Aeternum

Capítulo 20

...entonces te vi, y todas las canciones de amor tuvieron sentido.

Owen.

21:07 p.m.

La fiesta, cinco horas antes del suceso...

Silencio, un silencio acogedor y envolvente que me mantenía relajado. Encendí nuevamente un cigarro que tenía en uno de mis bolsillos, y es que últimamente no me había estado cuidando lo suficiente, pero ya nada me importaba, mis días estaban más que contados, y eso era lo que menos me preocupaba de todo ahora mismo, tenía otros problemas con los que lidiar que desde mi punto de vista eran mucho más graves, porque si los dejaba comenzaban a hacerse una bola interminable que con el pasar de los días crecía de tamaño siendo incapaz de desarmar.

Solté una bocanada de aire y luego volví a llevar el cigarro a mi boca reteniendo el aire en ella, notando como poco a poco ese humo me llenaba por completo, recorriendo todo mi interior y llenando cada parte de mí, porque ese humo ya había formado parte de mi cuerpo al completo, estaba hecho de un humo desvanecido.

West, a mi lado, estaba con Shade sentada en sus piernas y mis ojos rodaron al ver la escenita de película Disney que tenía justo a mi lado, y es que parecían tan felices y contentos en aquel momento...que me sentí vacío por completo, como si un hoyo profundo hubiera aparecido de repente dejando un vacío totalmente amargo, y es que dirás, ¿acaso no te alegras por tus mejores amigos? ¡Pues claro que me alegro! Estaba realmente feliz por ellos. Solo un estúpido sería incapaz se alegrarse ante la felicidad de las personas a las que más quiere. Pero...había algo dentro de mí que era incapaz de hacerme sentir bien del todo, y es que era como una espinita clavada justo en el centro del pecho que apenas se notaba, pero que aun así sabía que llevaba.

No podía olvidar, y esa era la angustia que vivía en mi interior aferrada, porque no puedes olvidar algo que te llena de vida cuando ni siquiera tienes ganas de vivirla. Un corazón no deja de latir sin más, y es que en el mío todavía quedaban latidos presentes.

Vivía en días amargos que ni siquiera florecían, y es que el motor que me impulsaba a vivir estaba parado. Expulsé el aire y me acomodé correctamente en el sofá con mis piernas un poco abiertas para una mejor comodidad, sintiendo cómo el tiempo avanzaba tan rápido que no me daba ni cuenta. El pasar de las horas hacían detenerme a pensar y ver todo desde una perspectiva diferente porque eran unas horas eternas que sin el color azul de sus ojos son aún más eternas y vacías.

Shade se levantó y salió de la habitación diciendo un "ahora te veo West" y es que la sonrisa pillina de mi amigo lo decía todo. Absolutamente. T.O.D.O. Y sus ojos...puedo asegurar o jurar que estaban apuntando hacia su trasero. ¡Y vaya que lo estaban haciendo!, porque pasó una de sus manos por su mentón mientras relamía sus labios. Con una sonrisa entornada de esas que dejan mucho que desear. Yo bufé y me reí al instante captando por completo la atención de mi amigo.

—¿Qué pasó con lo de solo para una noche?—pregunté—¿acaso el señorito se nos ha encariñado?

West me miró.

—Solo disfruto tío, ya habrá tiempo para continuar la lista. Shade está buena y no da mucho la lata.

—Y pensar que habías cambiado...

Nos reímos.

—El que ha cambiado eres tú, Owen—yo di otra calada para mantener mi compostura—¿acaso se te olvida quién eres? ¡Eres el maldito Owen Walker! ¡Deberías de estar ahí fuera ligando con cualquier tía de la fiesta! ¡Están todas babeando por ti!

—No, West, ya no.

Y es que me sentía raro, nunca antes me había sentido igual. Era diferente pero apasionante, tanto que esas ganas de comerte el mundo estaban presentes si ella estaba en ese mundo.

—La rubia ha hecho que cambies, eh—se burló West.

—Olvidar no es lo mío.

Y es que el recuerdo es otro tipo de cicatriz, de esas que te dejan marca y cada vez que la miras vuelves al pasado y deseas que por un instante todo vuelva a ser como antes.

Apagué el cigarro y me limité a pensar, a recordar mejor dicho, y es que era incapaz de olvidar todo lo que había pasado entre nosotros. No podía olvidarla, porque uno no olvida a alguien que te hace sentir de esa manera. Libre. Vivo. Lleno...

Agarré el vaso de whiskey que tenía a mi derecha y lo bebí de un trago notando como el sabor ardiente descendía por mi garganta.

—Deberíamos dejar lo de la lista a un lado. Nunca fue una buena idea—dije mientras me levantaba.

West levantó sus manos en son de paz.

—Tranquilo, ya tienes tu objetivo y con eso es suficiente—dijo— Ella siempre lo ha sido, has vivido enamorado de ella desde que te conozco, no sé siquiera cómo has aguantado sin hablarle todos estos años…

—Alysa no quería ni mirarme a la cara por aquel entonces, pero no he dejado de pensar en ella en los últimos cinco años. Y no sabes cuánto duele tener que ver que ella intenta seguir con su vida, pero esta vez sin ti.

—Nunca vas a olvidarte de ella, ¿verdad?

—Jamás.

¿Cómo se supone que debería de olvidarla? Era algo imposible.

Me despedí de mi mejor amigo con un sabor amargo y salí un rato a ver el ambiente, y es que echaba de menos su presencia, su insensatez, su inseguridad, sus ganas de rebatir todo lo que digo, todo de ella...sobre todo cuando se pone histérica, tanto que es incapaz de controlarse a sí misma. Y es que me encantaba esa reacción que le provocaba, ver cómo intenta reprimir los sentimientos que son visibles a kilómetros es una de mis pasiones.




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