Aeternum

Capítulo 17

Y es que cuando uno sacude el cajón de los recuerdos, son los recuerdos los que terminan sacudiéndolo a uno...

Andrés Castuera-Micher

Alysa.

—Estoy ridícula—dije mientras observaba en el espejo el maldito disfraz que me había obligado a ponerme mi mejor amiga.

—Estás preciosa, déjate de tonterías. Es perfecto para ti.

Ella se había disfrazado de gatita, sí, suena raro porque era absurdo y estaba demasiado visto, pero aun así ella estaba realmente preciosa. Llevaba un mono negro ajustado que dejaba ver cada curva de su cuerpo y una cola pegada justo en su trasero. Un maquillaje bastante sencillo y unos bigotes dibujados en sus mejillas, y por supuesto llevaba una diadema con orejas.

—Déjame maquillarte—agarró mi rostro obligándome a ponerme máscara de pestañas mientras yo intentaba negarme a que pusiera todos esos potingues en mi rostro, esa no era parte del trato y estaba yendo totalmente en contra de mi voluntad.

—Que sepas que te quiero, porque sino...

Marlene era toda una experta en maquillaje, todo lo que ponía en su rostro le quedaba como la seda, por eso a la única persona que dejaría que me maquillase era ella. Sabía que no me haría un destrozo en la cara al menos.

Apartó sus manos de mi cara y agarró un espejo para dármelo cuando acabó.

—Alysa...estás perfecta.

Su emoción por verme así era enorme, yo me limité a verme por el espejo y a colocarme correctamente mi pelo rubio suelto con ondas. Tenía que reconocer que estaba mucho más guapa de lo normal, y es que Marlene había hecho un buen trabajo. Nunca antes me había visto de esta manera e incluso era raro, era una sensación diferente para mí. Me sentía atrevida y sexy…

Una inevitable sonrisa salió de mi boca al sentirme bien conmigo misma, y es que por primera vez en mi vida lo estaba. Estaba feliz.

Bajamos las escaleras y mi padre estaba apoyado en la mesa de la cocina bebiendo un café. Vi cómo se quedó atónito al vernos bajar que su única reacción fue quedarse con la boca abierta y soltar un «Wow» mientras dejaba la taza en la mesa.

—Estáis espectaculares. Has hecho un buen trabajo Marlene.

Yo miré a Mar y le sonreímos a la vez, ella era parte de la familia y mi padre siempre la había tratado como a una hija más. Estuvimos hablando con él durante un rato, y nos dio esa larga charla típica de padres antes de una fiesta, aunque mi padre no servía para ello, la que solía dar las charlas era mi madre, y ahora que ella no estaba ese papel le tocaba a él.

Marlene miró su móvil cuando comenzaron a llegarle mensajes, y de repente un claxon comenzó a sonar repetidas veces desde el exterior.

—Dan está aquí, te espero fuera.

Ella desapareció despidiéndose de mi padre y él acabó su taza de café.

—Me alegro de que salgas—me sonrió.

—Bueno, estaba obligada prácticamente.

No era de esas adolescentes que salían mucho, solo había una única persona que conseguía sacarme de mi casa, aunque a veces ni ella lo conseguía porque mi habitación era un refugio y esas cuatro paredes que me rodeaban eran las que me protegían del mundo exterior.

—Estás muy guapa enserio, pareces un rayito de sol.

Yo no pude evitar soltar una carcajada porque su comparación había sido un poco absurda, aunque me traía buenos recuerdos de mi infancia. Mi padre siempre fue atento y divertido, pero cuando mi madre murió todo lo que quedaba de él se apagó junto a ella, supongo que no es nada fácil ver cómo el amor de tu vida muere y tú debes seguir con tu vida como si todo estuviera igual.

—Alysa, yo...—intentó decir algo, pero se quedó pensando durante unos segundos, tanteando sus palabras—cuídate.

Sabía que quería acabar con un «Alysa, eres lo único que me queda, por favor no cometas ninguna locura» pero esas palabras se quedaron aquella noche junto a él.

—Siempre, ya lo sabes.

El claxon del coche sonó repetidamente de nuevo y sabía que era Dan que tenía menos paciencia que un niño pequeño. Así que me despedí de mi padre con un abrazo y un beso en la mejilla tras un «te quiero» y salí de allí cerrando la puerta detrás de mí.

El coche estaba en la acera de enfrente y cuando me acerqué hasta él corriendo no pude evitar reírme.

—¿De qué se supone que vas disfrazado?—dije casi ahogándome de la risa.

—Ehhh, de que te ríes. Voy de hombre lobo, ¿acaso eres ciega?

Tenía pelo falso pegado por todos lados y por todo su rostro, era inevitable no reírme porque su maquillaje era pésimo. Y cuando digo pésimo, era pésimo.

—Si tú lo dices—levanté mis manos en son de paz, pero sin dejar de reírme y me senté en la parte trasera del coche.

Dan condujo hasta la casa en la que iba a ser la fiesta, y...¿a qué no os imagináis quien daba la fiesta? Sí, Owen Walker. ¿Deducible no?

Nos dirigimos hasta su mansión y aparcamos justo en un hueco que había delante de la casa, nada más salir la música se escuchaba desde la distancia y un montón de personas estaban en la puerta esperando para entrar. Obviamente esta fiesta iba a estar completamente llena de gente porque Owen era muy popular en el instituto y todo el mundo deseaba ir a una de sus fiestas que por lo que había conseguido escuchar eran las mejores de toda la ciudad.




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