Aeternum

Capítulo 21

Alysa.

Los pasillos del instituto estaban solitarios y vacíos, ya nadie iba a penas y es que ya prácticamente era verano. Había obligado a mi mejor amiga a venir conmigo, porque necesitaba su compañía ya que sin ella me sentía perdida. Estábamos sentadas en las gradas mientras escuchábamos música y esperábamos a nuevo aviso, y es que la profesora Smith no me daría la nota hasta última hora para hacer que nos quedáramos el día entero. A veces llego a pensar que le gusta vivir a costa de nuestro sufrimiento.

Agotada después de bailar en el sitio y cantar a todo pulmón "Out of my league" con mi mejor amiga me tumbé hacia atrás con falta de aire.

—Nos estamos haciendo viejas—solté una bocanada de aire. Hiperventilando casi.

—Eres una exagerada.

Nos comenzamos a reír con falta notoria de aire. Nos quedamos entre risas y era como dar un viaje al pasado. Como cuando ella se convirtió en la única persona con la que me sentía bien.

—Buenos días preciosa.

Me pegué el susto de mi vida al escucharle, Dan había aparecido por detrás de nosotras y luego se dirigió hasta Marlene para saludarla mientras yo puse mi mano en mi pecho para tratar de que mi pobre corazoncito no saliera disparado de mi cuerpo. Dan le plantó un buen beso a Marlene y se quedó tan ancho. Mientras, yo mantenía mis cejas arqueadas ante la situación y tratando de recuperarme del infarto que me había provocado. El ambiente se volvió tenso al notar que no estaba solo. Owen...Se me paralizó el corazón al instante y odiaba que tuviera esa reacción en mí. Se acercó lentamente y no quitaba su mirada de encima mía. Era...como si te atravesara simplemente con la mirada.

—Hola.

Me quedé pensante. No me salían las palabras y erguí mi cuerpo para respirar profundamente.

Quedé atónita en su mirada y en sus pecas por unos segundos. Me detuve a admirar su postura arrogante con sus manos metidas en los bolsillos laterales del pantalón. Se puede decir que Owen era capaz de dejarme sin palabras por unos instantes y cuando volví a la realidad me centré en qué soltar sin parecer una loca.

—Hola.

Ni siquiera sé cómo fui capaz de pronunciar cada letra sin tartamudear. Estaba tensa. Y es que su presencia hacía estragos en mí. Owen se sentó a mi lado y yo miré cómo lo hacía. Apreté mis rodillas fuertemente y luego sus ojos se encontraron con los míos. Hoy eran de un cielo más despejado. Más brillante y luminoso, sin apenas nubes visibles capaces de apagar inevitablemente una mirada tan profunda. Durante unos segundos el silencio nos envolvió, pero su mirada ya era capaz de decir mucho más. Porque los silencios a veces son capaces de encontrar un equilibrio perfecto lleno de armonía. Quería que ese silencio fuese más duradero, que el tiempo se detuviera y que solo quedasen miradas…

—Quiero invitarte a comer—dijo de repente.

Yo quedé impresionada. Relamí mis labios tratando de ganar tiempo sin saber que eso provocaría que la mirada de Owen fuera directamente hacia ellos. Los miró intensamente haciéndome tragar grueso.

—¿Por qué debería comer contigo?

Él soltó una carcajada leve perdiendo ese contacto para recuperarlo de nuevo y más intenso que el anterior.

—¿Hace falta que responda?

Me puse nerviosa cuando enarcó una ceja. Una vez más me había dejado más que sin palabras. Negué con la cabeza, aunque casi ni se notó ya que estaba un poco perdida en su rostro.

—Ven a comer conmigo—insistió.

Yo dejé otro silencio. Pensativa. Dubitativa. Analicé la propuesta una y otra vez mientras que dos contradicciones se debatían en duelo en mi cabeza. Una la determinaba el cerebro y otra el corazón.

—No voy a parar hasta invitarte a comer, manchitas.

—Solo iré si dejas de llamarme así.

—Así cómo, ¿manchitas?—lo dijo en burla.

Mi mirada le desafió por unos segundos. Era una de esas miradas que podían cortar todo de golpe.

—Me gusta ese apodo, ¡venga ya!

—¡Es horrible!

Aunque todo lo que salía de él lo hacía sonar de una manera diferente, más...mágica. Incluso la palabra más fea del universo sonaba bien saliendo de su boca.

—A mí me parece maravilloso.

—Vaya concepto de maravilloso que tienes entonces.

Se quedó unos instantes mirándome mientras que sus comisuras se ensanchaban poco a poco. Intimidante.

—Pues tú me pareces maravillosa.

Creo que me acabo de desmayar, y no lo digo en broma.

Cómo lo ha dicho…

Esa voz…

¡Céntrate Alysa!

Pero es que esa voz...

Necesito unos segundos para interiorizar lo que me acababa de decir, pero no dejo de mirarle fijamente a los ojos mientras sonrío. Owen en cambio me pone la mano encima de la pierna y yo contengo la respiración.

—Un cumplido enloquecedor—me regodeo lentamente—.Don perfecto.

—¿Don perfecto?—enarcó una ceja—¿Acaso es así cómo me llamas?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.