Aeternum

Capítulo 18

Alysa.

Mis ojos se abrieron en un suspiro, toqué alrededor de mí y todo era frío, muy frío.

Estaba tumbada en una cama y todo estaba a oscuras, casi no podía ver nada ya que la oscuridad me había consumido. ¿Qué había pasado? Mi cabeza daba vueltas y la música que retumbaba por todos lados no ayudaba en nada. Intenté levantarme, pero alguien me frenó al instante.

—Ey—murmuró—deberías descansar...

Yo me quedé desconcertada, pero le hice caso. Volví a recostar mi espalda despacio apoyando mis brazos y acomodé la sábana que cubría la mitad de mi cuerpo.

—¿Qué ha ocurrido?—pregunté demasiado confusa mientras miraba a mi alrededor y me daba cuenta de que estaba en su cama cuando reconocí aquella característica habitación. No me acordaba de nada.

—Neizan es un capullo, le advertí que si te tocaba un pelo...

Yo suspiré hondo tratando de recordar algo, pero era como si todo en mi mente estuviera en blanco. No era capaz de recordar qué hacía aquí, solo conseguía recordar la presencia de Neizan, y a partir de ahí, nada, todo en blanco.

—¿Dónde está?

—Lejos, muy lejos de aquí, espero que haya aprendido la lección.

Mi vista se fue para su mano, sus nudillos estaban rojos y adoloridos, sabía que eso solo lo había provocado una pelea, más bien, él había pegado a alguien. En concreto a Neizan.

Agarré su mano y la miré detalladamente. Estaba impactada. Y desconcertada. Y confusa. Y sorprendida. Y... muchas cosas que mi cabeza era incapaz de procesar.

—Se lo merecía...

Me quedé mirando atentamente sus ojos, analizando aquel destello que brillaba en ellos, en ese tono frío e intenso que emanaba, aquel que transmitía una paz diferente. Una sensación de frescura que te envolvía por completo. El sanar no es un proceso que ocurre de la noche a la mañana. Toma tiempo y a veces cuando sientes que has conseguido superarlo y que finalmente eres feliz, esa herida se abre de nuevo. Ahora había una nueva grieta en mí, pero su mirada había frenado por completo que se desatara la locura en mi interior, había detenido que esa grieta fuera mayor, tanto que fuera imposible de curarse ni siquiera con el tiempo. Y es que entendí que él era la cuerda que me sujetaba para no seguir cayendo más profundo, liberándome de una oscuridad eterna.

Owen tenía sus manos apoyadas en la cama y una de ellas la desplazó poco a poco hasta encontrarse con mi mano de una manera tímida que al roce de estas hizo que sintiera paz plena, suspiré hondo y su mano finalmente se entrelazó con la mía, sintiendo ese contraste de su mano fría que con la mía que era cálida había creado un choque totalmente enloquecedor que había desatado una chispa en mi interior.

—Siento haberte dejado sola, si yo hubiera estado ahí tal vez...

Vi tristeza en su interior, y es que sus ojos transmitían dolor profundo.

—No fue tu culpa—le interrumpí susurrando tratando de callarle. No quería escuchar nada, el silencio envolvente conseguía transmitirme mucho más que las palabras, y ese roce era todo un manuscrito.

—Podría haberle frenado antes. Y no lo hice porque soy un capullo.

Llevó una de sus manos hasta su rostro para pasarla por su mentón y yo me quedé observando mientras con mi otra mano agarré con fuerza la que teníamos entrelazados. Sabía que se sentía culpable. Aunque aquí ambos éramos culpables de algo.

—Eh—llamé su atención—estoy bien, estoy aquí. Contigo.

Él besó la parte externa de mi mano mientras arqueaba sus labios en una sonrisa de tranquilidad.

—Me alegro de que estés bien. Nunca me perdonaría si te pasara algo.

¿Estaba escuchando lo que estaba escuchando? Sí, Owen Walker estaba diciendo que le importaba. Y eso fue...como escuchar la melodía de tu canción favorita, porque sentí aquel escalofrío que te llena y te atrapa por completo. Y es justo en ese mismo instante en el que te das cuenta de que la persona que tienes justo delante de ti no resulta ser quien creías que era, sino quien quisiste ver para no hacerte más daño, más daño del que ya existía atrapado en mi interior, pero siempre supe que era él. Era...él, la única persona que siempre estuvo ahí después de todo. Y supongo que por eso me encerré en mí misma e intenté reprimir todo lo que sentía, tenía miedo de que ese sentimiento saliera a la luz, porque una vez que estaba fuera, era imposible frenarlo. Y yo iba cuesta abajo y sin frenos, directamente hacia una tormenta que generaría un caos en mi vida, pero que será tan placentera que todo quedará en el olvido y hará que ese dolor sea inexistente.

—No quiero que me digas qué pasó exactamente—sonreí tímida—estoy bien así.

Él esbozó una sonrisa que dejaba salir una bocanada de aire.

—No lo haré. Pero quiero que recuerdes que Owen Walker siempre estará dispuesto a salvarte otra vez.

Su sonrisa ladina volvió a él y consigo su postura sentada en la silla que era de superioridad, tal y como yo le conocía.

«Owen Walker siempre estará dispuesto a salvarte otra vez»

Esta vez noté como mi visión hacia él ya no era la misma que antes y me odiaba por ello. Ya no le veía como el chico que era perfecto y odioso, ahora tenía unas imperfecciones que eran irregulares, con detalles que no todo el mundo conseguía ver, que ni siquiera el microscopio era capaz de profundizar. Había descubierto un lado de Owen que no conocía desde hace mucho, el chico sensible había salido a la luz y ahora acaparaba toda mi visión. No sabía por qué estaba enseñándome ese lado a mí, quizás sea falso, quizás solo quiera engañarme, tal vez sea real, tal vez solamente quiere mostrarse como es. Quizás me esté volviendo loca...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.