Alysa.
5 de junio.
8:30 a.m.
—Creo que me voy a morir de los nervios.
Suspiré tratando de mantenerme calmada, con mi vista hacia la puerta de la clase mientras Marlene me tenía agarrada de la mano.
—Te va a salir genial, eso nunca lo dudes.
Ella trató de mantenerme serena durante el camino hacia clases, pero al llegar a la puerta parecía que todos los nervios habían florecido de la nada.
—Llevo sin repasar desde el miércoles, si me sale bien es un milagro —estaba atacada, y sí, no era solo por el examen, más bien por un cúmulo de cosas que me costaba procesar.
Desde la última vez que vi a Owen todo ha sido muy raro, no he podido sacarme de la cabeza el hecho de que sentí algo cuando estuve entre sus brazos, fue algo único pero que de una manera u otra era efímero, un sentimiento pasajero que se quedó justo en aquel momento en el que decidí que era buena idea derrumbarme ante él. Fue raro, él fue el que creó todo el dolor que había en mí, pero es la única persona que ha conseguido, aunque sea por unos instantes que ese dolor desaparezca.
¿Cómo puede ser que la misma persona que te ha hecho tanto daño pueda disuadirlo con el simple roce de su mano?
Porque sí, lo que más me dolía de todo esto era la inevitable atracción que sentía hacia él, no podía esconder que me llamaba la atención y demasiado. Y aunque a veces es un poco capullo me hace sentir algo, algo que ni siquiera puedo expresar porque es...especial.
Pero no puedo borrar el hecho de lo que pasó aquel día, porque marcó un antes y un después en mi vida. Más bien acabó con ella de raíz.
Antes de entrar a clase cerré mis ojos tratando de respirar hondo y quitar aquellos malos pensamientos que rondaban en mi cabeza y no me dejaban concentrarme en lo que realmente importaba, el examen. Así que abrí mis ojos y le di un abrazo a Marlene mientras ella me deseaba suerte y casi me dejaba sin respiración por su fuerte agarre.
Pero entonces pude verle.
Estaba solo y llevaba su maleta colgando de una sola asa mientras me miraba fijamente, con aquella mirada penetrante y esa boca ladeada en una sonrisa atenuante pero aun así con esa superioridad que emanaba. Hoy llevaba su pelo un poco húmedo y caía por su rostro de una manera sutil que le quedaba espectacular e incluso podría decir que me había dejado sin palabras. Cuando fui a apartarme de mi abrazo con Mar pude ver como sus labios se curvaban para susurrar «Mucha mierda» mientras guiñaba uno de sus ojos y me sonreía de seguido. Mis ojos inevitablemente se clavaron en él y en cómo desaparecía de mi vista tras decir aquello. Joder, no podía sacarme de la cabeza al chico de ojos grises con un grave problema de superioridad.
Le di una sonrisa a mi mejor amiga y luego entré en la clase, saludé a mis compañeros y sobre todo a la señorita Smith que esperaba con ansia de pie junto a su mesa con los exámenes en sus manos. Seguro que disfrutaba de mi sufrimiento...
Me senté en el último sitio de la clase porque necesitaba mi momento de concentración para que todo fuera como la seda. Cuando todos estábamos en nuestros respectivos sitios la señorita Smith fue dejando un examen en cada mesa y cuando llegó hasta la mía dijo:
—Espero que le haya servido de algo esa ayuda extra señorita Barbrow.
Y sin decir nada más se giró y se fue hasta su mesa.
—Tenéis una hora para el examen—dijo la profesora haciendo un amago para ponerse sus gafas—luego os comunicaré los resultados—sacó una carpeta y un bolígrafo rojo para comenzar a corregir otros exámenes mientras que de vez en cuando levantaba la mirada para observar
Yo, en cambio, tenía el examen bocabajo y no quería darle la vuelta, sí, entré en pánico y estaba atacada, pero, ¡de ese examen dependía mi verano! ¿cómo no podía estar atacada?
Vale, concéntrate Alysa, vas a aprobar…
Bueno no, ¡vas a suspender!
¡Deberías de haber vuelto a repasar maldita imbécil!
El silencio de la sala me ponía nerviosa, un chico del principio de la clase comenzó a hacer clics con el bolígrafo lo cual solo aumentaba mi nerviosismo. El sonido del reloj que en clase a penas se escuchaba ahora en el silencio absoluto conseguía escuchar cada vez que un segundo pasaba, tic tac, tic tac, tic tac…
Joder, estaba tan nerviosa que todo en mí temblaba e incluso mi pierna ya tenía vida propia.
Le di la vuelta al examen como pude y me detuve a observarlo con miedo.
—¡¿Pero qué?!—solté sorprendida captando la atención de todos e incluso la de la profesora. En aquel momento noté como toda la sangre de mi cuerpo se había concentrado en mis mofletes porque de seguro que me estaba sonrojando de la vergüenza que me daba.
¿Porque has pensado en voz alta?
Repasé el examen por completo para asegurarme de que mi memoria no fallaba y estaba en lo cierto. Los ejercicios que había hecho con Owen el martes en su casa—en su mansión, mejor dicho—eran idénticos a los del examen que tenía justo ante mis ojos. Tapé mi boca con mi mano, no lo podía creer, ¿por qué un chico como Owen habría hecho tal cosa? ¿Acaso le había robado el examen a la señorita Smith? ¿Cómo sabía que ejercicios iban a entrar?