe valorar lo que tenemos."

Varion no dijo nada, pero sus pensamientos se entrelazaron con las palabras de Kaelis. Tal vez, solo tal vez, su visión sobre Iskanara y sobre todo lo que había aprendido hasta ahora comenzaba a cambiar.

El erysha voló más alto, alcanzando las alturas que pocos seres habían tocado. En ese instante, Varion entendió que el amanecer no solo traía luz, sino que también traía consigo la posibilidad de ver el mundo de una manera nueva, diferente, llena de sorpresas y, quizás, nuevas oportunidades.

Kaelis lo observó, viendo el cambio en su rostro. El desafío entre ellos aún existía, pero en ese momento, compartían algo más: el mismo cielo, el mismo amanecer, y la promesa de lo que podría venir.

La sensación de volar juntos era más poderosa que cualquier palabra, y aunque su relación estaba lejos de ser amistosa, algo dentro de Varion comenzó a cuestionar su antagonismo hacia ella. Algo le decía que, tal vez, había más en Kaelis de lo que había creído.

"Vamos," dijo Kaelis con su típica arrogancia, pero con un toque de suavidad. "Este amanecer es solo el principio."

Y, con esas palabras, se lanzaron aún más alto, hacia el horizonte que prometía nuevas aventuras, un amanecer tras otro, y un futuro incierto.



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En el texto hay: fantasia, romance, magia

Editado: 22.05.2025

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