Aeternum

Capítulo 32

Adelante. Cae. El mundo se ve distinto desde el suelo.

—Ophrah Winfrey

Alysa.

—Lo siento—dije con mi voz entrecortada—No fue mi intención...

—Nunca lo sientas, no conmigo, las cosas pasan por algo—sacudió la cabeza lentamente de un lado a otro—lamentablemente no podemos cambiar el pasado, pero sí podemos cambiar el futuro, eso solo depende de nosotros.

Me aguanté fuertemente las ganas de llorar y es que en mis ojos las lágrimas ya querían salir de ellos y puedo decir con seguridad que estaban a punto de hacerlo, incluso en aquel momento mi visión se había tornado borrosa y distorsionada, pero hice el esfuerzo de no derrumbarme, o tratar de no hacerlo ya que parecía una tarea realmente imposible. Y es que me di cuenta tarde de que tal vez era yo la persona que todo lo que tocaba con mis manos se transformaba en oscuridad, yo era la que marchitaba todo a su paso, por eso supongo que la oscuridad siempre me había perseguido. Pero no lo quise ver.

—No pienses ni siquiera por un segundo que fue tu culpa, porque yo nunca te culparía a ti de nada, fue mi decisión y si hay aquí un único culpable ese soy yo.

Traté de sonreír, Owen hacía todo de manera tan sencilla que se veía incluso fácil hacer que las personas a su alrededor se vieran felices con tan solo su presencia, así que lo hice, levemente y con esfuerzo las comisuras de mis labios se arquearon hacia arriba. En una sonrisa. O en un intento de ella.

—Esto es lo único que quiero ver el resto de mis días—dijo señalando mi sonrisa—no me conformaré con menos.

Y no sé cómo ahora mi corazón parecía volver a arreglarse poco a poco, él era la persona capaz de ayudarme a ponerle las tiritas necesarias a todas esas grietas que quedaban justo después de romperse. Sé que dicen que cuando algo se rompe e intentas repararlo nunca queda igual, pero puedes arreglarlo de la mejor manera posible, al menos así no está roto del todo. Y aunque ya no vuelva a ser como era antes y no esté del todo completo seguirá siendo un corazón en funcionamiento con dificultades para nada imposibles de sobrellevar.

Así que quédate con alguien que en vez de romperte el corazón sea la persona que se dedique a arreglarlo.

—Lo intentaré, te lo prometo—me hundí nuevamente en su pecho, necesitaba el calor de su cuerpo y sentir que su corazón latía como el mío.

Y me di cuenta de que nuestros corazones eran idénticos, ambos tenían piezas incompletas que se terminaban de completar sólo cuando estaban juntas.

—A mí no tienes porqué prometerme nada, te lo deberías prometer a ti misma—dijo bajito acariciando con su mano mi espalda. Una vez tras otra. Con delicadeza.

Yo asentí varias veces con mi cabeza, desahogándome un poco entre sus brazos. Luego de estar durante un tiempo abrazados nos separamos porque debíamos recoger la habitación para poder seguir con nuestro camino, así como tan pronto salimos del motel y nos despedimos de la mujer mayor de recepción nos subimos a la caravana para poner rumbo a Sídney. Nunca había tenido tantas ganas de viajar como ahora que ya había conocido algo de mundo. Era una sensación inexplicable el poder conocer nuevos lugares en los que tú nunca antes has estado. Supongo que esa era la magia de poder viajar. Conocer que existen lugares en los que puedas sentirte libre al completo, sentirte en paz contigo misma. Y sobre todo poder ser tú, quien realmente quieras ser.

No tardamos mucho en llegar a la ciudad, pasamos por el puente del puerto de Sídney, el Harbour Bridge y pude admirar las vistas pegada a la ventanilla de la caravana que me permitía ver todo con detalle. Todo era mucho más hermoso de lo que me esperaba, Melbourne había dejado el listón muy alto con aquellas vistas y lugares que me habían cautivado al instante, pero aun así sabía con certeza que cada lugar iba a tener un gran hueco en mi corazón, justo en donde apenas había grietas y donde se encontraban aquellos recuerdos más bonitos. Justo ahí.

Cada lugar sería mejor que el anterior, de eso no tenía duda.

Los primeros días en la ciudad fueron un poco caóticos, pero disfruté más que nunca, el primer día cuando pasamos a través del puente y llegamos al centro de la ciudad lo primero que hicimos fue parar a comprar las cosas necesarias para poder seguir con el viaje, entre ellas ropa, algunos accesorios, comida y muchas más cosas. Me reí como nunca antes lo había hecho. Luego Owen tomó el rumbo, ni siquiera me di cuenta de que él sabía con exactitud a dónde me llevaría—aunque fuera él quien había planeado este viaje—, pensaba que improvisaba sobre la marcha, pero tenía claramente una lista mental con cada lugar que debíamos visitar, así que yo siempre le seguía el paso. Siempre.

Ese día por la mañana hacía sol y calor, así que nos dedicamos a andar y a pasear por las calles hasta que llegamos a la Catedral de Santa María, un edificio antiguo de estilo neogótico bastante grande y precioso de tonos marrones, era un lugar muy bonito a simple vista y el verde predominaba en el sitio, todo a su alrededor era un enorme césped bien cortado que con el sol su verde se había convertido en uno llamativo y lleno de frescura, así que nos dirigimos hasta el lugar plano que teníamos frente nuestros ojos y nos sentamos en la hierba donde había mejores vistas de la catedral, porque nuestros pies ya dolían un poco y queríamos descansar, bueno, más bien estábamos deseando hacerlo. Nuestros cuerpos lo pedían a gritos, tantos días andando pasaban factura.




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