Capítulo 21: La Propuesta de Matrimonio de Zayren a Vanya
El sol se había puesto lentamente, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y violetas, mientras Zayren se encontraba en el acantilado que bordeaba las aguas de Alyndor. El viento, cargado con la brisa salina del océano, soplaba con suavidad, jugando con su cabello y su túnica. A lo lejos, el horizonte se desvanecía en un mar de colores cálidos, reflejando la paz que había llegado al reino tras la victoria sobre los Threx. Pero para Zayren, en ese momento, el mundo se sentía más tranquilo de lo que había sido en mucho tiempo, y la razón de esa calma era la persona que se encontraba junto a él.
Vanya, con su cabello platinado y ojos violeta, caminaba a su lado, completamente inmersa en el paisaje, como si el mundo fuera algo más que solo un espacio físico. Zayren la observó en silencio, notando la suavidad de sus movimientos y la luz que emanaba de ella, tan pura, tan diferente de él. Se sentía extraño al pensar en lo que estaba a punto de hacer, pero sabía que no podía seguir guardando sus sentimientos. La conexión que había surgido entre ellos durante estos meses era algo que no podía ignorar más.
—Vanya —comenzó Zayren, su voz grave y un poco vacilante—, hay algo que necesito decirte.
Ella lo miró con curiosidad, levantando una ceja. Su expresión era serena, pero en sus ojos vio la chispa de interés que siempre brillaba cuando hablaban de algo importante.
—¿Qué pasa, Zayren? —preguntó con suavidad, su tono envolvente como siempre.
Zayren tomó una respiración profunda y, por un momento, se sintió tan pequeño como si todo el peso del mundo estuviera sobre sus hombros. Miró hacia el horizonte una vez más antes de girarse hacia ella. No podía seguir siendo tan indiferente con sus propios sentimientos. No después de todo lo que habían vivido juntos.
—Desde que llegaste a Alyndor, las cosas han cambiado para mí —dijo, sus palabras saliendo con lentitud, como si estuviera pesando cada una—. Al principio, pensé que solo te veía como una extraña, una forastera. Pero luego, me di cuenta de que no podía dejar de pensar en ti. Tu dulzura, tu forma de ver el mundo... Me cambiaste, Vanya.
Ella lo observó fijamente, un leve rubor tiñendo sus mejillas al escuchar esas palabras. El aire entre ellos parecía cargarse con una energía especial, algo que Zayren no podía explicar, pero que sentía en cada fibra de su ser.
—Zayren, yo... —Vanya intentó decir algo, pero él levantó una mano para interrumpirla, su mirada seria pero llena de cariño.
—No, déjame terminar. No se trata solo de lo que siento, sino de lo que significa para mí este reino, y para nosotros, como pueblos. Los Väelith y los Arthea hemos sido distintos durante mucho tiempo, pero desde que derrotamos a los Threx y formamos esta alianza, he llegado a comprender que no se trata solo de nuestras razas o nuestro pasado. Se trata de lo que elegimos ser, de lo que elegimos construir. Y yo quiero construir un futuro contigo, Vanya.
El corazón de Vanya latió más rápido al escuchar las palabras de Zayren. Un sentimiento cálido comenzó a invadir su pecho, y por un momento, todo a su alrededor se desvaneció, dejándola sola con él. Podía ver la sinceridad en sus ojos, el amor que no necesitaba ser pronunciado para ser entendido. Había algo en su mirada que la hacía sentir segura, protegida, como si, de alguna manera, todo encajara en su vida en ese preciso momento.
Zayren dio un paso hacia ella, su mirada fija en sus ojos, y luego se arrodilló frente a ella, sus manos extendidas hacia el suelo. El aire de la tarde se agitó alrededor de ellos, el sonido de las olas rompiendo contra las rocas llenando el silencio que había caído entre ellos.
—Vanya Arthea —dijo, su voz baja y solemne—, me gustaría pasar el resto de mi vida contigo. Te ofrezco mi corazón y mi alma, y con ello, te pido que te conviertas en mi compañera, mi esposa. Acepta mi propuesta y haremos de Alyndor un lugar donde nuestros pueblos vivan juntos, en paz y armonía.
Las palabras resonaron en el aire como una declaración solemne, y Vanya sintió como si todo su ser se detuviera en ese instante. No había necesidad de pensarlo más, no había duda en su corazón. Zayren había sido un misterio para ella, alguien difícil de leer, pero también alguien que había demostrado una bondad inquebrantable. Y ahora, al estar frente a él, sabía que no había otro lugar al que perteneciera más que a su lado.
Con una sonrisa suave, Vanya se agachó y tomó las manos de Zayren entre las suyas, sus ojos violeta brillando con emoción.
—Sí, Zayren —respondió, su voz temblando ligeramente—. Sí, acepto. Estaré a tu lado, como tu esposa, y construiremos juntos este nuevo reino, como una familia.
Zayren se levantó lentamente, su corazón palpitando con fuerza al escuchar su respuesta. Los dos se miraron, el vínculo entre ellos más fuerte que nunca. Y luego, sin decir más, Zayren la abrazó con fuerza, como si finalmente se liberara de una carga invisible que había llevado durante tanto tiempo.
Vanya correspondió al abrazo, sintiendo la calidez de su cuerpo junto al suyo, el amor que compartían ahora más tangible que nunca. Alyndor, el reino unido, sería su hogar, y juntos, los dos reinos forjarían un futuro de esperanza y unidad.
Mientras el viento soplaba suavemente, Zayren susurró en su oído:
—Te amo, Vanya. Y te prometo que siempre lucharé por ti, por nosotros, por nuestro reino.
Vanya sonrió, y por primera vez en su vida, sintió que todo estaba bien. Que, por fin, todo había caído en su lugar. Y en su corazón, sabía que este era solo el comienzo de algo grandioso.