Aeternum

Capítulo 27

Alysa.

El viento en mi rostro y "I lived" sonando de fondo, todo estaba en sintonía en aquel momento en el que la música me había envuelto por completo.

Su mirada estaba puesta en aquella carretera alargada la cual no se veía un final. Una carretera interminable que parecía que no llegaría a ningún lado ya que cada vez que avanzábamos más y más el final nunca se veía. O simplemente era que estábamos yendo directos hasta el fin del mundo. ¿Quién sabe?

Lo que tenía más que claro era que con él estaría dispuesta a absolutamente todo y puede que suene algo precipitado pero era lo que yo sentía en aquel instante.

Me perdí durante minutos en aquella sonrisa tan perfectamente arqueada, en aquellos ojos azul grisáceo tan preciosos que miraban fijamente la carretera por la que pasábamos, en cómo su mano de vez en cuando se apoyaba en mi pierna para mantener el contacto, en cómo su dedo pulgar rozaba mi pierna de manera suave, acariciándola por completo y encendiendo una chispa en mi interior al instante. Me perdí en él. Me perdí completamente en él...

El viento me abofeteaba la cara de manera suave y hacía que mi pelo se moviera hacia atrás delicadamente. Un sentimiento de felicidad recorrió todo mi cuerpo al completo, por fin estaba viendo la luz, estaba llegando al final de la cueva y Owen me estaba ayudando a conseguirlo.

¿Quién lo diría? Estaba feliz, tanto que no recordaba lo que se sentía al estarlo, era una de esas sensaciones que te llenan por completo el alma y que recorren cada milímetro de tu cuerpo, un sentimiento parecido a la adrenalina, la diferencia entre ambas es que por lo general la felicidad tiene un periodo más largo. Tu frecuencia cardíaca aumenta, tus vías respiratorias se dilatan y tu sistema nervioso se vuelve completamente loco, eso es lo que pasa en tu cuerpo cuando esa sensación florece en tu interior. Dicen que la felicidad es diferente para cada persona y que cada una puede describirla de una manera distinta ya que es un sentimiento subjetivo, una sensación de bienestar y satisfacción que abarca tantos significados posibles como incontables. Hay personas que buscan significados enrevesados para describir la felicidad, de esos filosóficos que realmente te llegan a cautivar pero mi felicidad era algo tan sencillo como el bienestar hacia mí misma y sobre todo el estar con la persona que me complementa de la mejor manera posible. Solamente el hecho de compartir momentos con una persona especial ya es capaz de hacerme sentir feliz, de que mi cuerpo tuviera esa reacción natural ante aquel sentimiento anhelado. Y en estos momentos se puede decir que estaba más que feliz a su lado, era un paso mucho más grande que eso y me reconfortaba el hecho de poder tenerlo a mi lado, sentir que está ahí para mí al igual que yo para él era una sensación única.

La carretera era interminable pero no me importaba, su presencia hacía que el tiempo fuera relativo y a su lado los segundos eran horas y las horas eran segundos. No me importaba que el viaje se hiciera eterno, es más, lo deseaba, me gustaba estar a su lado y lo disfrutaba como nunca, como cuando estás en una montaña rusa deseando que nunca se acabe porque sientes la adrenalina recorrer tus venas y te lo estás pasando tan bien que el terminarla es una de tus últimas opciones si tuvieras la decisión para hacerlo.

Antes de que me diera cuenta las horas habían pasado como si nada, la caravana comenzó a ir más lento de lo normal, ya comenzaba a andar raro y hacía incluso algún que otro ruido fuera de lo común.

—Iremos hasta la gasolinera más cercana—dijo Owen—nos estamos quedando sin gasolina.

Yo no dije nada, simplemente asentí mientras no apartaba la mirada de él, estaba hipnotizada por completo. Sus ojos transmitían la paz que ahora mi cuerpo necesitaba, era una especie de magia oculta que solo conseguía ver yo y que era absolutamente maravillosa, era algo espectacular de contemplar ya que era como si sus ojos fueran pequeñas luces que iluminaban todo a nuestro alrededor y que daban todo un espectáculo cuando brillaban. Eran fuegos artificiales explotando dentro de sus ojos.

Cuando vimos una gasolinera a lo lejos Owen se desvió del trayecto y paramos en ella. Estaba en medio de la nada y no había nadie alrededor, todo parecía estar más que solitario. El silencio destacaba en el lugar y es que parecía no haber nadie, todo nuestro alrededor eran simples árboles y montañas.

El sonido del freno de mano me trajo de nuevo a la tierra y miré a mi derecha para ver por mi ventana la gasolinera, era antigua y parecía vintage, las tonalidades de aquella gasolinera tan peculiar eran beige y rojo, unos colores un tanto distintos a lo que estaba acostumbrada a ver en Albury, aquel sitio parecía estar sacado de una película de los ochenta, estaba desgastado por el tiempo y se notaba que no mucha gente paraba por aquí. Me hundí en el silencio al observar el lugar ya que la música había cesado y no había ni un solo ruido a nuestro alrededor.

—¿Quieres algo de comer?—preguntó acabando de inmediato con el silencio mientras salía de la caravana.

Negué con la cabeza.

—Ahora vuelvo.

Me quedé sentada en el asiento mientras él salía por la puerta y le echaba gasolina a la caravana. Yo inconscientemente miraba cómo lo hacía desde el retrovisor de mi derecha, se había prendido un cigarro y mientras daba grandes caladas a este agarraba el mango de la manguera de gasolina con su mano derecha, de repente una ráfaga de viento movió su pelo y yo me quedé boquiabierta con lo tremendamente guapo que estaba aquel día—no es que lo dijera yo ni mucho menos, Owen físicamente parecía estar esculpido por los mismísimos dioses del Olimpo, si alguien merecía ser descrito como alguien perfecto claramente sería él la persona a la que ese adjetivo le venía como anillo al dedo—, cuando él se dio cuenta de que le estaba mirando y de que estaba relamiendo mis labios, mientras lo hacía soltó la manguera de gasolina, tiró su cigarro dando una última gran calada y se acercó hacia mi ventana que estaba bajada, apoyó sus brazos en ella con decisión y yo le miré como si no hubiera ocurrido nada, como si no hubiera estado babeando por él los últimos dos minutos.




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