Alysa.
—¡Corre o perderemos el tranvía!—gritó Owen mientras corríamos por mitad de la calle y su mano agarraba la mía para poder ir más rápido.
Sentí cómo se me iba a salir el corazón mientras "War of hearts" sonaba de fondo como una banda sonora en mi cabeza, justo cuando la base rompía la adrenalina de salir corriendo llegaba a mí. Yo estaba jadeante, el oxígeno apenas llegaba a mis pulmones por la velocidad en la que íbamos para no perder aquel tranvía que perseguíamos. Tuvimos que esquivar a la gente que pasaba de un lado hacia otro de la carretera mientras corríamos y fue mucho más complicado de lo que parecía porque la presión que teníamos constantemente de no perderlo hacía que correr fuera todo reto.
Cuando las esperanzas se habían esfumado ante nuestros ojos y creíamos que no llegaríamos al tranvía que teníamos delante conseguimos llegar hasta él mientras se movía lentamente, justo cuando comenzó a andar para ponerse en marcha, fue un golpe de suerte que se cruzó con nosotros en ese mismo instante, así que subimos hasta él por la parte trasera de este mientras las personas que estaban montadas nos miraban un poco raro, primero lo hizo Owen con una agilidad que nunca antes había visto y luego fui yo detrás con ayuda de su mano que la extendió hacia mí para que pudiera agarrarla y subirme mucho más fácil ya que el tranvía ya empezaba a coger más velocidad que antes y me estaba siendo complicado.
Cuando por fin nos subimos al tranvía pudimos descansar, mi corazón lo agradecía mientras mi respiración se recuperaba poco a poco. Estaba agitada y Owen parecía estar intacto, me preguntaba si acaso estaba hecho de piedra y el porqué de que dios tuviera favoritos—nunca lo había entendido y seguía sin hacerlo—.Yo traté mantener mi respiración con mi cuerpo un poco agachado, seguido de esto Owen me guió para que nos pudiéramos sentar en los asientos que teníamos justo detrás de nosotros y yo le seguí mientras ya había recuperado un poco la compostura.
Nos sentamos en los asientos y estábamos completamente solos cuando las personas que habían con nosotros se habían levantado para bajarse en la próxima parada, yo me detuve a observar las calles por las que pasábamos y luego detuve por unos instantes mi mirada en él. Owen estaba radiante ese día al igual que el tiempo iba acorde con su resplandor, sus ojos miraban hacia el frente de nosotros, también con su vista clavada en las calles por las que nos adentrábamos. No sabía los planes que Owen tenía en ningún momento, yo iba completamente a ciegas a su lado, todo era una completa sorpresa.
En aquel momento Owen sacó unos auriculares inalámbricos de su bolsillo derecho del pantalón, y abrió la caja para poder sacarlos.
—Ten—me dio un auricular y yo lo miré desconcertada—póntelo.
Yo lo agarré y luego me lo puse, él hizo lo mismo y luego sacó su móvil para poner su lista de canciones, me sorprendió cuando le dio play y comenzó a sonar "Bad Liar", no me esperaba aquella canción ni por asomo, no sabía que ese tipo de canciones le gustara, creía que le iban mucho más las canciones con ritmo y de esas pegadizas que se pueden bailar en las fiestas sin parar, pero todas las canciones que me enseñaba me sorprendían, supongo que dentro de ese Owen que por fuera trataba de ser malote había uno con un corazón de oro que tenía sobre todo buen gusto en la música. Había descubierto que debajo de aquellas capas que le recubrían era ese pedacito de cielo que todo el mundo ansía encontrar en la tierra. Y yo tenía la suerte de poder haber encontrado el mío.
Mientras dejaba la melodía sonar apoyé mi cabeza en su hombro para dejar pasar el tiempo y poder llegar al que sería nuestro destino. El tranvía nos paseó por toda la ciudad de un lado a otro y mi cabeza estaba pegada a su cuerpo, luego, pasó su brazo por detrás de mí poniéndolo en mi hombro. Yo me acurruque más a él y sentí el calor de su cuerpo junto al mío, por un momento había desconectado por completo y me había envuelto en el momento que nos rodeaba.
No creía que por fin mi vida estuviera estable, había soñado con este momento cada noche desde que nos separamos y ahora que lo estaba sintiendo en mi propia piel era reconfortante. Nunca antes había sentido esto con cualquier otra persona y eso era digno de admirar, a veces me preguntaba cómo aquel chico había conseguido conquistarme desde el primer instante en el que nuestras miradas se cruzaron, todavía sigue siendo todo un misterio para mí, pero el hecho era que estaba coladita hasta los huesos de él y siempre intenté reprimir esos sentimientos por el terror de que algún día todo acabara, supongo que eso es una incertidumbre de la vida, pero lo que tenía claro es que mientras durara iba a disfrutarlo al máximo.
Antes de lo que imaginaba el tranvía había llegado a la que al parecer era nuestra parada, entonces nos levantamos y yo seguí a Owen hasta bajarnos de él y quedarnos en la calle.
Me quedé mirando todo a mi alrededor, ¿dónde estábamos?
Estábamos enfrente de una estructura enorme que tenía unas letras chinas que no sabía qué significaban. Los colores me habían llamado la atención al instante, y aunque fuera de día y todo estuviera soleado las luces le daban un toque especial y místico al lugar. Veía cómo la gente caminaba feliz por las calles y me transmitieron por completo su felicidad haciendo que una enorme sonrisa se arqueara en mis labios. No tenía ni la más remota idea de dónde nos encontrábamos pero sabía a simple vista que era un lugar especial y algo que nunca antes había visto con mis propios ojos. Los colores que predominaban eran el verde y el rojo, los colores de la esperanza, la juventud, la pasión, el amor, el deseo... Unos colores que se mezclaban de una manera única y que su combinación era maravillosa, tanto que verlos resultaba placentero.